Por Jorge Poveda
Definición de Corrupción
El término corrupción puede ser analizado desde muy diversos puntos de vista. En Costa Rica se suele señalar que la corrupción es un acto contrario a la ley y por tanto al Bien Común en que incurre un político cuando es sobornado por un empresario privado (aunque en sentido contrario sabemos que también opera).
Buscando un concepto definidor mas universal en el ámbito de lo político citemos al teólogo venezolano Viana, quien en un artículo publicado en Caracas, el 12 abril de 1998, lo define así : "El problema más serio en casi toda América Latina es que el Estado no ha actuado como la institución universal, abstracta, garante del estado de derecho; por lo contrario, ha funcionado como mecanismo para fabricar fortunas, construir clases artificiales y privilegiar elites. En consecuencia, lo que se plantea, de cara al siglo XXI, es la reconstrucción del aparato del Estado, con el fin de que responda a políticas de largo plazo, y no a intereses contingentes y particulares...
Buscando un concepto definidor mas universal en el ámbito de lo político citemos al teólogo venezolano Viana, quien en un artículo publicado en Caracas, el 12 abril de 1998, lo define así : "El problema más serio en casi toda América Latina es que el Estado no ha actuado como la institución universal, abstracta, garante del estado de derecho; por lo contrario, ha funcionado como mecanismo para fabricar fortunas, construir clases artificiales y privilegiar elites. En consecuencia, lo que se plantea, de cara al siglo XXI, es la reconstrucción del aparato del Estado, con el fin de que responda a políticas de largo plazo, y no a intereses contingentes y particulares...
Ello implica dos opciones. Una es la búsqueda del desarrollo al servicio de las personas y la otra, la búsqueda de equidad social para eliminar la oprobiosa pobreza...".
Le agregaría a la definición que justamente el acto de corrupción mas rapante es aquel que se comete diciendo que se esta luchando para eliminar la pobreza, cuando mas bien se dilapidan los bienes del Estado en proyectos políticos personalísimos, aspecto tan común en América Latina ,que lamentablemente es un parámetro definidor para nuestros sistemas políticos. Y de frente a esta situación los que se autodenominan intelectuales y tratan de sujetarnos a sus “interpretaciones” de la realidad social, están en la obligación de tomar una posición de frente a tales actos. Eso nos obliga a buscar un término que defina que entendemos por intelectual. Y aquí el asunto se complica, toda vez que no basta que nos quedemos con el criterio de quienes se autodefinen como intelectuales y además le agregan el adjetivo de “izquierda” para hacerlo ( extrañamente) “legitimador”, porque ya sabemos que –por razones históricas- desde la posición contraria, no es usual que suela recurrirse a autodenominarse intelectual ,así como tampoco se le ocurriría a nadie en su sano juicio a agregarle el adjetivo “de derecha” que tiene ya un tono altamente “deslegitimador” .
Le agregaría a la definición que justamente el acto de corrupción mas rapante es aquel que se comete diciendo que se esta luchando para eliminar la pobreza, cuando mas bien se dilapidan los bienes del Estado en proyectos políticos personalísimos, aspecto tan común en América Latina ,que lamentablemente es un parámetro definidor para nuestros sistemas políticos. Y de frente a esta situación los que se autodenominan intelectuales y tratan de sujetarnos a sus “interpretaciones” de la realidad social, están en la obligación de tomar una posición de frente a tales actos. Eso nos obliga a buscar un término que defina que entendemos por intelectual. Y aquí el asunto se complica, toda vez que no basta que nos quedemos con el criterio de quienes se autodefinen como intelectuales y además le agregan el adjetivo de “izquierda” para hacerlo ( extrañamente) “legitimador”, porque ya sabemos que –por razones históricas- desde la posición contraria, no es usual que suela recurrirse a autodenominarse intelectual ,así como tampoco se le ocurriría a nadie en su sano juicio a agregarle el adjetivo “de derecha” que tiene ya un tono altamente “deslegitimador” .
Pero no nos interesa quedarnos en el ámbito de lo estrictamente político, sino que nos interesa-particularmente- agregar a estos conceptos que también incurren en actos de corrupción, quienes desde una posición apriorística, ideologizada, postulan que sus ideas son las únicas que deben primar. Y más grave aún, es el hecho de que quienes así se pronuncian busquen hacerlo desde sus posiciones políticas ,autocalificándose de intelectuales.
