jueves, 18 de octubre de 2007

Conflicto entre Civilizaciones (Teoria o Realidad)


Conjuntamente con el analista politico Lic. George Chaya hemos publicado en diversos medios un documento que trata de dar cuenta de cuales son las razones objetivas que permiten a algunos afirmar que la humanidad se encuentra a las puertas de un conflicto entre civilizaciones . Nuestros puntos de vista son los siguientes:

Conflicto Entre Civilizaciones (Teoria o Realidad)


Por: MSc. Jorge Poveda / Lic. George Chaya

El hecho evidente es que la política mundial avanza hacia una nueva etapa, en este proceso los intelectuales no han vacilado en abundar sobre los posibles aspectos que los cambios entrañan: el fin de la historia, el regreso a las rivalidades tradicionales entre las naciones-estado, la declinación de la nación-estado por causa de las contradicciones entre tribalismo y globalización. Cada una de estas versiones da cuenta de algunos aspectos de la nueva realidad; pero, pasan por alto un elemento decisivo (e incluso central) de la política mundial de los próximos años.


La proyección de este documento “es que la principal fuente de conflicto en un nuevo mundo no será completa y fundamentalmente ideológica ni económica”. El carácter de las grandes divisiones de la humanidad como así de la fuente dominante de conflicto “será cultural”. Las naciones-estado seguirán siendo los agentes más poderosos en los asuntos mundiales, pero en los principales conflictos políticos internacionales se enfrentarán naciones o grupos de civilizaciones distintas; “el choque de civilizaciones dominará el escenario de la política mundial”. Las líneas de ruptura entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro. “El conflicto entre civilizaciones será la última fase de la evolución del conflicto en el mundo moderno”.

Antecedentes históricos.- Durante la guerra fría el mundo se dividió en primero, segundo y tercer mundo. Esa división ya no resulta pertinente. Hoy es mucho más lógico agrupar a los países en función de su cultura y civilización que hacerlo según sus sistemas políticos y económicos o de su grado de desarrollo. Una civilización es una entidad cultural. Aldeas, regiones, grupos étnicos, nacionalidades y grupos religiosos tienen todos culturas distintas con niveles diferentes de heterogeneidad cultural. La cultura de una aldea del sur de España puede diferir de la de una aldea del norte de España, pero ambas compartirán una cultura española común que las distinguirá de las aldeas italianas. Las comunidades europeas, a su vez, compartirán características culturales que las distinguirán de las comunidades árabes o chinas. Pero los árabes, chinos y occidentales no integran ninguna entidad cultural más amplia. Constituyen civilizaciones. Una civilización es, por tanto, la organización cultural más alta de las personas, y el nivel de identidad cultural individual más amplio tiene poco de lo que distingue a los seres humanos de otras especies. Se define tanto por elementos objetivos comunes (idioma, historia, religión, costumbres, instituciones) como por autoidentificación subjetiva de la gente.

Niveles de identidad.- Las personas tienen niveles de identidad: un residente de Madrid puede definirse, con diversos grados de intensidad, como madrileño, español, católico, judío, cristiano, europeo y occidental. El nivel más amplio con el que se identifique intensamente es la civilización a la que pertenece. Las personas pueden redefinir sus identidades; y, como resultado de ello, la composición y las fronteras de las civilizaciones cambian. Las civilizaciones pueden abarcar a un número grande de personas, como en el caso de China ("una civilización que finge ser un estado", al decir de Lucian Pye), o a un número muy pequeño, como el Caribe anglófono. Una civilización puede incluir varias naciones-estado, como ocurre con las civilizaciones occidentales, latinoamericana o árabe, o sólo una, como la civilización japonesa.

