domingo, 30 de enero de 2011

Osadias cohibidas o no saber que es lo que esta pasando...

Domingo, 30 de Enero Opinión
Osadías cohibidas


Por:Darío Botero Pérez
 Dedicado a esa
“muy inmensa mayoría que nunca comprenderá que pasó”,
con la esperanza de que sus miembros entiendan lo que está pasando,
cuando se atrevan a usar sus cerebros y
 reivindicar su dignidad de seres humanos libres e iguales

Contexto
(Extractos del anexo “Fundación-Ford-desguace-argentino”).

“No es el objeto de este trabajo el estudio de tales comités que no son secretos: Trilateral Commision, Bilderberg Group en el Atlántico Norte, Williamsburg Group en el Pacífico Norte,  Council on Foreign Relations en EEUU, con su gemelo Royal Institute of Internacional Affaires para el Commonwealth, sus similares en Europa Occidental, y una compleja red de “Think Tanks” y Fundaciones inter-conectadas y dependientes de poderosas corporaciones trans-nacionales (TNC). Solo nos enfocaremos, en Fundación Ford, por la influencia que ejerce en sectores de centro-izquierda progresista e izquierda vocinglera con aspiraciones neo-jacobinas” …

Decía Nicholas Butler, un ex presidente del Council on Foreign Relations, que

“el mundo se divide en tres clases de personas: una pequeña minoría que toma las decisiones, una minoría más grande que las ejecuta, y una muy inmensa mayoría que nunca comprenderá que pasó”[1]

En 1971, cuando Jacobo Timerman comienza a publicar “La Opinión” define su línea editorial:

“‘La Opinión’ será de izquierda en lo cultural, de centro en lo político y de derecha en lo económico”…”

DBP: El faro intelectual de las derechas ultramodernas, Zbigniew Brzezinsky, advirtió el destino paria que les trazó el Imperialismo a los países manejados por lacayos y de los cuales mi sufrida Colombia ha sido el pionero dada la vileza de nuestros vendepatria:

“…las políticas de los mini-estados  tienen cada vez más rasgos mafiosos…
“se acepta que es inevitable un cierto grado de criminalidad: en consecuencia, en aras del orden (de las multinacionales) el delito organizado es generalmente preferible a la violencia anárquica (popular), y se convierte, indirecta e informalmente, en una prolongación del orden…

“Las guerras urbanas del hampa no provocan mucha indignación moral, y tampoco se interpretan como graves amenazas para la paz social. Solo se combaten con empeño los estallidos de violencia que apuntan contra esa paz, corporizada en la vida humana y en los grandes intereses creados: por ejemplo bancos, negocios o propiedades privada…

“Los intereses multinacionales prefieren una clase política mafiosa que tolere sus acciones, a una clase política que los enfrente. La corrupción es inherente al sistema.” (DBP: Álvaro Uribe Vélez,  en Colombia y la región latinoamericana, es una confirmación evidente del aserto que en el medio oriente simboliza Karzai)…

“El Orden Mundial controla a los ciudadanos de Estados Unidos a través de Fundaciones Exentas de Impuestos…

“… el objetivo ya no es instalar gobiernos y Estados “de izquierda” sino desguazar los Estados en beneficio de Corporaciones Multinacionales. Hace 30 años, China y Vietnam estaban “a la izquierda” del resto del mundo, y hoy son los grandes receptores de empresas capitalistas.” (subrayado por DBP)

“…como decía John D. Rockefeller – “Yo no quiero ser dueño de nada sino tener el control de todo” (subrayado por DBP)…

“… la élite universitaria, de izquierda o derecha, es importadora de fórmulas económicas, políticas y culturales, incapaz de elaborar pensamiento propio de acuerdo a las necesidades nacionales.” (subrayado por DBP)

“Lo que tenemos hoy son importadores de planes. Nuestro futuro se planifica desde afuera y para los intereses de afuera. Nuestros Ejecutivos son simplemente administradores de lo ya planificado”.  (subrayado por DBP, la ofensiva mundial de las multinacionales mineras hace parte de esa planeación dirigida a acabar con la biosfera, según lo desean los potentados guiados por el sionismo internacional, dedicados a profundizar la crisis y causar la guerra mundial)


Observaciones
Los intereses creados, según nos lo confirmó magistralmente Jacinto Benavente, poseen una fuerza socialmente invencible en condiciones normales.

La única potencia capaz de oponérseles y vencerlos es la de un interés superior.  No obstante, este interés superior suele ser desvirtuado por quienes viven de los intereses creados.

En otras palabras, las calamidades propias de la Historia se perpetuarán, a no ser que se imponga el interés superior de los condenados a la extinción sobre los intereses mezquinos de quienes la han decretado.

Sin caer en supersticiones tontas, es claro que el fin de los tiempos se aproxima para la especie humana si no somos capaces de hacer los cambios radicales que nos reconozcan la soberanía individual, garantizada por una sociedad democrática global en la cual todos seamos protagonistas y la autoridad sea monopolio del colectivo pero, jamás de nuevo, de individuos; por muchos votos que acaparen en la farsa electoral; o por muy arrogantes, despiadados, ambiciosos, represivos, asesinos e inescrupulosos que sean, independientemente de las imposturas virtuosas que representen para mantener a los crédulos borregos a su servicio.

Ya no nos convencen, ni nos conmueven, ni nos atemorizan los Duvalier de Haití ni los de Colombia ni los de Túnez ni los de Egipto ni los de Italia ni los de Irán ni los de Arabia (patria del criminal santón Osama bin Laden), ni los de Rusia ni los de Corea del Norte y, mucho menos, los de Corea del Sur o de Taiwan. Ya no pueden contar con la credulidad supersticiosa y el miedo reverente de sus víctimas.

Lo que se les viene encima es la justicia de los vilipendiados, generalmente bastante primarios, lo cual los hace temibles para quienes los han engañado abusando de su buena fe, casi siempre fundada en una ignorancia protuberante, impuesta deliberadamente por los potentados para mantener su farsa de seres superiores.

La decencia y la Verdad se imponen como anuncio de la Nueva Era que remplazará la denigrante, lamentable y necesaria Historia, paraíso de lacras sicópatas enfermas de megalomanía y carentes de escrúpulos.

La situación es tan lamentable que el gobierno que más esperanzas despierta en medio de la decadencia colectiva y casi unánime (como quedó claro en Cancún) de las sociedades jerárquicas y consumistas, el de Evo Morales en Bolivia, enfrenta al pueblo decretando alzas en los combustibles contaminantes que debemos dar de baja.

Es paradójico que lo haga después de ufanarse de sus minas de litio por el enorme potencial que representan para la transformación energética y la superación de la pobreza en toda la región, no sólo en Bolivia.

Lo limita una visión estrecha y cortoplacista, propia del horizonte capitalista enfocado en la utilidad inmediata. “Tanto el pasaje como el gasoil, así como los demás productos de carácter estratégico que afectan el comportamiento de los precios de la canasta familiar, deben ser controlados y de ser necesario subvencionados por el Estado” leemos en el anexo sobre el cura –con rango de obispo- Fernando Lugo, que dice gobernar al Paraguay.

Esa visión miope y cortoplacista lo induce a Evo a retirar los subsidios al consumo de necro combustibles, deteriorando sensiblemente las condiciones de vida de los más pobres.