Definición de Intelectual
Si bien es cierto uno puede tener una noción más o menos intuitiva de lo que es un acto de corrupción, no ocurre lo mismo respecto de la definición de intelectual. Para ponernos de acuerdo en el concepto, revisemos lo que significa el término para algunos autores reconocidos.
Criterio de Nozick - El filósofo norteamericano Nozick, especialista en problemas de ética , en su libro "Rompecabezas Socráticos", aborda la definición así:
a) Intelectuales no son sólo todas las personas inteligentes, con alto grado de educación formal, sino, más bien quienes trabajan como intermediarios en el flujo de las ideas: novelistas, poetas, periodistas y académicos, que se encuentran ubicados en puestos claves: universidades, gobiernos, medios de comunicación.
b) Intelectuales no son los que trabajan con números o conceptos exactos (físicos, matemáticos, químicos, ingenieros).Tampoco son intelectuales los artistas, ni los legisladores.
c) Es en el mundo capitalista, en donde los intelectuales gozan de más libertad de expresión para formular sus ideas y además, son bien remunerados y gozan de reconocimiento nacional e internacional, sintiéndose con derecho a ser los más admirados ciudadanos y creyendo merecer las más altas remuneraciones.
d) Como la sociedad capitalista no funciona bajo el principio: “a cada uno según su mérito o valor", el mercado premia sólo a quienes logran satisfacer las necesidades de otros, y el tamaño del premio depende de la demanda que existe por ese producto o servicio.
e) Si los empresarios fracasan y los obreros no sienten la animosidad contra el capitalismo, es porque no cargan con el mismo complejo de superioridad, tan común entre intelectuales, quienes desde la antigüedad, vienen repitiendo que su actividad "es la más valiosa de la sociedad".
f) Como a través de los siglos los pensadores han evaluado las diferentes actividades humanas, han sido ellos mismos quienes se han colocado en la cumbre y, como suelen escribir sobre sus temas preferidos, prácticamente mantienen una dictadura en esas materias.
g) La generalizada animosidad de los intelectuales hacia el capitalismo, se basa en un profundo resentimiento, al creer que el mercado no premia el verdadero valor de las personas, sino más bien a aquellos que sirven los gustos y deseos del populacho, asignándole a un jugador de baloncesto 100 veces el ingreso de un brillante escritor o de un político “ pico de oro..."
Estado de Situación de los Intelectuales
Definidos provisionalmente estos conceptos básicos, examinemos brevemente el estado de situación en que se mueven los intelectuales para definir - posteriormente - algunas reglas éticas de su comportamiento en torno al tema de la corrupción y nos encontraremos-de nuevo-con bastantes ambigüedades, y que desde los años veinte del siglo que acaba de terminar, en que aparece la palabra por primera vez, el término intelectual ha sido objeto de muchas interpretaciones. Veamos algunas, porque nos van a permitir arribar a conclusiones mas concretas.
Criterio de Snow - El filósofo inglés Snow, en su obra, "Las Dos Culturas", aparecida en 1959, analiza el término y divide a las personas merecedoras de este atributo entre "intelectuales de letras" e "intelectuales de ciencia". Sin embargo advierte que los profesionales de las letras, se habían apropiado del término intelectual, y aboga por una reunión de ambas disciplinas para evitar la creciente dicotomía entre los dos tipos de conocimiento que produce cada una. En 1963, el mismo Snow en una segunda edición del libro citado, señala que, es necesario el nacimiento de una nueva cultura que llene el vacío de comunicación entre intelectuales de letras e intelectuales de ciencia, dado que el conocimiento no se puede plantear en forma disyuntiva: para dejarle las “explicaciones” a los científicos o para dejarle "las interpretaciones" ” a los letrados.
Para esas fechas surge otra tendencia: la ciencia se divide en dos disciplinas: la de los científicos puros y la de los científicos aplicados. Con ello nace la tecnología y junto a esta también surge la preocupación en torno a los valores, a los conceptos de objetividad y de subjetividad. Y junto con ello comienza a aflorar la discusión en torno al impacto en el quehacer de los intelectuales y del compromiso social de su trabajo.
Criterio de Hodara- En 1972, el politólogo israelí Hodara, en su obra "Políticos versus Técnicos", aboga por la necesidad de que los primeros deben aprender a tecnificarse, pero sin caer en el frío tecnológismo; y los segundos requieren emprender el esfuerzo por entender que la política consiste en el arte de tomar decisiones entre dos polos –muchas veces profundamente antagónicos - de conocimiento y verdad, siendo por lo tanto conocimientos no necesariamente opuestos, sino complementarios. Para este pensador el compromiso ético de unos y otros es de diferente naturaleza, pero constituye -en ambos - una obligación insoslayable.