¿Alianza de Civilizaciones?.- La identidad de civilización será cada vez más importante en el futuro, y el mundo estará conformado en gran medida por la interacción de siete u ocho civilizaciones principales: occidental, confuciana, japonesa, islámica, hindú, eslava ortodoxa, latinoamericana y, posiblemente, la civilización africana. Los conflictos más importantes del futuro se producirán en las líneas de ruptura que separan a estas civilizaciones unas de otras. ¿Por qué será así? ¿Por qué chocaran las civilizaciones? Primero, las diferencias entre las civilizaciones no son sólo reales: “son fundamentales”. Las civilizaciones se diferencian entre sí por su historia, idioma, cultura, tradición y, lo más importante, por su religión. Personas pertenecientes a distintas civilizaciones consideran de distinta forma las relaciones entre Dios y el hombre, grupo e individuo, ciudadano y Estado, padres e hijos, esposo y esposa; y del mismo modo tienen un criterio diferente de la importancia relativa de derechos y responsabilidades, libertad y autoridad, igualdad y jerarquía. Estas diferencias son el resultado de siglos y no desaparecerán rápidamente. “Son mucho más determinantes que las diferencias entre ideologías y regímenes políticos”.

Diferencia y Conflicto.- "Diferencia" no necesariamente significa conflicto, ni "conflicto" necesariamente violencia. En el transcurso de los siglos, sin embargo, las diferencias entre civilizaciones generaron los conflictos más prolongados y violentos. Por otra parte el mundo se va haciendo más pequeño. Aumentan las interacciones entre pueblos de distintas civilizaciones, que intensifican la conciencia de la propia civilización y de las diferencias y similitudes con las restantes. En Francia, la inmigración árabe-norafricana genera entre los franceses hostilidad y al mismo tiempo, mayor receptividad a la inmigración polaca de europeos católicos "buenos". Los estadounidenses reaccionan en forma mucho más negativa a la inversión japonesa que a las canadienses o europeas.

Debilitamiento de la Nación-Estado.- Los procesos de modernización económica y cambio social tienen en todo el mundo el efecto de separar a la gente de sus viejas identidades locales, debilitando al mismo tiempo a la nación-estado como fuente de la identidad. En gran parte del mundo, la religión ha conseguido llenar este vacío, muchas veces en forma de movimientos llamados "fundamentalistas", que es posible encontrar en todas las confesiones y mucho más a menudo en el Islam. En la mayoría de los países y religiones, las cúpulas activas de los movimientos fundamentalistas son jóvenes, cuentan con educación universitaria y pertenecen a la clase media capacitada o son profesionales y hombres de negocios. La "desecularización del mundo", según George Weigel, "es una de las realidades sociales dominantes y se aprecia en la vida de principios del siglo XXI". El resurgimiento de la religión ("la revanche de Dieu", como lo llamó Gilles Kepel) ofrece una base de identidad y compromiso que trasciende las fronteras nacionales y une las civilizaciones.

El doble papel de Occidente.- El doble papel de Occidente impulsa la toma de conciencia sobre la propia civilización. Por una parte, Occidente se encuentra en la cúspide del poder. Al mismo tiempo sin embargo, y tal vez como resultado de ello, entre las civilizaciones no occidentales ocurre un fenómeno que es el "regreso a las raíces". Se escuchan cada vez más referencias al encierro y a la "asiatización" de Japón; al fin del legado de Nehru y la "hinduización" de la India; al fracaso de las ideas occidentales del socialismo y el nacionalismo y por ende, a la rígida "reislamización" del Oriente Medio.

El renacimiento de los Nacionalismos.- El Occidente, en la cúspide de su poder, enfrenta al no Occidente, cuyos anhelos de dar al mundo formas no occidentales, junto con la voluntad y los recursos para conseguirlo, son cada vez mayores. En el pasado, las élites de las sociedades no occidentales solían ser las personas que más relación tenían con Occidente: se habían educado en Oxford, la Sorbona o Sandhurst y estaban imbuidas de hábitos y valores occidentales. Pero ahora esas relaciones se invierten. En muchos países no occidentales se produce una "desoccidentalización" o "indigenización" de las élites, en tanto los hábitos, culturas y estilos occidentales (mayormente estadounidenses) cobran popularidad entre las masas.