Tal medida constituye una receta gastada del Neoliberalismo que -en Colombia y acatando los antecedentes de sus antecesores seguidores de la novedosa y letal doctrina neoliberal, desde Misael Pastrana (1970-74)- impulsó Belisario Betancur, el presidente que asesinó a los obreros de cementos El Cairo, cuando fue ministro del trabajo de Guillermo León Valencia.  También asó al poder judicial en 1985 y sigue disfrutando de impunidad, para vergüenza de la especie que quizás no logre hacer justicia, dada la avanzada edad del cínico y lascivo intelectual “humanista”.

Evo no cae en cuenta de que la explotación decidida de la abundante fuente energética alternativa (el litio) no sólo sufragará dichos subsidios sino que, si se explota seriamente, remplazará por lo alto las fuentes de energía tradicionales, tan depredadores y ruinosas.

Y tiene que ser pronto, de modo que la carga fiscal de los subsidios sea transitoria y los beneficios de la transformación energética comiencen a irradiar.

Por eso, esperar redentores, así su origen sea muy popular o se trate de “santos” como Wojtyla (que reúne ambas condiciones), significa perpetuar el atraso y la irracionalidad que lo causa.

Lo que corresponde es construir las instituciones adecuadas para el gobierno de la sociedad global democrática, tolerante y solidaria, respetuosa de las culturas y las identidades de los pueblos, siempre y cuando no afecten valores superiores como los representados por la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Es una tarea que nos compete a todos.  Y tiene que ser mundial, como lo previó el Marx científico.

Lo confirman los socialismos en un solo país, meros delirios incapaces de forjar un modelo sostenible de progreso y bienestar, a pesar de disponer de las condiciones materiales necesarias para hacerlo.

Quizás en Corea del Norte, Libia, Bielorrusia u otros países se podría reinventar el Mundo, pues no todos están embrutecidos con el Neoliberalismo que acabó con la URSS, está deformando a China y ha condenado a las republiquetas dependientes a su ruina absoluta.

Tal es el caso con la heroica hermana del Caribe, la gallarda Cuba, que podría construir un modelo pionero o piloto si se atreviese a ser original rompiendo con el consumismo que se ha constituido en guía general y universal de un desarrollo enfermizo que ya no seduce porque conlleva la destrucción.

Podría garantizar el consumo y el pleno empleo empoderando a su población y eludiendo el derroche, los desequilibrios y la explotación de los trabajadores, atendiendo adecuadamente su mercado interno.

Podría aprovechar su autonomía y el poder creativo de su población para forjar ese modelo universal.  Pero sigue adoleciendo del lastre jerárquico que supedita la vida de los pueblos al talento y las ambiciones de quienes los dominan, impidiéndoles a los sometidos hacer su aporte creativo a la sociedad.

No obstante, sus dirigentes tienen voluntad y compromisos auténticos con un progreso sano, de modo que pueden iniciar la implementación de la hermandad que el consumismo repudia aunque la Humanidad la añora desde siempre.

Quizás la política del Buen Vivir propuesta en Ecuador por Rafael Correa sirva de inspiración para superar el letal consumismo y garantizarles su consumo a todos los ciudadanos si, efectivamente, se implementa y deja de ser una promesa lúcida que trascienda la demagogia.

Parece indudable que falta confianza en el pueblo que se dice interpretar pero cuya iniciativa se teme.

Ojalá reaccionen aprovechando sus condiciones favorables, tan opuestas a las de Haití, por ejemplo, que necesita ser reconstruido y reinventado, y tiene la oportunidad de hacerlo, pero sigue en manos de quienes se esmeran en impedírselo, inclusive saboteando un ejercicio político independiente, como el que ofrece el partido de Jean Bertrand Aristide.

Más bien, USA, Francia y la MINUSTAH pretenden reproducir la asquerosa dictadura de papá y de baby Doc con sus escuadrones de la muerte.

Es el camino impuesto a Colombia y que México ya está transitando aunque no lo reconozca, tanto como el Salvador, Honduras, Guatemala, El Salvador, Panamá, Paraguay (donde, como en todos los países subordinados por las multinacionales, “cada vez más integrantes de la cúpula policial aparecen en el bando de narcotraficantes y otras bandas de delincuentes”), Afganistán y tantos otros candidatos a parias, como la otrora amable y orgullo de la región, la preciosa Costa Rica, ahora manejada por una funcionaria de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), resuelta a convertir en morideros sus selvas mientras hace lo posible por causar conflictos en la región, cual cualquier chalán mafioso de Salgar.

Por fortuna, un buen número de los llamados países socialistas disponen de la independencia suficiente para ensayar vías de progreso realmente sostenible y generoso, ajeno a los ideales consumistas de las sociedades desiguales y desequilibradas, indiferentes a la Vida.

Pero deben renunciar al culto a la personalidad, pues “son los pueblos y no los héroes quienes hacen la Historia”, según postulaba Marx, tan citado y traicionado por los socialismos del siglo XX.

Ojalá alguno se atreva a emprender un camino novedoso, avalado por la razón, la lógica y el sentido común, tan ramplonamente contradichos por la ideología neoliberal con su deplorable consumismo y su respeto supersticioso al individualismo depredador de los potentados, auténtico cadalso del individualismo de las mayorías despojadas de todo, empezando por su dignidad.

Es el único individualismo que consideran respetable porque es de “titanes”, según la ridícula novela de la sionista atea, Ayn Rand, “La rebelión de Atlas”, que se ha constituido en la justificación teórica del desastroso Neoliberalismo y sus recetas antieconómicas y ruinosas para los países y los pueblos de quienes las aplican.


Mientras tanto, las actitudes de Fernando Lugo -conocidas a partir de las saludables y refrescantes denuncias del generoso Julian Assange en su ejemplar Wikileaks, inspiración de gente digna que ya está aportando, como Al Jasira nos lo ha dejado saber desenmascarando musulmanes traidores y venales- nos dan luces para juzgar a los jerarcas que pretenden ser nuestros fieles interpretes mientras, a nuestras espaldas, le rinden pleitesía al ruin Imperio y traicionan los intereses de la región.

El anexo respectivo (tanto como el que trata de Argentina) es extenso y sustancioso porque aporta análisis sobre los gobiernos con aleteos de independencia surgidos en la región, de modo que vale la pena pegarle una leída crítica para dejar de creer en redentores y asumirnos como personas idóneas y capaces de expresarse independientemente; como gente, no como siervos de potentados o de sus viles admiradores.

Para concluir, incluyo dos documentos sobre el sionismo y otro sobre el Club de Bilderberg que conviene repasar con frecuencia si queremos entender lo que pasa en el trance agónico de la Historia, reacia a admitir el surgimiento de una Nueva Era y resuelta a arrasar con todo antes de que la Humanidad madure y supere los ruines criterios de progreso imperantes hasta ahora.

Se trata de cepos mentales impuestos por los potentados de todos los pelambres político-ideológicos concebibles, desde los ateos hasta las teocracias islámicas, auténticas vergüenzas y deshonras para la inteligencia, como la del ilegítimo gobierno de Irán, asesino de Neda y genocida de los mismos creyentes en el profeta licencioso.

Nos atan a un pasado horroroso que tenemos la obligación de superar para no perecer y desaparecer como especie, lo cual sería un triunfo para las demás formas de vida, víctimas de la despiadada Historia, este período de crímenes y depredaciones causados por la especie asesina y depredadora.

Dados sus crímenes de todo tipo, la Humanidad está obligada a desparecer o a dedicarse a reparar los inmensos daños causado a la Vida y la Naturaleza a raíz de la ciega codicia que aqueja a sus peores miembros, los potentados, que la aducen como justificación injustificable de todas las depredaciones.