Criterio de Shils- En 1974 , el sociólogo y economista británico Edward Shils ,quien participa en primera fila en los enfrentamientos y en las complacencias de los intelectuales con el poder civil ,publica la obra “ Los Intelectuales y el Poder”, que permite asomarse , sin sesgos ideológicos que distorsionan la verdad , a las obras de envergadura producidas por científicos y pensadores de la talla de Max Weber, T.S. Elliot, Karl Mannheim, Edward Taine, Jules Romains, Karl Popper y muchos otros . Y sin que nos lleve a una conclusión determinante, como si intentaron Marx y Engels, nos hace notar el error de quienes de consideran o se dicen intelectuales para caer en fanatismos de diversa índole que les enajena y enturbia la mente y por ende a las conclusiones a las que llegan.
Criterio de Fukuyama- En 1987 el sociólogo norteamericano Francis Fukuyama en la obra "El Fin de la Historia", señala –desde nuevas perspectivas- algo que ya habían intuido otros pensadores cuando afirma que : " ...ya los intelectuales de letras, sobretodo los ideólogos y los políticos, no están en capacidad de producir mas ideas, toda vez que han agotado su capacidad para definir la historia, dejando entonces a la ciencia el camino libre para plantear alternativas que deben ser resueltas solo por el mercado.. "
Criterio de Brockman- En 1995, el filosofo de la ciencia y periodista cultural norteamericano John Brockman, en su obra "La Tercera Cultura", plantea que en la escena intelectual se está produciendo, cada vez con más fuerza, un fenómeno social que va dejando de lado al "intelectual tradicional" (se refiere al de letras), para darle importancia únicamente al intelectual científico. Brockman , señala que por lo menos en lo que se refiere a los intelectuales norteamericanos tradicionales, estos son "...cada vez más reaccionarios, con alta frecuencia arrogantes y tercamente ignorantes de muchos de los logros intelectuales verdaderamente significativos de nuestro tiempo, porque su cultura rechaza la ciencia, careciendo muchas veces de base empírica para hacerlo y porque viven haciendo comentarios de comentarios y comentando los comentarios, en los medios de prensa, en una espiral que se agranda, hasta que pierden de vista el mundo real ".
Criterio de Jacoby -El profesor norteamericano, Russell Jacoby en su libro "Los Últimos Intelectuales" en 1997, afirma que: "... el quehacer de todo intelectual, sea de letras o de ciencias, debe incluir la comunicación, porque se supone que los intelectuales no son sólo gente que sabe. Son fundamentalmente personas que modelan el pensamiento de su generación, porque un intelectual es un sintetizador, un publicista, un relacionista, en fin un comunicador, al servicio de la razón "
Síntesis Parcial de la definición de Intelectual
Aunque se podrían agregar algunas definiciones más baste con ellas, porque se deduce de los criterios de los autores citados que si no hay una concordancia total en las inquietudes, al menos si existe un eje orientador común, casi de Perogrullo: el intelectual es una persona que sabe. Ese saber debe ser puesto al servicio de la comunidad, porque el poseedor de ideas, el intelectual es un comunicador.
Y un comunicador es una persona que sirve de mediador o de intérprete de la realidad que le circunda y que describe, según su conocimiento, lo que es esa realidad.
Y de acuerdo con las reglas de la ciencia el intelectual, que ya se nos ha convertido en un comunicador resulta que requiere de usar un solo instrumento válido para hacerlo: la lógica, no la emoción. Esto es: debe usar la razón y no el sentimiento.
Criterio de Damasio- Si creemos tener definido el concepto de intelectual y el “marco” en que debe desenvolver sus acciones sociales, surge una nueva vertiente de definición en l998, cuando el neurólogo portugués Antonio Damasio hace algunos planteamientos que modifican –en mucho - el cuadro que nos presentaron los autores anteriormente citados. Dice:
a) "La idea de que el bastión de la lógica no debe ser invadido por las emociones y el sentimiento está firmemente establecida desde Platón hasta Kant; pero tal vez no hubiese sobrevivido de no haber sido expresada tan vigorosamente por Descartes, quien separó de las emociones a la razón y apartó a ésta de sus cimientos biológicos reales".
b) Por supuesto que la escisión cartesiana no es la causa de las patologías que hoy padece la razón,"... pero sí puede achacarse a aquella lo mucho que el mundo moderno ha tardado en reconocer su raigambre emocional".
c) Cuando se concibe a la razón como carente de ascendencia biológica, es bastante fácil pasar por alto el papel que en su funcionamiento desempeñan las emociones. Y concluye Damasio: ...” Esto es: no advertir que nuestras decisiones presuntamente racionales acaso sean manejadas por la emoción que se desea mantener a raya; e ignorar el efecto positivo que las emociones bien armonizadas pueden producir en la búsqueda del conocimiento".