Aumento de la Interacción.- Las interacciones entre pueblos de civilizaciones distintas amplían la conciencia de la propia civilización, lo que a su vez, refuerza diferencias y animosidades que se remontan, o se supone que se remontan, a tiempos muy antiguos. Es difícil que disminuya la interacción militar entre Occidente y el Islam, que data de varios siglos. Por el contrario “podría hacerse mucho más virulenta en el corto plazo”. La primera Guerra del Golfo dejó en algunos árabes una primera sensación de orgullo porque Saddam Hussein atacó a Israel y enfrentó a los occidentales y también un importante sentimiento de humillación y resentimiento por la presencia militar de Occidente en el Golfo Pérsico que se refuerza por estos días en Irak, Occidente y su avasallador poderío militar y la evidente incapacidad que demostraron los árabes de dominar su propio destino ha humillado y exacerbado el odio islámico de forma indisimulable.

El Mundo Arabe.- En muchos países árabes, además de exportar petróleo, se está alcanzando niveles de desarrollo económico y social incompatibles con las formas autocráticas de gobierno, y al mismo tiempo se fortalecen los intentos de introducir la democracia. Ya se produjeron algunas aperturas en los sistemas políticos árabes aunque sus beneficiarios principales fueron los movimientos islamistas. En el mundo árabe, en resumen, la democracia occidental robustece las fuerzas políticas antioccidentales. Éste podría ser un fenómeno pasajero, pero sin duda complica las relaciones entre los países islámicos y los occidentales. También la demografía las complica. El espectacular crecimiento demográfico de los países árabes, en especial de los del norte africano, llevó a que aumentara la inmigración a Europa Occidental. La tendencia de Europa Occidental de permitir la inmigración ha dado paso a sensibilidades políticas en relación con este hecho. En Francia y Alemania, el racismo se manifiesta cada vez más abiertamente. De ambos lados, la interacción entre Islam y Occidente se ve como un choque de civilizaciones, no cabe duda que el "próximo enfrentamiento" de Occidente "vendrá del mundo musulmán. La lucha por un nuevo orden mundial comenzará con la presión de las naciones islámicas y ya lo apreciamos en Afganistán, Irak y en los regimenes islamicos mas radicales como el de los mullah’s iraníes y conflictos de baja intensidad como los Hamas en Gaza y Hezbollah en Líbano. Nos enfrentamos a un sentir y a un movimiento que supera con creces los temas de las políticas y los gobiernos que las desarrollan. No se trata sino de “un choque de civilizaciones”: la reacción tal vez irracional pero sin dudas histórica de un antiguo rival de la herencia del Occidente judeocristiano, su presente laico y la expansión mundial de ambos.

Conflicto Árabe-Cristiano.- Históricamente, existe una gran interacción antagónica de la civilización árabe-islámica con los pueblos negros del sur, paganos, animistas y ahora por la labor de sectas protestantes cristianas. Anteriormente, este antagonismo tuvo su epítome en los esclavistas árabes y los esclavos negros. Se reflejó en Sudán, en la guerra civil aún no terminada entre árabes-islámicos y negros, en la lucha en el Chad entre los insurgentes apoyados por Libia y el gobierno, en las tensiones entre cristianos ortodoxos y musulmanes en el Cuerno de África y en los conflictos políticos, disturbios recurrentes y violencia intestina entre musulmanes y cristianos en Nigeria. Es probable que la modernización de África y la difusión del cristianismo aumenten el nivel de violencia en esta línea de ruptura. La Iglesia católica se mostró rígida y muy dura en sus discursos últimos confrontando las medidas del gobierno islamista de Sudán contra la minoría católica del país.

Conflicto Musulmán-Hindú.- El conflicto entre civilizaciones tiene profundas raíces en otros lugares de Asia. El choque histórico entre musulmanes e hindúes en el subcontinente se manifiesta no sólo en la rivalidad entre Pakistán y la India, sino también en la intensificación en la India de los conflictos religiosos entre los grupos hindúes de militancia cada vez más activa y la importante minoría musulmana del país. La destrucción de la mezquita de Ajodhia en diciembre de 1992 marco el punto de inflexión y puso de relieve el interrogante de si la India seguiría siendo un estado democrático laico o se volvería hindú.