De ella (la letal codicia) se vale y con ella se justifica ante los estúpidos ambiciosos, el monstruoso Neoliberalismo, promotor de todos los excesos a pesar de (o peor, gracias a) que es evidente que su consecuencia será la extinción.

Por eso, es urgente renegar de una vez por todas del absurdo consumismo que todo lo está destruyendo, hasta las esperanzas en un mundo digno.

Así está sucediendo en la cada vez más nociva y alienada China, alineada con los parámetros de desarrollo trazados por el capitalismo agónico con su teoría (o fe dogmática y absurda), el Neoliberalismo, mientras les da la espalda a prácticas productivas milenarias respetuosas del medio ambiente y, sin duda, reales expresiones de un desarrollo sostenible que el consumismo  convierte en destructivo, depredador y suicida.


Gracias, DBP



Fecha: 30/01/2011 Fuente: http://www.abrebrecha.com/116370_Osad%C3%ADas-cohibidas.html
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sábado, 29 de enero de 2011

Egipto: Mubarak intenta sobrevivir a su peor crisis

El experto analista político Prof. George Chaya hace un análisis fresco y acertado en torno a la crisis egipcia que algunos vemos  no solo como la continuación de un intento de democratizacion en los países árabes del Africa,sino como el inicio de un cambio en la geopolitica mundial. Por el momento para paliar la crisis de la situación EUA apelaría a sus reservas de petroleo que siempre ha guardado en espera de acontecimientos de esta naturaleza. Europa queda sorprendida y con sus tanques sobreviviendo a lo que dicte el mercado. En mi caso solo tengo de reserva lo que marque el tanque de gasolina de mi auto... De manera que quizá de rebote y sin quererlo , el cambio climático que requiere de aliado que algo pase con el petroleo fuera de la Tierra y el aun enterrado , encuentre en la crisis egipcia un excelente aliado. J.P.

Egipto: Mubarak intenta sobrevivir a su peor crisis

Hosni Mubarak, presidente de Egipto
El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, apareció este viernes ante las cámaras tras la peor semana que ha enfrentado su gobierno en casi 30 años.
Lo hizo en cadena de radio y televisión alrededor de la medianoche con los egipcios en las calles negándose a respetar el toque de queda impuesto por el gobierno tras la jornada más intensa de protestas que ya ha dejado 18 muertos en cuatro días.
clic Lea: Fuerzas armadas y de seguridad, el factor decisivo
En su primera aparición pública desde que se iniciaron los disturbios, Mubarak defendió el derecho de la población a expresarse libremente siempre que respeten la constitución y que no pongan en riesgo la seguridad en el país.
"Como presidente y con el poder que me da la constitución les aseguro que estoy trabajando por la gente y dándoles libertad de expresión siempre que se respete la ley. Pero hay una línea fina entre la libertad y el caos", afirmó.
Mubarak también pidió la renuncia de todo su gabinete y aseguró que uno nuevo sería anunciado este sábado.
Sin embargo, el mandatario no habló de cuál será su papel en ese cambio de gobierno ni mucho menos de la posibilidad de renunciar.
Pero ¿quién es este personaje que se ha convertido en una de las figuras más influyentes del mundo árabe?

Sobreviviente

Mubarak, de 82 años, es considerado un sobreviviente.
Descartemos que el proceso iniciado en Túnez termine en una democracia de corte liberal en cualquiera de los países en que por estas horas parecerían seguirle
George Chaya, analista de Medio Oriente
Pocos creyeron, en 1981, que el entonces vicepresidente y poco conocido Mubarak (quien llegó a la presidencia tras el asesinato del entonces líder Anwar Sadat) pudiera mantenerse en la presidencia. Mucho menos durante tres décadas.
Sadat fue asesinado por radicales islámicos en un desfile militar en El Cairo y Mubarak tuvo la suerte de escapar de los disparos mientras estaba sentado a su lado.
Desde entonces, ha sobrevivido por lo menos seis intentos de asesinato.
clic Lea también: ¿Qué pasa si cae Mubarak?
Pero además de su habilidad para esquivar balas, el ex comandante de la Fuerza Aérea también ha logrado mantener una posición de poder durante casi 30 años, posicionándose como un aliado de confianza para Occidente y luchando contra un poderoso movimiento de oposición dentro de sus fronteras.
Pero con los actuales disturbios en el país, su menguante influencia regional, su salud desquebrajándose y sin claridad en el asunto de su sucesión, muchos se preguntan cuánto tiempo será capaz Mubarak de seguir adelante.
Para el analista político y profesor experto en Medio Oriente de la Universidad de Canterbury, George Chaya, no será ahora que cambie el sistema en Egipto.
"Podríamos ser testigos de un cambio de gobierno, pero no de sistema político ni de agenda regional", aseguró Chaya en entrevista con BBC Mundo.
"Estados Unidos y Europa no lo van a permitir, los desafíos geoestratégicos que unen a Egipto con toda la región de Oriente Medio son demasiado sensibles como para que Washinton, París y Bruselas no traten de impedir por todos los medios que caiga el gobierno de Mubarak", dijo.
"Descartemos que el proceso iniciado en Túnez termine en una democracia de corte liberal en cualquiera de los países en que por estas horas parecerían seguirle", aseguró Chaya.

Vida privada y estricta

Nacido en 1928 en una pequeña aldea en la provincia de Menofya cerca de El Cairo, Mubarak insiste en mantener su vida privada fuera del dominio público.
Gamal Mubarak
El temor de la oposición es que el hijo de Mubarak, Gamal, se prepare para una especie de herencia dinástica.
Tiene dos hijos, Gamal y Alaa con su esposa Suzanne Mubarak, mitad británica y graduada en la Universidad Americana de El Cairo.
El presidente egipcio es famoso por llevar una vida estricta, sin alcohol ni cigarrillo, con días marcados por horarios fijos que inician a las 6 de la mañana y una rutina saludable que le dan una reputación de hombre en forma.
clic Testimonios desde El Cairo
En su juventud, algunos allegados se quejaban de la agenda del presidente que comenzaba con una sesión de ejercicio en el gimnasio o jugar al squash.
Muhammad Hosni Sayyid Mubarak fue juramentado el 14 de octubre de 1981, ocho días después del asesinato de Sadat.
A pesar de que en ese momento tenía poco atractivo popular o proyección internacional, el corpulento militar utilizó el asunto detrás del asesinato de Sadat -la paz con Israel- para construir su reputación como estadista internacional.