Emoción y Razón para un Compromiso Social
En consecuencia, de acuerdo a esta visión que desentraña la verdadera naturaleza del ligamen-razón-emoción, resulta que la racionalidad necesaria para que los intelectuales del lado de las letras y los intelectuales del lado de las ciencias superen esos retos (y que su labor sea realmente positiva para la comunidad) ha de estar imbuida de los sentimientos y emociones que brotan de lo más profundo del espíritu, porque la emoción es un factor integrante de todo proceso discursivo, de todo proceso de interpretación de la realidad, de todo acto de modificación de la sociedad. Es por ellos que pareciera que los ingentes esfuerzos provenientes de pensadores de distintas disciplinas encuentran -hasta ahora -una explicación válida para entender el porqué de esa dicotomía tan peligrosa entre letrados y científicos, entre científicos puros y tecnólogos, entre técnicos y políticos. Si la nueva ciencia cognoscitiva tiene la razón, de lo que adolece hoy la humanidad no es de falta de competencia lógica: hay más bien exceso de ella. Se adolece más bien, parafraseando a Damasio: “... de una falta de emociones que informen el despliegue de la lógica.”
Lección para los que nos desenvolvemos en las esferas públicas
De estas reflexiones de Damasio se deriva al menos una lección que lamentablemente no han aprendido quienes se desempeñan en labores intelectuales o quienes pululan en esos campos sin estar bien pertrechados para ello: la falta de emoción es tan perniciosa para la racionalidad como el exceso de emoción. Ciertamente no parece que la razón salga gananciosa al actuar sin el influjo de la emoción. Al contrario, es probable que ésta nos ayude a razonar bien, sobre todo en los asuntos personales y en los sociales, orientándonos a veces hacia el sector más ventajoso para nosotros dentro del campo de las decisiones posibles, pero no se requiere que las emociones sustituyan a la razón o que decidan por nosotros...
Pero si seguimos el criterio de Damasio y aceptamos que, efectivamente ya no son válidas las opiniones de todos los autores citados antes de él, resulta que si la emoción (subjetiva) y la razón (objetiva) se deben entrelazar para darnos la verdad, estamos enfrentados a un problema más profundo que el de la simple objetividad, dada la necesidad de bucear lo verdadero en la complejidad del pensamiento y el quehacer post-modernos. Para no perdernos podríamos buscar apoyo para este último planteamiento que procede del campo de las ciencias cognoscitivas había sido intuido por el físico judío- alemán Einstein en la frase: "La ciencia sin religión es coja, la religión sin ciencia es ciega", con lo cual señalaba con toda claridad la enorme responsabilidad social, que gravita sobre los intelectuales de uno y otro lado del conocimiento Y esto nos coloca de frente a una nueva reflexión, de carácter ético-social y que constituye el eje de nuestra reflexión : el compromiso social de los intelectuales en la política.
¿Qué es el compromiso social?
En la vida práctica de hecho, los científicos y los letrados, que incursionan en el campo de la política no son personas “in abstracto”, sino " seres situados” (como lo plantea el pensamiento cristiano, reflejo de la vieja ética judía). Si, situados en relación con sus semejantes, en países con intereses determinados y comprometidos en causas que se constituyen en su propio fin. Esto es la base de la "ideologización" del quehacer de científicos y de "letrados", antes de caer en la "politización-electoral " de sus quehaceres.
El subjetivismo- El problema llegado al punto de la politización –electoral es que las convicciones o certidumbres que el ser humano posee inciden en sus convicciones. Y sus convicciones le llevan a construir verdades. Pero tales verdades no son objetivas, son subjetivas, hondamente subjetivas. Ahora bien si lo que prima es la subjetividad, entonces: ¿en dónde queda la verdad? ; ¿ y cual es entonces la verdad que se comunica al publico, a la comunidad, al país?