Interacciones entre civilizaciones.- Las interacciones entre civilizaciones varían enormemente según su propensión a teñirse de violencia. Es evidente que entre las subcivilizaciones occidentales estadounidense y europea, y entre éstas y Japón, predomina la competencia económica. Pero en el continente eurasiático, la proliferación del conflicto étnico que llego al extremo de la "limpieza étnica" no fue totalmente fortuita; su frecuencia y violencia fueron mayores cuando hubo conflicto entre grupos pertenecientes a distintas civilizaciones. En Eurasia las grandes líneas de ruptura históricas entre las civilizaciones arden nuevamente. Esto es particularmente cierto en el bloque islámico que, como una media luna, se extiende desde África hasta Asia central. También hubo y hay violencia entre los musulmanes y entre serbios ortodoxos en los Balcanes, los hindúes en la India, los budistas en Birmania y los católicos en Filipinas. Las fronteras del Islam están bañadas en sangre.

Confluencia de la Civilización: El síndrome del País Afín.- Es natural que los grupos o estados pertenecientes a una civilización que libra una guerra con personas de una civilización distinta intenten conseguir el apoyo de otros de su misma civilización. A medida que el mundo posterior a la Guerra Fría evoluciono, el conjunto de civilizaciones (lo que H. Greenway llamó síndrome del "país afín") sustituye la ideología política y el equilibrio tradicional de poder como principales bases de cooperación y alianzas.
Puede verse su gradual aparición en los conflictos que se produjeron en el Golfo Pérsico, el Cáucaso y Bosnia, después de la Guerra Fría. Ninguno de ellos fue una guerra a gran escala entre civilizaciones, pero en cada uno hubo elementos de confluencia de civilización que parece haber cobrado importancia a medida que se desarrollaba el conflicto y debe ser considerado un atisbo del futuro.
En la Guerra del Golfo un Estado árabe invadió a otro y luego luchó contra una coalición donde había principalmente estados árabes y occidentales. Aunque sólo unos pocos gobiernos musulmanes apoyaron abiertamente a Saddam Hussein, las élites árabes lo vitorearon en privado y cobró gran popularidad entre importantes sectores árabes. Los movimientos fundamentalistas islámicos apoyaron universalmente a Irak y no a los gobiernos de Kuwait y Arabia Saudita, respaldados por los gobiernos occidentales. Saddam Hussein, abjurando del nacionalismo árabe, hizo un llamado explícito al Islam.
Junto con quienes lo apoyaban, intentó definir la guerra como una guerra entre civilizaciones. "No era el mundo contra Irak, era Occidente contra el Islam". Pasando por alto la rivalidad entre Irán e Irak, el principal dirigente religioso iraní de ese momento, el Ayatollah Ali Khamenei, llamó -a través de una Sharia- a una guerra santa contra Occidente: "La lucha contra la agresión, la codicia, los planes y las políticas estadounidenses se considero como jihad, y quien muera en ella seria considerado un mártir". El fallecido rey Hussein de Jordania afirmó: "Ésta es una guerra contra todos los árabes y todos los musulmanes y no sólo contra Irak".
Fue notorio observar entonces: Que partes sustanciales de las élites y los grupos árabes confluyeran en apoyo de Sadam Hussein, lo cual hizo que los gobiernos árabes de la coalición antiiraquí moderaran sus actividades y bajaran el tono de sus declaraciones públicas. Los gobiernos árabes se opusieron a los posteriores intentos occidentales de presionar a Irak o se distanciaron de ellos, incluida la zona de prohibición de vuelos decretada en el verano de 1992 y el bombardeo a Irak de enero de 1993. La coalición antiiraquí, compuesta en 1990 por Occidente, la Unión Soviética, Turquía y los países árabes, se había convertido para 1993 en una coalición casi únicamente de Occidente y Kuwait contra Irak.