Estado de emergencia

Justo como su formación, Hosni Mubarak ha gobernado como un líder casi militar desde que asumió el poder.
Durante todo este tiempo, ha mantenido al país bajo la ley de emergencia, dando al Estado los poderes de arrestar o limitar las libertades fundamentales.
El gobierno argumenta que el régimen draconiano ha sido necesario para luchar contra el terrorismo islámico, que ha llegado en oleadas, a menudo teniendo como objetivo el lucrativo sector turístico de Egipto.
Aunque para algunos puedan existir puntos de encuentro y similitud con la relación de EE.UU. con gobiernos de facto en América Latina, no necesariamente es así en el Mundo Árabe
George Chaya, analista internacional
Mubarak ha presidido durante un período de estabilidad interna y desarrollo económico que significa que la mayoría de sus compatriotas han aceptado su monopolización del poder.
Sin embargo, en los últimos años Mubarak ha sentido por primera vez presión para fomentar las reformas políticas, tanto desde el interior de Egipto como de su aliado más poderoso, Estados Unidos.
Para George Chaya, "existen grandes intereses para Washington y Occidente respecto a la administración Mubarak".
clic Egipto: ¿Túnez parte II?
El tipo de régimen, la duración de su gobierno, el notorio interés de Occidente (en particular de Estados Unidos) en mantener la estabilidad han llevado a algunos observadores a comparar el gobierno de Mubarak con los regímenes de facto latinoamericanos de los años ochenta.
"Aunque para algunos puedan existir puntos de encuentro y similitud con la relación de EE.UU. con gobiernos de facto en América Latina, no necesariamente es así en el Mundo Árabe", dijo Chaya.
"Así se explican los llamamientos in extremis de los gobiernos alemán, francés y norteamericano al régimen de Mubarak para escuchar a la calle y hacer todas las concesiones necesarias con el fin de mantener la estabilidad. Eso no sucedió nunca en América Latina".

Elecciones

A pesar de asegurar que está abierto a un proceso político, muchos partidarios de la reforma dudan de la sinceridad del veterano líder.
Hosni Mubarak y su doctor
Los cercanos a Mubarak dicen que su salud y vigor están por encima de su edad.
"La supuesta democratización que se plantea por estos días, presenta, irónicamente la posibilidad de llevar al poder a partidos políticos que podrían deshacerse de la democracia", dice Chaya.
Mubarak ha ganado tres elecciones sin oposición desde 1981 y en 2005 cambió el sistema para permitir candidatos rivales.
Sin embargo, los críticos dicen que la elección estuvo caracterizada por la represión a movimientos emergentes, en especial la mayor fuerza política opositora: los Hermanos Musulmanes.

Edad y salud

El largo periodo en el que ha sido presidente, su edad y quién lo sucederá, son temas sensibles en Egipto.
Los cercanos a Mubarak dicen que su salud y vigor están por encima de su edad, a pesar de un par de recientes crisis de salud que reavivaron el tema de su próxima muerte.
Rumores que surgieron cuando viajó a Alemania en 2010 para una cirugía de la vesícula biliar o cada vez que desaparece de los medios por más tiempo de lo esperado.
No es difícil entender por qué Mubarak no ha nombrado un vicepresidente. Por lo tanto, Egipto sigue sin un sucesor claro.
Pero el temor de la oposición es que su hijo Gamal Mubarak, ex banquero de 40 años, se está preparando para una especie de herencia dinástica disfrazada de transición democrática.
Gamal insiste en que no tiene ambiciones políticas, pero se ha estado acercando hasta las filas del PND convirtiéndose en el principal defensor de la reforma económica y política.

Hasta el último aliento

Los historiadores señalan que todos los presidentes desde la revolución de 1952 provienen de la milicia y las credenciales civiles de Gamal podrían dificultarle el apoyo de tan importante grupo.
Pero las decisiones deberán ser tomadas antes de las elecciones de fin de año.
En el pasado, Mubarak dijo que seguirá sirviendo a Egipto hasta su último aliento.
Sin embargo, muchos observadores se arriesgan a afirmar que los hechos de los últimos cuatro días están aumentando las probabilidades de que su muerte sea más bien política.
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viernes, 28 de enero de 2011

EL DICTADOR



23-01-2011
Fernando Mires es un hombre de izquierda, ex exiliado chileno que se quedó trabajando en una universidad alemana aunque sigue  teniendo como objeto de investigación y de preocupación a América Latina. Es un conocedor de la realidad venezolana porque ha vivido y publicado en este país   que  visita, invitado por la UCV, para ponerse al día.
  
EL DICTADOR
Fernando Mires (*)
 
“Pero, ¡oh! ¡Dios mío! ¿Qué ocurre? Cómo llamar ese vicio tan horrible? ¿Acaso no es vergonzoso ver a tantas personas, no tan sólo obedecer sino arrastrarse? No son gobernados sino tiranizados (....) Soportar saqueos, asaltos y crueldades, no de un ejército, no de una horda descontrolada de bárbaros (....) sino únicamente de uno solo. No de un Hércules o de un Sansón sino de un único hombrecillo que ni siquiera ha husmeado una sola vez los campos de batalla” (Étienne de la Boétie “Sobre la Servidumbre Voluntaria”. 1553)
1.
La ausencia de democracia no siempre es una dictadura. Podemos decir por ejemplo, que hay naciones que son más democráticas que otras sin que las que son menos democráticas dejen de serlo. La ausencia de democracia puede ser también el desgobierno o la anarquía. La dictadura en cambio, a diferencias de la anarquía, es una forma de gobierno que por definición niega a la democracia.
 Si la dictadura es una forma de gobierno que niega a la democracia, podemos afirmar que en toda democracia, aún en la más perfecta, existe la posibilidad de su negación. Conclusión pesimista que lleva necesariamente a una optimista, a saber: que en toda dictadura existe también la posibilidad de su negación: la posibilidad democrática.
 Sin embargo, no todas las dictaduras han surgido como negación de la democracia. En ese sentido hay que diferenciar entre las llamadas dictaduras de origen -que son las que emergen de situaciones no democráticas- y las dictaduras de ocasión -que son las que han surgido del quiebre de una democracia-. Los gobiernos que siguieron al hecho independista latinoamericano fueron, por ejemplo, dictaduras de origen. En cierto modo se acercaban a la noción romana original de “dictatura” que definía a la institución o persona encargada de dictar leyes donde no las había. Las dictaduras de ocasión –independientemente a cuanto dure esa ocasión- son las que imperan en nuestros tiempos, tiempos caracterizados por la hegemonía de la idea de la democracia por sobre la de la dictadura. En ese punto no hay duda: la “invención democrática” (Claude Lefort) ha sido hecha suya -ya sea como realidad, ya sea como ideal- por la mayoría de las naciones de la tierra.
La democracia avanza sobre el planeta, pero de modo zigzagueante, hecho que ha creado un consenso internacional que más o menos dice así: las dictaduras pueden ser transitoriamente soportadas pero no aceptadas. Razón que explica por qué ningún dictador contemporáneo se designa a sí mismo como dictador. Todas las dictaduras de la tierra, en una tierra cada vez más democrática, quieren aparecer vestidas con ropa democrática. Más aún: quieren ser reconocidas como democráticas e, incluso, como una forma superior de democracia.  
2.
Las dictaduras emergen allí donde no hay, o dónde se quiebran las democracias. Las democracias, a su vez, pueden ser caracterizadas como formas de gobierno que resultan de elecciones libres y secretas a las que concurren partidos políticos, formas erigidas sobre la base del respeto a la constitución, a los derechos humanos y a la independencia de los poderes públicos. La democracia es, por lo tanto, una forma política y no social de organización.
La dictadura como forma de gobierno opuesta a la democracia supone la negación de las elecciones libres y secretas, la interdicción de los partidos políticos, la subordinación de la constitución a la voluntad del dictador, la violación sistemática de los derechos humanos, y la negación radical de la división de los poderes públicos. A esas características hay que agregar otras dos: su estructura militar y militarista y el ejercicio personal y personalista del poder: no hay dictadura sin un dictador.
Naturalmente, no todas esas condiciones se dan en cada dictadura. Cuando se dan todas, hablamos de dictaduras totales. Pero en la mayoría de los casos las dictaduras de nuestro tiempo no son totales (como sí son las de Corea del Norte, Cuba o Sudán), sino parciales. Si fueran totales, la lucha nacional en contra de las dictaduras sería casi imposible y ellas sólo podrán ser derribadas, como ocurrió con la dictadura nazi, por medio de la acción de fuerzas externas. Sin embargo, el ideal supremo de todo dictador es alcanzar el estadio de la dictadura total. El avance de las fuerzas democráticas a nivel mundial, la estandarización de los modos republicanos de comunicación política y la llamada globalización, que no sólo es económica sino también política y cultural, son razones que inciden en la formación de dictaduras parciales. De más está decir que uno de los objetivos más elementales de toda oposición antidictatorial es impedir que una dictadura parcial se convierta en total. Ese es, por lo demás, el punto de partida de toda lucha antidictatorial.
 Las dictaduras, y no sólo las de nuestros días, se sirven de algunas formas democráticas, hecho que utilizan los dictadores para legitimar su poder, sobre todo hacia el exterior. En algunos casos toleran la emergencia de sectores opositores a los que, cuando ya no pueden eliminar, los acosan para encerrarlos en cercos que no deben traspasar. Es el caso, por ejemplo de la dictadura de Zimbawe, o también, de la iraní y de la bielorusa. En otros casos, toleran ciertos espacios de prensa libre a la que someten a constantes presiones, extorsiones y amenazas.
Hay, por supuesto, distintos tipos de dictadura y los textos de teoría política son muy pródigos en clasificaciones. Dichos textos nos hablan de dictaduras cesaristas, bonapartistas, populistas, sultanistas, fascistas, comunistas, etc. No obstante, más allá de tipologías académicas, interesa constatar aquí que toda dictadura está caracterizada por tres rasgos fundamentales: la existencia de un dictador, la concentración de los poderes públicos en la persona del dictador, y la militarización del poder político. Eso lleva a concluir que toda dictadura, más allá de las formas que las caracterizan y de los hechos que las originaron, no puede prescindir de esos tres rasgos fundamentales.
 