Cuando un científico o, un letrado han tomado una posición respecto de la sociedad entonces puede afirmarse que han salido del ámbito de la certeza radical, para caer en el terreno de la ideología. Y este paso -inevitable- implica que pone en compromiso, en serio compromiso su ligamen con la verdad, porque todo quehacer, toda disciplina intelectual está definida por su parcialidad y por su carácter positivo; es decir, por su acotamiento de una zona de la realidad. Aunque el conocimiento que se deriva de la ciencia o se extrae de las letras sea suficiente para sí mismo no son suficientes como conocimiento compartido por toda la sociedad.
El sentido de la vida- La vida humana requiere, para ser vivida, la posesión de una certeza radical y decisiva. Radical, porque en ella han de radicar las verdades parciales. Decisiva, porque solo ella podrá decidir la discordia entre unas y otras y construir con ellas una perspectiva justa y clara. Nuestro tiempo no posee una certeza, en el sentido concreto de que ninguna creencia vigente cumple esos requisitos; de ahí la hondura de la crisis que afecta a nuestras sociedades cada vez más tecnologizadas, más globalizadas.
Para poder vivir en el ámbito de la verdad el intelectual necesita, pues, una verdad más radical que la que le ofrecen los ámbitos acotados de las letras o de la ciencia. Necesita algo más allá. Requiere el conocer, o al menos, intuir cuál es el sentido de la vida. ¿Podrá hallarla? No es probable que la mayoría de los seres humanos sean capaces de descubrirla por sí mismos; pero no es menester: podrán recibirla como vivencia, cuando sea descubierta justificada y evidenciada por algunos. Pero ¿dónde encontrarla? ¿en la ciencia, o en la filosofía, o en la religión, o bien en la política o aún en el arte?. El problema se ubica en que la opción es personal, pero ,como los intelectuales son comunicadores, esto es ejemplos a seguir, no sólo por lo que dicen, sino también por lo que hacen, las consecuencias tienen grandes repercusiones sociales, lo que nos coloca en el ámbito de la ética. Pero no en el área de la ética como mero ejercicio de la mente, sino en la ética comprometida en el ámbito de lo social y mas particularmente en el ámbito de la política.
Ética social como ejercicio político diario
Colocados en esta tesitura los intelectuales –y muy particularmente-quienes incursionan en el área de la política, están obligados al menos a tres ejercicios éticos si en verdad están comprometidos en una lucha frontal en contra de la corrupción política :
1) Es necesario hacer buen uso de la libertad y de la independencia intelectual. La experiencia es de difícil interpretación, pues muchas veces hay inclinación a admitir como evidente la primera idea que se presenta al intelecto, o a tomar por evidencia lo que no es sino resultado de la familiaridad con ciertos hechos o ideas y aún el amor propio por mantenerlas sin haberlas verificado.
2) Además de la independencia se debe poseer el respeto a la verdad : tener el criterio de que los hechos no pueden explicarse mediante voluntades sobrenaturales o cualidades ocultas, así como tampoco por cerrar las puertas a toda manifestación que parezca venida del “espíritu”, para refugiarse en la comodidad engañosa del materialismo.
3) La fiel observancia a la objetividad es a su vez “el fiel de la balanza” lo que implica en el intelectual la posesión y el despliegue permanente de cualidades morales, entre ellas: la probidad, la sinceridad, el valor y la perseverancia hacia su trabajo intelectual, pero fundamentalmente hacia la solidaridad social, el compromiso con el prójimo que se cristaliza en acciones concretas en la sociedad actual mediante un enfrentamiento frontal, sin claudicaciones en contra del principal enemigo de la cohesión social: la corrupción en cualesquiera de sus múltiples formas. Y esto nos lleva a entender clara y palmariamente que el eje orientador de quienes participan en política requiere vivir en el ámbito de la verdad, dejando de lado los fatales consejos de Maquiavelo a su Príncipe, porque en ese ámbito el “fin que justifica los medios”, no es ético definitivamente. Los intelectuales sean del sector letras o del sector ciencias, están hoy día obligados a vivir en contra de la corrupción no importa si su vertiente deriva del sector privado o del ámbito político.
¿Cómo se puede vivir en el ámbito de la verdad?