Los musulmanes compararon las acciones occidentales contra Irak con la incapacidad que demostró Occidente para proteger a los bosnios contra los serbios. Afirmaban que había una ley para unos y otra ley para otros. Un mundo de choques de civilizaciones, por tanto, es inevitablemente en un mundo de leyes dobles que se aplica a los países afines y otra al resto.
Los gobiernos y grupos islámicos, por su parte, censuraban a Occidente por no salir en defensa de los bosnios. Los dirigentes iraníes instaron a los musulmanes de todos los países a brindar ayuda a Bosnia; Irán, en violación al embargo de armas dispuesto por Naciones Unidas, suministró armas y hombres a los bosnios; grupos libaneses apoyados por Irán enviaron guerrilleros a entrenar y organizar a las fuerzas bosnias. En 1993 se informó que más de 4000 musulmanes de una veintena de países islámicos luchaban en Bosnia.
En Arabia Saudita y otros países hubo firmes presiones de grupos fundamentalistas para que sus gobiernos apoyaran más enérgicamente a los bosnios. Según informes, para fines de 1992 Arabia Saudita había brindado a los bosnios considerable financiación para armas y suministros de guerra, lo que aumentó en forma significativa su poderío militar con respecto a los serbios. En la década de 1930, la Guerra Civil española provocó la intervención de países fascistas, comunistas y democráticos. En los años 90, el conflicto yugoslavo provoco la intervención de países musulmanes, ortodoxos y cristianos occidentales. "La guerra en Bosnia Herzegovina se convirtió en el equivalente emocional de la lucha contra el fascismo durante la Guerra Civil española: se considera a los muertos como mártires que intentaron salvar a sus congéneres musulmanes". Los conflictos y la violencia se producirán también entre estados y grupos pertenecientes a una misma civilización, aunque es probable que sean menos intensos y más limitados que los que involucren civilizaciones distintas.
Pertenecer a una misma civilización reduce la posibilidad de violencia en situaciones donde de otro modo podría presentarse. En 1991 y 1992, mucha gente se alarmó por la posibilidad de un conflicto violento entre Rusia y Ucrania por motivos territoriales (Crimea en particular), por la flota del Mar Negro, por las armas nucleares y por los asuntos económicos.
Si la civilización es lo que cuenta, sin embargo, las probabilidades de violencia entre ucranianos y rusos deberían ser escasas. Ambos son pueblos eslavos, principalmente ortodoxos, que han mantenido estrechas relaciones durante siglos. A principios de 1993, a pesar de todos los motivos de conflicto, los dirigentes negociaban eficazmente y atenuaban los problemas entre ambos países. Aunque hubo serias contiendas entre musulmanes y cristianos en otras partes de la antigua Unión Soviética, y mucha tensión, y hasta combate entre cristianos occidentales y ortodoxos en los estados del Báltico, prácticamente no se registró violencia entre rusos y ucranianos.
La confluencia de la civilización ha sido limitada hasta el momento, pero ha estado creciendo y evidentemente podría difundirse mucho más. A medida que progresaron los conflictos en el Golfo Pérsico, el Cáucaso y Bosnia, las posiciones de los países y las grietas entre ellos coincidieron cada vez más con las líneas de civilización.
Los políticos populistas, los líderes religiosos y los medios de difusión descubrieron en esta confluencia un medio poderoso para despertar el apoyo de las masas y presionar a gobiernos vacilantes.
En los próximos años, los conflictos locales que mayor probabilidad tendrán de convertirse en guerras importantes serán aquellos que (como ocurrió en Bosnia y en el Cáucaso) sigan las líneas de ruptura entre civilizaciones. La próxima guerra mundial, de producirse, será una guerra entre civilizaciones.