3.
Llamará quizás la atención que entre los rasgos fundamentales de cada dictadura no aparezca el tema de la supresión de las elecciones. No se trata, sin embargo, de una omisión. Hay en efecto, dictaduras electorales, y en nuestro tiempo, las hay de modo creciente.
Las dictaduras antielectorales resultan casi siempre de golpes de estados o de tomas violentas del poder estatal. Fue el caso de Franco, de Sadam Hussein, de los Castro, entre otras. Hay sin embargo dictaduras que provienen de elecciones. El caso más conocido fue el de la dictadura de Hitler. Fue el mismo Hitler quien inició una costumbre dictatorial que ha hecho escuela: la de legitimar su poder mediante plebiscitos. En nuestros días, tanto Lucasenko como Mugabe recurren al mismo expediente. Milosovic en Serbia también hacía elecciones. En Irán hay elecciones regulares, aunque el poder central lo ocupan las castas sacerdotales. Pinochet y los dictadores militares uruguayos intentaban consolidar su poder mediante plebiscitos.
Muchos dictadores no sólo recurren a las elecciones. Además, abusan de ellas. Hay incluso regímenes dictatoriales donde hay más elecciones que en regímenes democráticos. En este sentido puede decirse que algunos dictadores han comprendido que mediante la perversión del sistema electoral pueden tener lugar avances más expeditos hacia el poder que mediante su supresión. Ello implica por cierto, correr el riesgo de perder alguna vez. Hay por supuesto dictadores que no quieren arriesgar nada. Fue, por ejemplo, muy conocida la receta de Francisco Franco para mantenerse largo tiempo en el poder: “no hay que meterse en política”- dijo. La receta la siguió a pies juntillas ese hijo de gallego que fue Fidel Castro. Ambos suprimieron radicalmente a la política, incluyendo a las elecciones.
En nuestro tiempo, en cambio, ha aumentado el número de dictadores que no suprimen algunas prácticas políticas, incluyendo a la más política de todas, que son las elecciones. Pero sí convierten, o intentan convertir a las elecciones en un medio de acumulación de poder. Lo que ellos llevan a cabo, y sistemáticamente, es un envilecimiento de los procesos electorales.
El envilecimiento de las elecciones no resulta siempre de la falsificación de los escrutinios, aunque hay que contar que bajo gobiernos militares lo más probable es que existan esas falsificaciones. El envilecimiento electoral opera, además, por otros métodos. Uno, el más preferido de nuestro tiempo, deviene de la monopolización de los medios de comunicación, sobre todo de la televisión.
Suele suceder en el caso de las dictaduras electoralistas, que el dictador se apropie de los canales televisivos estatales y extorsione a los privados para llevar a cabo verdaderos bombardeos publicitarios. De este modo, el dictador, como ocurría en la novela de Orwell, se convierte en el Gran Hermano que invade las esferas más íntimas de la vida de cada familia. Así como Mussolini y Hitler eran dictadores radiales, los dictadores del siglo veintiuno son dictadores televisivos. Hay algunos que pasan más tiempo en la pantalla que en su oficina de trabajo. Desde la televisión gobiernan, suponiendo que gobiernen, pues a la mayoría de los dictadores no les interesa gobernar sino sólo aumentar sus cuotas de poder.
Pero el abuso electoralista no se limita a los medios de comunicación. Si se trata de ganar elecciones o plebiscitos, los dictadores electoralistas ponen todos los servicios y dependencias del Estado, más los dineros recaudados, al servicio de la elección. De este modo los ministerios, las oficinas públicas y gubernamentales, se convierten en locales de agitación y propaganda electoral. De más está decir que los empleados públicos son sometidos a una intensa presión. Si no votan por el dictador, se les dice, perderán sus puestos de trabajo. Efectivamente, hay que ponerse en el lugar de un empleado público de quien depende la alimentación de una familia, antes de juzgarlo. Por más secreto que sea el voto, siempre pensará él que el dictador, tarde o temprano, se enterará por quién él votó. Al fin, más vale la pena acatar y no correr ningún riesgo. Algunos, a fin de aliviar sus conciencias, terminarán engañándose a sí mismos, afirmando que votan por convicción.
Por lo demás, el dictador es muy generoso con quienes lo apoyan. Tal generosidad se extiende en periodos electorales hacia los sectores más pobres de la población. En esos momentos el dictador se vuelve extremadamente dadivoso. Entonces aparecen los obsequios, los aumentos de sueldo, las donaciones, las neveras, los aparatos televisores, los aguinaldos, etc. Por cierto, hay gobiernos democráticos que suelen usar métodos parecidos, pero jamás con la descarada amplitud que ostentan los dictadores electoralistas de nuestro tiempo.
Por último, si todo eso no bastara, todavía queda la alternativa de la intimidación.
En periodos electorales los dictadores se vuelven extremadamente agresivos con quienes osan adversarlos. Las amenazas, los insultos, las extorsiones, se convierten en el pan de cada día. Durante esos periodos, aparecen por todos lados supuestas conspiraciones (todas ficticias, por supuesto), intentos de magnicidios (cuyos gestores nunca aparecen por ningún lado), amenazas de invasiones de países extranjeros, peligros de guerra con naciones vecinas. Las calles se llenan de comandos y piquetes pro-dictatoriales. En fin, el dictador logra crear un clima de miedo, incluso de terror, hecho que obliga a muchos de sus potenciales adversarios a no concurrir a las urnas, y si lo hacen, van tan atemorizados, que terminan votando a favor del dictador. Por si fuera poco, el dictador ordena a sus esbirros judiciales proscribir las candidaturas de los adversarios que estén en condiciones de lograr altas votaciones. Esa es una de las muchas razones que explican por qué no hay profesión más inmoral y degradante que la de un juez de una dictadura. El método de las “inhabilitaciones” judiciales inventado por Mussolini y reinventado por la teocracia persa, ha hecho escuela en Bielorusia y en Rusia. Y en otras lugares también.
 