Como lo humano admite grados y pluralidad de estratos y dimensiones que se modifican con el tiempo no es posible establecer reglas fijas que relacionen al ser humano con la verdad; pero gracias a una generalización de carácter moralista - objetivo es posible pensar que tal relación se puede lograr en esta época, con una sencilla fórmulas, que en 1978 el filósofo español Julián Marías, distinguía con claridad. Con tanta claridad que parecieran escritas para los “intelectuales” de esta época:
Vivir en el ámbito de la verdad- Esto acontece siempre que una persona vive apoyándose en un repertorio de verdaderas creencias, en las cuales está auténticamente encarnada su existencia. Ese repertorio puede ser angosto o amplísimo, tosco o preciso; en todo caso, el hombre descansa sobre ese supuesto, del cual es realmente solidario, y vive -entonces- en rigurosa autenticidad.
Vivir en el horizonte de la verdad- Esto acontece cuando se busca la verdad, buscándola en la medida en que no se la tiene o resulta deficiente. Naturalmente, la verdad que se pretende y busca será de otra índole que la anterior; no una verdad en que “se está” o creencia en sentido estricto, sino una verdad a la que “se llega”
Vivir al margen de la verdad- Esta es una situación que es mucho más frecuente que las dos anteriores, porque son mayoría las épocas en que el sistema de creencias está, por lo menos, agrietado y trunco, y son muy pocas las personas capaces de la violenta distensión requerida por la indagación de la verdad y esta posibilidad no tiene nunca carácter social (y ésta es una de sus peculiaridades). Lamentablemente esta forma de vida, que es la de la inmensa mayoría de los hombres, incluso de los intelectuales de profesión es la vida en la verosimilitud; y, por supuesto, su raíz última es la frivolidad y el esnobismo oportunista.
Vivir en contra de la verdad- Esta es una situación extremadamente anormal y paradójica, pero por diversas distorsiones históricas y sociales ha dominado en la humanidad. La ideologización facilita el engaño y la politización lo oficializa; en consecuencia, se afirma y quiere la falsedad a sabiendas y se la acepta tácticamente. En torno al último punto el filósofo es tajante afirmando: “Hay en el mundo actual múltiples temas - que están en la mente de todos y no es menester enunciar: ” Y es preciso preguntándose: ¿Por qué esta voluntaria adscripción a la mentira en cuanto tal? Y Marías se contesta: "La razón no es demasiado oculta: en el fondo, se trata simplemente del miedo a la verdad".
El aquí y el ahora nos coloca de frente a tres reflexiones-acciones
Quienes se autocalifican de intelectuales y además le ponen el adjetivo de “izquierda” parece que viven en el pasado, cerrando ojos y oídos al hecho de que en la actualidad no hay canon o lista oficial de ideas aceptables u "oficiales". Vivimos en el mercado de las ideas que mutan día a día, al son de la moda, la publicidad, las relaciones entre los productores y los consumidores, en donde no queda a salvo nada del mundo de la comunicación que se nutre de esa “información” ya distorsionada para reciclarse y volver a introducirse en nuestro discurrir diario. Esa mutación diaria obliga a tener en cuenta:
Primero: La cultura emergente que se está imponiendo, estriba precisamente en que admite desacuerdos acerca de las ideas que merecen tomarse en serio. A diferencia de los intereses intelectuales previos, radicalizadores, distorsionadores, las propuestas que provengan de los intelectuales ,sean de letras o de ciencia, no son ya disputas marginales sino que trascienden el ámbito de lo local, o lo continental y en virtud del llamado “efecto Mariposa” (en donde el batir de alas de un insecto en el Amazonas sumado a otros factores crea distorsiones climáticas en Europa, por ejemplo) terminarán afectando las vidas de todos los habitantes del Planeta. Y es así, porque –irremediablemente- es necesario reiterarlo, el quehacer del intelectual incluye la comunicación y ella puede ser o el "pegamento de la sociedad", o el "ácido que la corroe", según se la utilice y los valores o antivalores que la originen. Esto es, un intelectual al momento de exponer una idea puede incurrir en un acto profundamente ético o por lo contrario puede también entrar en colisión con ella.
Segundo: Las ideas emergentes de los intelectuales no deben ceñirse a la reiteración oportunista de verdades obsoletas, por lo contrario, deben surgir del conocimiento y de la aplicación de la amalgama de acciones globalizantes en que se mezclan las disciplinas del conocimiento en áreas como la biología evolutiva, la genética, la informática, la neurofisiología, la psicología, la biología, la física; y asimismo de las provenientes de la economía, la religión, la antropología, el derecho. Y por supuesto que todo ello concurre en la política, y sobretodo en ella, porque es un hipercontexto que baña todo el quehacer societario.