Occidente Contra Todos los Demás.- Occidente vive en estos momentos un apogeo extraordinario de poder en relación con las demás civilizaciones. La súper potencia rival desapareció del mapa. Un conflicto armado entre estados occidentales es inconcebible y su poderío militar es inigualable. Aparte de Japón, Occidente no enfrenta desafío económico alguno. Domina las instituciones políticas y de seguridad internacionales y, junto con Japón, las instituciones económicas internacionales. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia resuelven los problemas de política y de seguridad internacionales; Estados Unidos, Alemania y Japón, los problemas económicos, y todos juntos mantienen entre sí relaciones extraordinariamente estrechas, excluyendo a los países menores, en su mayoría no occidentales.

Consejo de Seguridad y Occidente.- El predominio de Occidente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y su gravitación sobre sus decisiones, atemperadas sólo por la ocasional abstención de China y Rusia, llevaron a Naciones Unidas a legitimar que Occidente utilizara la fuerza para expulsar a Irak de Kuwait y eliminara la probabilidad de armas sofisticadas iraquíes y/o su capacidad de producirlas. También fueron la causa de que Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, tomaran la medida sin precedentes en función de la cual el Consejo de Seguridad exigió que Libia entregara a los sospechosos de haber colocado la bomba en el vuelo 103 de Pan Am y se impusieron sanciones al no cumplirse la exigencia. Luego de derrotar al mayor ejército del mundo árabe, Occidente no vaciló en descargar todo su peso sobre él. Occidente, en efecto, utiliza las instituciones internacionales, el poderío militar y los recursos económicos para conducir el mundo de formas que servirán para mantener su predominio, proteger sus intereses y promover sus valores políticos y económicos. Esto es, al menos, como los no occidentales ven al mundo nuevo y hay un considerable elemento de verdad en su opinión. Las diferencias de poder y las luchas por el poderío militar, económico e institucional son pues, una fuente de conflicto entre Occidente y otras civilizaciones.

Los Países Escindidos.- En el futuro, a medida que las personas se diferencien por su civilización, los países donde haya gran número de personas pertenecientes a civilizaciones distintas (como las ex Unión Soviética y Yugoslavia) serán candidatos al desmembramiento. Algunos otros países tienen un grado suficiente de homogeneidad cultural, pero se dividen en cuanto a si su sociedad pertenece a una civilización o a otra. Éstos son países escindidos. Sus dirigentes casi siempre aspiran a desarrollar una estrategia de unirse a los ganadores y a hacer del país parte de Occidente, pero la historia, la cultura y las tradiciones son no occidentales.

Caso de Turquía.- Turquía es el prototipo más evidente de país escindido. Sus dirigentes siguieron en los últimos años del siglo XX la tradición de Ataturk y definieron Turquía como nación-estado occidental moderna y laica. Colocaron a Turquía junto a Occidente en la OTAN y en la Guerra del Golfo; solicitaron ser parte de la Comunidad Europea. Al mismo tiempo, sin embargo, grupos de la sociedad turca apoyaron el resurgimiento del Islam y sostuvieron que Turquía es fundamentalmente una sociedad musulmana del Medio Oriente. Además, aunque la élite turca define Turquía como sociedad occidental, la élite occidental se niega a aceptarla como tal. Turquía no será miembro de la Comunidad Europea y la verdadera causa de ello, como sostiene la dirigencia islámica turca, "es que somos musulmanes y ellos cristianos, aunque no lo digan". Tras haber rechazado a la Meca y después de haber sido rechazado por Bruselas, ¿hacia dónde dirigirá sus ojos Turquía? Tal vez hacia Toshkent. El fin de la Unión Soviética da a Turquía la oportunidad de convertirse en líder del renacimiento de una civilización turca donde se incluyen siete países que se extienden desde las fronteras de Grecia hasta las de China. Alentada por Occidente, Turquía está realizando ingentes esfuerzos por forjarse esta nueva identidad.

La Conexión Confuciano-Islámica.- Los obstáculos que impiden que los países no occidentales se unan a Occidente varían considerablemente; resultan menores para los países latinoamericanos y de Europa Oriental y mayores para los países ortodoxos de la antigua Unión Soviética. Son aún mayores para los musulmanes, confucianos, hindúes o budistas. Japón se ha creado una posición única como miembro asociado de Occidente: en algunos sentidos se encuentra en Occidente, pero en gran medida es evidente que no. Los países que, por su cultura y poder, no desean o no pueden unirse a Occidente, compiten con él desarrollando poderío económico, militar y político propios. Lo hacen promoviendo el desarrollo interno y cooperando con otros países no occidentales. La forma más notable de esta cooperación es la conexión confuciano-islámica surgida para desafiar los intereses, valores y poderío de Occidente. Casi sin excepción, los países occidentales están reduciendo su poderío militar; igual que Rusia, bajo la dirección de Yeltsin. Sin embargo, China, Corea del Norte y varios países del Medio Oriente lo amplían notablemente, ya sea importando armas occidentales y no occidentales, o desarrollando sus propias industria nuclear y de sistemas de armas como el caso actual de Irán.