No hay que olvidar que casi todos los dictadores son militares, y cuando realizan elecciones las ven como campos de batalla en donde es necesario vencer recurriendo a todos los medios posibles. Así se explica como los dictadores más audaces logran revertir encuestas y resultados. Muchas veces ni siquiera requieren falsificar escrutinios. Las elecciones mismas son, bajo esas circunstancias, una falsificación. La democracia, que vive de las elecciones, se convierte así en un simulacro de sí misma. Tiene lugar, mediante el forzamiento de elecciones, muchas veces innecesarias, una degradación paulatina de la vida ciudadana. Algunos opositores terminan dudando de la vía electoral, sin tener otra que recorrer. Un sentimiento de apatía y frustración se apodera de las conciencias políticas. Si eso ocurre, el dictador ha logrado un objetivo adicional: destruir por medios políticos los cimientos morales de una nación. La democracia se convierte, bajo esas condiciones, en el escenario de una serie de rituales destinados a cementar la autoridad del dictador. Los opositores esclarecidos, sin embargo, se esforzarán en mantener vivo el ideal democrático pues saben que toda dictadura tiene plazos históricos. Y, además saben que más temprano que tarde, los medios políticos de los que usa y abusa la dictadura, se volverán en contra del propio dictador. Así ha ocurrido en muchos países. Importante en este caso es no caer en la trampa del dictador. En efecto: el dictador intenta convencer a todo el mundo que la suya no es dictadura ya que realiza elecciones. Pero la democracia –eso lo sabemos todos- es algo mucho más profundo que la realización periódica y ritual de elecciones.
La democracia, además de una forma de gobierno, es un modo de vida, y como tal, hay que realizarlo día a día, resistiendo a todo aquello que atenta en contra de la libertad humana. Sólo a partir de esa resistencia cotidiana será alguna vez posible vencer al tirano en su propio terreno: el electoral. Así ha ocurrido al menos en algunos países sudamericanos. Un ciudadano político no debe renunciar jamás a las elecciones, por más prostituidas que ellas se encuentren. Pero tampoco debe seguir el ejemplo del dictador e imaginar que la única actividad política posible es votar cada vez que al dictador se le ocurra. No obstante, tampoco hay que olvidar que independientemente a los medios que utilizan para vencer en las elecciones y plebiscitos, la mayoría de los dictadores han sido gobernantes populares. En verdad, no hay ninguna razón que lleve a pensar que el ser humano es por naturaleza democrático. Mucho menos debemos pensar que siempre la libertad es el bien más preciado por las grandes mayorías. No hay dictador, en efecto, que no haya contado alguna vez con grandes bases de apoyo, incluyendo el de los sectores más empobrecidos. Eso significa que si bien no hay dictaduras que no sean militares, ninguna se sustenta sólo sobre bayonetas. Particularmente en América Latina, la combinación entre militarismo y populismo ha sido muy productiva para las dictaduras. Incluso muchos dictadores han sido grandes tribunos de masas.
4.
La condición política no es natural sino adquirida. Llegar a ser ciudadano autónomo implica someterse a un largo proceso de aprendizaje. Vivir en una democracia no es por lo tanto fácil ya que implica aceptar posiciones contrarias y convivir con ellas; nos gusten o no. Conocer los límites que separan el mundo privado del político, tampoco es fácil. A muchos resulta más cómodo delegar su responsabilidad ciudadana que asumirla. Hay incluso quienes no soportan la posibilidad de ser libres, y la política se convierte para ellos en un espacio de regresión a las etapas más infantiles, cuando había siempre alguien que decidía por nosotros. Los dictadores, no sé cómo y por qué, tienen ese sexto sentido que les permite captar las debilidades humanas y, lo que es peor: abusar de ellas.
Existe, como escribió en 1553 Étienne de la Boétie (“Sobre la Servidumbre Voluntaria”) una tendencia casi natural a la “servidumbre”. La idea fue retomada por Hegel, quien descubrió que los impulsos que llevan al siervo a subordinarse a su amo no están basados en la pura violencia. Freud, a su vez, descubrió que en cada ser humano existen tendencias que lo llevan, en un sentido individual, a regresar a la infancia perdida, y en un sentido colectivo, a la barbarie, al salvajismo y a la horda, o como diría Elías Canetti: hacia el “magma originario” Asumir la condición política presupone, en todo caso, haber dejado atrás la etapa de la barbarie. Noción profundamente helénica que retomó en el siglo XlX Domingo Faustino Sarmiento en su siempre incomprendido libro “Civilización y Barbarie”. En esa obra Sarmiento no identificaba a la barbarie con “los pobres”, como dicen sus malos críticos, sino a las masas apolíticas que seguían a caudillos militares, como al sangriento dictador Juan Manuel de Rosas. En ese contexto, Sarmiento recurría a la noción griega de barbarie. Eso significa que la barbarie aludía, según los griegos, a aquellos sectores que, viviendo en un mundo político, no habían alcanzado la condición política. En ese sentido es posible ser millonario y bárbaro a la vez, pues la condición política no tiene nada que ver con la condición social. Dicho a la inversa: se puede ser muy pobre y asumir derechos y obligaciones ciudadanas con integridad y decencia. Luego, la barbarie no está en el pueblo dado que el pueblo es una noción política. La barbarie aparece cuando el pueblo es convertido en populacho, el populacho es convertido en masa y la masa es convertida en tropa. No sin razón, el primer presidente populista chileno, Arturo Alessandri, se dirigía a sus seguidores con el calificativo de “mi querida chusma”. La “chusma” es a su vez el término que usó Hannah Arednt (Mob) para referirse a aquellos sectores sociales que se convirtieron en masa electoral del totalitarismo fascista.
Ahora bien, dentro de las múltiples contradicciones que asolan a América Latina, la de “civilización y barbarie” no es una de las menos importantes. En condición bárbara viven por ejemplo amplios sectores que si bien pueden estar integrados social y económicamente en la modernidad, no lo están políticamente. Para la gran mayoría de ellos, incluyendo a ciertos intelectuales, la política se reduce a una pura “cuestión” social. La lucha por las libertades les es completamente ajena, e incluso, les resulta superflua. En algunos países islámicos, que no son por cierto los más democráticos de la tierra, el concepto de “libertad” ni siquiera existe en el vocabulario político. Ese concepto es - como captó muy bien Bernard Lewis - reemplazado por el de “justicia”. Lo mismo ocurre en diversas zonas latinoamericanas. No fue casualidad que en el país de Sarmiento, el partido peronista no se hubiera llamado “partido demócrata”, o “socialista”, o “nacionalista”, sino que “partido justicialista”. Como es fácil deducir, la “justicia” alude a un tema social, pero no político. La política, en cambio, pone su centro en la lucha por la libertad. Más aún: desde el punto de vista político, no puede haber justicia sin libertad. El ideal de la barbarie política en cambio, no es la democracia sino la justicia social. El presidente, para los bárbaros sociales, no es un mandatario sino un “mandamás”, un caudillo, un “hombre fuerte”, en fin: “un justiciero”. Y casi siempre: un militar.