Tercero: Para quien se autocalifique de intelectual y deba “pontificar” sobre el orden político en que visualiza encasillada a una sociedad dada, es necesario darse cuenta que las “verdades” de antaño, han quedado encasilladas, ahogadas por los nuevos conocimientos y no son aplicables hoy en día, por lo que debe partirse de una nueva filosofía omni- comprensiva que de origen a un nuevo conjunto de paradigmas. Es necesario entender-digámoslo claramente- que las definiciones absolutistas de Marx (tanto como las de Smith) han quedado groseramente al margen de ser “Verdades” y no pueden seguir aplicándose urbi et orbe al ámbito de lo social sin entender que han surgido nuevos conocimientos que dejan esos “paradigmas” fuera de la actualidad del conocimiento.
El nuevo contexto Mente-Planeta-Universo
Comenzamos afirmando que la corrupción en el ámbito de la política consiste en que ,desde el ámbito de lo privado o desde el ámbito de lo público se confunda groseramente el Bien Personal con el Bien Común ,pero ahora podemos decir que de la misma manera: quien se autocalifique de intelectual ,para serlo con justicia debe estar en capacidad de no confundir burdamente sus ideas apriorísticas y obsoletas con aquella aproximación a la verdad que surge cuando se entiende - acertadamente - como es que funcionan nuestras mentes, en sus complejas interacciones con la sociedad, el Planeta y aun con el Universo. Quien no posea esta capacidad-aunque se siga autocalificando de intelectual y le agregue gratuitamente que esta a la izquierda del espectro político, está inmerso en el error y por ende en la corrupción.
El intelectual de estas fechas, para autocalificarse como tal -despojándose de mitos- debe estar en capacidad de emitir criterios sobre los mecanismos de autoorganización que pueden funcionar en niveles locales, pero entendiendo- a su vez- que en su conjunto el desorden del Universo aumenta de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica, que requiere aplicarse tanto a lo físico, como al tejido de lo social. Y aunque parezca especulativo todo intelectual que se califique de tal, debe estar actualmente en capacidad de entender términos como “pléctica", concepto acuñado por el físico norteamericano Murray Gell-Mann (Nobel de física en 1969), uniendo los conceptos de simplicidad y complejidad , para definir que lo nos rodea sea material o abstracto , procede de reglas muy simples que van desde un orden inicial hasta la inclusión del azar , asociado con la indeterminación y que además evoluciona, en múltiples formas hacia lo complejo.
Invitación a la Reflexión: Juzguemos el pensamiento
El breve periplo que hemos hecho por el ámbito de las ideas en torno al rol de los intelectuales y su contexto cambiante, nos ha permitido llegar casi al final de las reflexiones, pero no, ciertamente, de la búsqueda que las inspira. Ésta debe continuar porque el quehacer de los intelectuales se da, actualmente en un contexto social ciertamente complejo, crítico y crucial que a veces parece crear un distanciamiento entre las construcciones intelectuales ( que a los no iniciados en estos campos se les antojan frías, sistematizadas, y en lenguaje a veces poco accesible) y por ello en aparente contradicción con la vida cotidiana de las personas. La intelectualidad resulta, en tal tesitura, para el común de los mortales, no sólo incomprensiva, sino también, lejana.
La característica más importante del ser humano no es su pensamiento, puesto que esta particularidad se da en la escala animal a diferentes profundidades. Lo esencial es su capacidad para reflexionar; para trascender el pensamiento puramente objetivo del animal y juzgar tanto el conocimiento como su propio pensamiento respecto a éste. La capacidad de desprenderse del pensamiento para analizarlo y juzgarlo es un acto de reflexión que posee características intelectuales y éticas y que lleva, necesariamente a un comportamiento moral.
De ello se deriva que la condición del ser humano es la de un ser que está presente, pero nunca enteramente “dado a sí” es decir nunca acabado o completo; siempre está en la disyuntiva de que no “es”; de que es “creado” pero a la vez de que se “hace a sí mismo” pero no en un acto aislado, sino con sus congéneres.
En el proceso de pensar sus pensamientos, la reflexión del intelectual debe-entonces- conducirle a conocer - además de su propia interpretación acerca de su naturaleza, del mundo que le rodea y del Universo - otras interpretaciones que pueden interesarle y satisfacerle o no.