Los Nuevos Estados Armados.-Una consecuencia de esta situación es el surgimiento de lo que Charles Krauthammer llamó "estados armados", que son estados no occidentales. Otra consecuencia es la redefinición del control de armamentos, que constituye un concepto y un objetivo de Occidente. Durante la Guerra Fría el propósito principal de la limitación de armamentos era el equilibrio militar estable entre Estados Unidos y sus aliados por un lado, y la ex Unión Soviética y sus aliados, por el otro. En el mundo que siguió a la Guerra Fría, el objetivo principal del control de armamentos es evitar que sociedades no occidentales desarrollen poderío militar capaz de amenazar los intereses de Occidente. Occidente pretende hacerlo mediante acuerdos internacionales, presiones económicas y controles sobre la transferencia de armas y tecnología de armamentos. El conflicto entre Occidente y los estados islámicos se concentra en gran medida, aunque no exclusivamente, en las armas nucleares, químicas y biológicas, los misiles balísticos y otros medios sofisticados para su lanzamiento, así como en el conocimiento, la inteligencia y otras competencias en materia electrónica necesarias para lograr esos objetivos. Occidente promueve la no proliferación como norma universal y los tratados de no proliferación y las inspecciones como medios de dar entidad a esa norma. Amenaza también con una serie de sanciones a quienes promueven la propagación de armas sofisticadas y propone beneficios a quienes no lo hagan. Su atención se concentra, naturalmente, en los países que son o pudieran ser hostiles a Occidente. Los países no occidentales, por su parte, afirman su derecho a adquirir y desarrollar las armas que consideren necesarias para su seguridad. Incorporaron por completo la verdad contenida en la respuesta que dio el ministro de Defensa de la India cuando se le preguntó qué lección había recibido de la Guerra del Golfo: "No luches con Estados Unidos a no ser que tengas armas nucleares".

La ilusión nuclear.- Las armas nucleares, las armas químicas y los misiles se consideran, tal vez erróneamente, como un modo de equiparar la superioridad de la fuerza convencional de Occidente. China, por supuesto ya cuenta con armas nucleares; Pakistán y la India tienen capacidad de desarrollarlas. Corea del Norte, Irán, Libia y Argelia parecen estar intentando adquirirlas. Un alto funcionario iraní declaró que todos los estados musulmanes deberían adquirir armas nucleares, y se afirmó que en 1988 el presidente de Irán emitió una orden mediante la cual instaba a desarrollar "armas químicas, biológicas y radiológicas ofensivas y defensivas". En relación con el desarrollo de la capacidad militar para oponerse a Occidente resulta fundamental la ampliación continua del poderío militar de China Corea del Norte e Irán y los medios que emplean para generarlo. Animada por su espectacular desarrollo económico, China aumenta con rapidez sus gastos militares y avanza a paso firme en la modernización de sus fuerzas armadas. Compra armas a los antiguos estados soviéticos y desarrolla misiles de largo alcance; en 1992 realizó ensayos de su dispositivo nuclear de un megatón. Está desarrollando capacidades de proyección de poder, adquiriendo tecnología de reaprovisionamiento aéreo y tratando de comprar portaaviones. Este fortalecimiento militar y la afirmación de su soberanía en el sur del Mar de China provocan una carrera multilateral de armamentos en este de Asia. China también es un importante exportador de armas y tecnología de armamentos. Exportó a Libia y a Irak materiales que se pudieran utilizar para fabricar armas nucleares y gas neurotóxico. Ayudó a que Argelia construyera un reactor que puede utilizarse tanto para investigaciones sobre armamentos nucleares como para producirlos. Vendió a Irán tecnología nuclear que, en opinión de los funcionarios occidentales, no puede usarse más que para crear armamentos y, al parecer, envió a Pakistán partes de misiles cuyo alcance es de unos 480 Km. Corea del Norte mantuvo un programa de armas nucleares por mucho tiempo y vende misiles avanzados y tecnología de misiles a Siria e Irán. El flujo de armas y tecnología de armamentos suele darse desde el Este de Asia a Medio Oriente desde mucho tiempo atrás. Sin embargo, también hay movimiento en dirección inversa: China recibió de Pakistán misiles Stinger. Por tanto, ha surgido una conexión militar confuciano-islámica destinada a que sus integrantes adquieran las armas y la tecnología de armamentos necesarios para oponerse al poderío militar de Occidente. Esta conexión puede perdurar o no, pero en estos momentos es "un pacto de apoyo mutuo entre estados renegados, orquestado por quienes impulsan la proliferación y quienes los respaldan". Por lo tanto, entre los estados confuciano-islámicos y Occidente se está produciendo una nueva forma de carrera armamentista. Según el modelo antiguo, cada lado desarrollaba sus propias armas para llegar al equilibrio o conseguir la superioridad con respecto al otro. En esta nueva forma de carrera, un bando desarrolla armas y el otro intenta no equilibrar, sino limitar y evitar esa consolidación de armamentos mientras reduce su propio poderío militar.