La barbarie dictatorial presupone la desarticulación de las asociaciones horizontales que marcan el espacio social de una nación incluyendo en ellas, las de “clase”. No deja de ser sintomático que todas las dictaduras, tanto las que se dicen de derecha, como de izquierda, atacan con saña a las organizaciones obreras, sobre todo a los sindicatos independientes. Las que se dicen de derecha proscriben a los sindicatos. Las que se dicen de izquierda los suprimen, estatizándolos, y por si fuera poco, en nombre del socialismo.
En muchas ocasiones, el dilema civilización-barbarie asume la forma de contradicción entre las ciudades y el campo. Pero –cuidado- no es lo mismo. Hay países en donde el mundo agrario se ha incorporado de lleno a los procesos modernizadores, y los campesinos se organizan en sindicatos independientes. Hay otros países en cambio, en donde prevalecen condiciones decimonónicas. En tales países, los dictadores, y quienes quieren serlo -como es el caso de Ollanta Humala en Perú- obtienen gran parte de su apoyo social en las regiones rurales culturalmente más atrasadas, regiones en donde todavía imperan relaciones patronales y caudillescas. Para las masas agrarias de muchos países, el Presidente es la reencarnación de “Buen Patrón” o, como llamaron a Trujillo: un gran “Benefactor”. No obstante, hay que consignar que la condición ciudadana no es demográfica. Hay muchos habitantes de las ciudades que tampoco asumen una condición ciudadana. Son los bárbaros urbanos. Si no existieran, ni en el campo ni en la ciudad habría dictadores. Porque, a fin de cuentas, la dictadura es la barbarie hecha poder: el fin de la polis: el lugar donde desaparece la polí-tica y aparece la poli-cía.
Así como según Hannah Arendt el totalitarismo europeo, en sus dos formas principales, la comunista y la fascista, surgió de la, por ella llamada, alianza entre “la chusma” y determinadas elites, las dictaduras latinoamericanas han emergido de la alianza entre masas culturalmente desintegradas y fracciones militares. A la cabeza de esa alianza se encuentra el dictador. Eso significa que el dictador latinoamericano casi nunca ha sido un personaje socialmente aislado. Por el contrario: bajo determinadas condiciones, la barbarie puede llegar a ser mayoría nacional.
5.
El dictador suele dominar muy bien el idioma de la barbarie puesto que tanto por su condición cultural como por su condición militar es, el mismo, un bárbaro. Así se explica que el proyecto de cada dictador es destruir las relaciones políticas que reglan la vida de cada nación, imponiendo su cultura, que no es otra que la militar. El ideal de cada dictador no es la vida política sino la vida cuartelera. La sociedad es para él un gran cuartel y el dictador imagina ser su Gran Comandante. Así se explica que su lenguaje sea siempre militarista. Su proyecto final, que es el de militarizar a la nación, comienza con la militarización de sus propias huestes, y eso pasa por la conversión de las masas en tropas. La tropa más que la masa corresponde con el ideal del cuartelero convertido en dictador.
Del mismo modo como la tropa militar, la tropa social de los dictadores no debe ser deliberativa. Por el contrario: las llamadas masas son integradas de modo vertical al Estado. No hay dictadura que no haya estatizado a los movimientos sociales que las apoyan. Dichas masas no deben pensar: sólo actuar. Las órdenes les vienen siempre de las más altas cúpulas, y en la más alta se encuentra el dictador rodeado de familiares y amigos íntimos. Es por eso que la mayoría de los dictadores intentan organizar a las masas en un partido único, permitiéndose en algunos casos la existencia de pequeños satélites que giran en torno a la maquina partidaria estatal.
Pero el partido único no es un partido en el sentido político del término. Partido viene de “parte”, y el partido único del dictador no es parte de nada puesto que su destino es representar al todo. El todo es, por supuesto, el dictador. A diferencia de los partidos políticos democráticos que giran en torno al Estado, el partido dictatorial es organizado desde el Estado. En su primera fase es un partido constituido por empleados públicos y militares. En una segunda fase, el partido integra y succiona a las organizaciones de masas, dándoles un carácter para-estatal. En una tercera fase, el partido dictatorial organiza a las masas como si fueran tropas, y en un sentido estrictamente militar. Esa es la razón por la cual el dictador tiene especial cuidado de que los cuadros dirigentes no sean políticos sino militares, o personas de extracción militar. Comandos, batallones, pelotones, son los nombres que designan a las diferentes unidades partidarias de masas.
La masa, el partido y el dictador, se confunden así en una nada de santísima, pero sí, diabólica trinidad. El Partido es el espíritu maligno que une a la masa con el dictador quien a la vez habla en nombre de la masa, del partido, y por supuesto, de sí mismo. A la vez ese “sí mismo” es el Estado: el Estado del dictador, quien a la vez se encuentra por sobre el Estado, y por cierto, por sobre la Constitución. Si por alguna razón la Constitución no concuerda con la voz del dictador, la Constitución, aunque haya sido procreada por el propio dictador, será modificada, y si no, violada. No hay dictador que no haya establecido una relación incestuosa con su propia Constitución. Al fin y al cabo, durante el periodo de un estado excepción, la Constitución es suspendida. ¿Y qué es una dictadura si no un estado de excepción permanente? (valga la paradoja). Más aún: es la nación en estado de sitio: la nación sitiada por su propio Estado.
6.
No es hecho casual que si bien los dictadores fundan un partido para realizar sus deseos personales, mantengan un discurso en contra de los partidos. En realidad, no hay nada más fácil y cómodo que criticar a los partidos políticos. Por una parte, al ser públicos, sus militantes y dirigentes están expuestos a la observación cotidiana. Por otra parte, por el sólo hecho de existir, los partidos se convierten en el blanco preferido de las críticas públicas. En periodos de crisis, asoma muy fuerte la crítica a la corrupción, la que, por cierto, es más visible en los partidos políticos que en otras instituciones públicas.
Desde luego, hay profesionales políticos corruptos. Pero no hay más ni menos que en otras profesiones, incluyendo la militar. Ahora, sobre la base de la crítica a los partidos, han surgido todas las dictaduras desde que hay partidos. El antipartidismo es la ideología originaria de cada dictadura.
Tanto Castro como Pinochet -los dictadores latinoamericanos más emblemáticos del siglo XX- intentaron legitimar, y con éxito, sus presencias ilegítimas en el poder, sobre la base de la crítica a los partidos. Aquello que resulta inexplicable es que en diversas ocasiones la crítica a los partidos es compartida por sectores antidictatoriales, olvidando sus representantes que fue esa crítica la que ayudó a llevar a los dictadores al poder. Más allá del hecho de que no hay democracia sin partidos políticos, los partidos políticos están llamados a cumplir funciones insustituibles, aún bajo una dictadura.
Aunque no sean los partidos las organizaciones que lleven al derribamiento de las dictaduras (generalmente no lo son), sí serán las organizaciones que se encargarán de negociar con las disidencias internas de la dictadura, las que tarde o temprano aparecerán. Además, los partidos son las organizaciones más adecuadas para hacerse cargo de los complejos periodos que llevan al tránsito de la dictadura a la democracia. Por último, son los partidos las instituciones que deben abrir un flanco para que en la política post-dictatorial, el partido que representó a la dictadura pueda seguir existiendo, no ya como partido-estado, sino como un simple partido parlamentario; uno más entre otros. Porque la otra alternativa es perseguirlos y prohibirlos. Pero estamos hablando de una democracia; no de otra dictadura. Y la democracia es para todos: incluyendo a sus enemigos. Por eso el dictador impugna a los partidos o, como decía Pinochet: “a los señores políticos”. La explicación es obvia: los partidos representan la posibilidad de una transición: un mañana democrático. Ese “mañana” es lo que más teme el dictador. Y tiene razón: ese “mañana” será el día de su muerte política.