Todo dependerá - en buena parte - de que su reflexión sea “escrupulosa y sin apriorismos”. Estas son condiciones difíciles de satisfacer, pero necesarias para comparar e incorporar al conocimiento de previo a desechar otro conocimiento. Este proceso es una verdadera selección en donde la fe, la lógica, la razón, la intuición y la experiencia de vida, como elementos disyuntivos, a veces, o conjuntivos, otras, pueden ser opuestos o complementarios. De qué manera y cuándo participan de una u otra característica, dependerá de una elección para integrar un proceso de reflexión que a su vez será inacabado, pero siempre permanente. O expresado de otra manera: el intelectual debe ser de mente abierta y por tanto humanista y humilde en el más profundo sentido de la palabra. Quien obre de distinta manera esta cayendo no solo en la tiranía del pensamiento (además obsoleto) , sino en la arrogancia que caracteriza al ignorante.
Libertad de Selección
Obviamente no se trata - de ninguna manera - de conceder espacio a las explicaciones falsas en detrimento de la veracidad, porque en realidad, como acotara hace casi dos mil años un judío universal, Jesucristo : “Sólo la verdad os hará libres. Y en efecto, sólo la verdad hace libre al ser humano para optar por una salida a tono con la responsabilidad de ser .Y quizá una viejísima y breve anécdota nos ilustre el camino del compromiso de los intelectuales que incursionan en la política para no caer en la corrupción . Se dice que cuando Sócrates describía a su discípulo Glauco la forma de vida y la sociedad ideales en las que el creía, éste le dijo: “Sócrates: no creo que exista esa Ciudad de Dios en ningún lugar de la Tierra. Y Sócrates le comentó: ...Exista o no tal ciudad en el cielo o exista alguna vez sobre la Tierra, el hombre sabio debe vivir según las costumbres de esa ciudad, sin tener nada que ver con otras; porque aspirando a vivir en la Ciudad de Dios, pondrá en orden su propia casa...”
Opción Ética
En cuanto al tema que nos ocupa, podríamos abordar el punto desde perspectivas complementarias, pero una primera lección que debiéramos aplicar es ésta:
a.- Hay reglas de objetividad que debemos tratar de mantener, que nos obliga a mantenernos actualizados en el conocimiento para reunir datos e ideas que puedan ser confirmadas por otras.
b.- Es necesario adoptar como actitud permanente el poner en tela de juicio lo que se conoce y la forma en que se llega a ese conocimiento.
c.- Requerimos mantener intacta la capacidad para enmendar, rectificar o comenzar de nuevo y el valor para proseguir, independientemente de que nos guste o no.
d.- Pasar de la información al conocimiento implica tener que llegar a comprender y hacerlo parte de la premisa de tener que aceptar o rechazar en pleno ejercicio de libertad, sin sujeciones a dogmas ideológicas ¨ y mucho menos acotados en visiones de partidos políticos nacidos al influjo de ideas caducas.
Conclusión
Pero si encontramos que el camino a que nos obliga esa intelectualidad es muy complicado, también es fácil y sencillo encontrar el camino si nos perdemos: no valoremos solo atenidos a nuestro raciocinio humano, tampoco lo hagamos uncidos por la emoción humana, porque ambos métodos son engañosos...
Simple y sencillamente emitamos juicios cada vez más veraces basándonos en lo que nos dicte la conciencia, ahuyentado el oportunismo . Y mientras llegamos a la verdad, tengamos claro un mandato fundamentado en el amor y la solidaridad humana, que se constituye -per se- en la mejor receta de lucha contra la corrupción: ¡Vivamos cada día construyendo la Ciudad de Dios! Y –por ende- vivamos menos viendo los errores de los “otros” cuando los nuestros son iguales o inmensamente superiores a los de ellos, sea por exceso de razón o por exceso de emoción.
MSc. Jorge Poveda (*)
jpovedak@gmail.com
(*) Extracto de conferencia del MSc. Jorge Poveda, político, relacionista internacional y comunicólogo costarricense , Ex-Presidente del ICEL- Instituto Centroamericano y del Caribe de Estudios Legislativos , órgano del Foro de Presidentes de Poderes Legislativos de Centroamérica y del Caribe (FOPREL) , en el II Encuentro de la Comisión Interparlamentaria contra Corrupción , Narcoactividad ,Terrorismo y Crimen Organizado ( CICONA ) en Montelimar, Nicaragua, el 11 de marzo de 1998.
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