Las Consecuencias para Occidente.-Es improbable que las identidades de una civilización sustituirán a todas las demás identidades, que las naciones-estado desaparecerán, que cada civilización se convierta en una entidad política coherente y única, que los grupos de una civilización no entrarán en conflicto entre sí, y ni siquiera que no lucharán unos con otros. Pero sí, surgen hipótesis según las cuales las diferencias entre civilizaciones son reales e importantes; la conciencia de la propia civilización aumenta; el conflicto entre civilizaciones sustituirá al conflicto ideológico y también otros tipos de conflicto como formas mundialmente dominantes de confrontación; las relaciones internacionales, históricamente un juego desarrollado en el marco de la civilización occidental, se harán cada vez menos occidentales y se convertirán en un juego en que las civilizaciones no occidentales serán cada vez más activas y no ya meros objetos.

Fuente de conflictos- Así pues, es más probable que las instituciones internacionales exitosas en ámbitos políticos, de seguridad y económicos se desarrollen en el marco de cada civilización y no entre dos distintas; los conflictos entre grupos de distintas civilizaciones serán más frecuentes, prolongados y violentos que los conflictos entre grupos de una misma civilización; los conflictos violentos entre grupos de distintas civilizaciones constituirán la fuente más peligrosa de enfrentamientos que puedan crecer hasta convertirse en guerras mundiales; el eje primordial de la política mundial serán las relaciones entre "Occidente y el resto del mundo"; las élites de algunos países no occidentales escindidos intentarán hacer de sus países parte de Occidente, pero en la mayoría de los casos enfrentarán grandes obstáculos para lograrlo y en el futuro inmediato, un importante foco de conflicto se ubicará entre Occidente y varios estados islámico. Aquí no se trata de hacer una defensa de los conflictos entre las civilizaciones, sino de presentar hipótesis descriptivas basadas en las actuales crisis. Y si éstas son hipótesis aceptables, es necesario considerar qué consecuencias tendrían para la política occidental.

Consecuencias de corto y largo plazo.- Estas consecuencias deberían dividirse entre la ventaja en el corto plazo y los cambios a largo plazo. A corto plazo, resulta claro que es de interés para Occidente promover una mayor cooperación y unidad dentro de su propia civilización, sobre todo entre sus componentes europeo y norteamericano; incorporar a Europa Oriental y a América Latina, cuyas culturas no se oponen a la occidental; promover y mantener relaciones de cooperación con Rusia y Japón; impedir que conflictos locales entre civilizaciones se conviertan en guerras importantes; limitar la expansión de la fuerza militar de los estados islámicos extremistas; moderar la reducción del poderío militar occidental y mantener la superioridad militar en el este y sudoeste asiático; aprovechar las diferencias y conflictos entre los estados islámicos; apoyar a otros grupos de civilizaciones que muestren inclinación hacia los valores e intereses de Occidente; fortalecer las instituciones internacionales que reflejen y legitimen los intereses y valores de Occidente y promover la participación de los estados no occidentales moderados en esas instituciones.



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