Así se entiende el odio que sienten todos los dictadores frente a la política. Por eso intentan destruirla. Y a veces –ay- lo logran.
7.
La destrucción de la política comienza donde aparece su militarización. La militarización a su vez emerge cuando aparece un enemigo que supuestamente amenaza la integridad de la nación. Ese es el momento en que la política retrocede y da lugar al estado de guerra que es, casi por definición, excepcional. Luego la dictadura no es sólo militar sino, por lo mismo, es bélica. En cierto modo toda dictadura es una declaración de guerra del Estado a la nación políticamente constituida. No obstante, eso no lo puede decir públicamente ningún dictador. De ahí que el dictador legitime su dictadura como el resultado de una misión histórica que sólo él y nadie más que él puede cumplir.
La misión a cumplir es la lucha en contra de un gran enemigo “histórico”. Más, no se trata de cualquier enemigo. El enemigo del dictador ha de ser un enemigo omnipresente que mientras más omnipresente sea, más necesaria será la dictadura.
 Por cierto, en la lucha política también hay enemigos. Pero los enemigos políticos, a diferencia de los enemigos del dictador, son enemigos reales, visibles, tangibles. El enemigo de la dictadura, en cambio, debe ser un enemigo meta-real y meta-histórico y por cierto, imposible de ser vencido en cortos plazos. El enemigo debe existir ojalá para siempre. Así, la dictadura se perpetuará en el cumplimiento de su histórica misión. Para Pinochet, por ejemplo, el enemigo meta-histórico era el socialismo. La misión que debía cumplir sobre la tierra era la erradicación del socialismo y por cierto, de sus ideólogos, los llamados marxistas. Pero los marxistas para Pinochet no sólo eran los marxistas. Además eran todos los que alguna vez se pronunciaban en contra de su dictadura. En un momento dado, marxistas eran para Pinochet las monjas y el Papa, los partidos de centro y el propio presidente Carter. Lo mismo sucedió con Fidel Castro, aunque en un sentido inverso. La misión histórica de Castro fue definida por el mismo: luchar en contra del capitalismo y sus máximos representantes: los EE UU. Como obviamente nunca Cuba logrará derrotar al capitalismo mundial, a pesar de la gran cantidad de vidas cubanas inmoladas en tan absurda misión, la necesidad histórica de la dictadura puede proyectarse hasta el infinito.
Hoy han aparecido nuevas dictaduras militares en el planeta. Todas quieren cumplir una gran misión. La misión histórica que se han autoasignado muchas de ellas es la de derrotar al “imperio”, construcción ideológica muy adecuada para legitimar la existencia de la dictadura y que, además, sirve para todo. Sobre todo sirve para liquidar a sus enemigos internos, los que son presentados como agentes del exterior, vendepatrias, lacayos del imperio y otras exquisiteces parecidas.
Es importante, por lo tanto, no confundir a las dictaduras con sus ideologías. En ese sentido hay que tener en cuenta que lo que más interesa a cada dictador es conservar y aumentar su poder y en el cumplimiento de ese objetivo, cualquiera ideología, hasta la más estrambótica, puede ser utilizada. Por cierto, la lucha política es y será siempre lucha por el poder. En ese punto todos los filósofos políticos -desde Hobbes y Maquiavelo, hasta Weber, Schmitt y Arendt- están de acuerdo. Pero, a diferencias de la lucha política en donde el poder es un medio para la realización de un objetivo, bajo una dictadura el poder es un objetivo ante el cual han de ser subordinados todos los medios. Las ideologías de las dictaduras son también medios subordinados a aquel objetivo casi animal que se trazan todos los dictadores de la tierra: el poder por el poder y nada más que por el poder.
Luego es ocioso tratar de polemizar ideológicamente con una dictadura y sus representantes, trampa en la que tienden a caer con frecuencia los intelectuales democráticos. Por lo demás, quienes menos toman en serio sus ideologías son los propios dictadores. Los dictadores sólo se sirven de las ideologías cuando son funcionales al poder y jamás pondrán el poder al servicio de una ideología. Las dictaduras comunistas se designaban por ejemplo, como marxistas, y las anticomunistas, como cristianas. Pero el marxismo de las dictaduras comunistas tenía tanto que ver con Marx como el cristianismo de Franco y Pinochet con Cristo. El marxismo, las religiones, las ideas en general, han sido convertidas por las dictaduras en ideologías ocasionales al servicio de sus objetivos de poder. En gran medida los dictadores son grandes ladrones de ideologías. Sobre todo las dictaduras fascistas y fascistoides han sido expertas en prácticas ideológicas latrocinias. Hitler, por ejemplo, robaba de todas partes: del socialismo, del nacionalismo, de la filosofía clásica alemana, de la biología darwinista, etc. Los dictadores latinoamericanos, desde Perón hacia adelante, han seguido el mismo ejemplo. Ha habido algunos que son capaces de citar a Gramsci, Trotsky y Jesús en una sola frase.
Tampoco hay, por lo tanto –y éste es un punto que conviene dejar muy en claro- dictaduras de derecha o de izquierda. Denominar como de izquierda o de derecha a una dictadura es de por sí un absurdo, sobre todo si consideramos que tanto izquierda como derecha son nociones que sólo adquieren lógica y sentido en el marco de una práctica parlamentaria y democrática, donde izquierda, centro y derecha disputan entre sí, pero a la vez comparten el mismo espacio político. Hay sí, dictadores que roban ideas de izquierda e ideas de derecha, pero quien confunde el sentido de una dictadura con lo que una dictadura piensa de sí misma, no entiende nada de dictaduras.
Izquierda y derecha son conceptos democráticos y sobre todo políticos. Una dictadura, en cambio, se erige sobre la destrucción de la política.
8.
Como la política es simbólica, la destrucción de la política debe ser realizada mediante la destrucción de sus símbolos. Y el símbolo de todo símbolo es el lenguaje. Así se explica por qué todos los dictadores sin excepción, se esfuerzan en destruir el lenguaje político. No es cosa de azar que la mayoría de los dictadores utilicen un lenguaje soez, cargado de odios y agravios, en fin, de barbarismos. Tarea que no les cuesta mucho esfuerzo pues en la gran mayoría de los casos son los dictadores personas sin mucha educación. Además, se muestran orgullosos de no tenerla. En general los dictadores son personajes groseros e ignorantes. De los dictadores latinoamericanos Fidel Castro es quizás el único que ha pasado por una universidad. Si de ahí algo aprendió, aparte de disparar, no estoy muy seguro.
A través del empleo de un lenguaje antipolítico, el dictador imagina que él habla como habla el pueblo, lo que no es tan cierto. La mayoría de los miembros de los sectores populares, sobre todo los obreros, tienen un buen uso del lenguaje pues saben que sólo a través del lenguaje pueden articular sus intereses sociales. El lenguaje violento del dictador corresponde más bien con el que utiliza el hampa, las mafias y los delincuentes. No es la suya palabra de los pobres, sino que la de sectores socialmente desintegrados entre quienes se impone la ley del más fuerte. Y el más fuerte en esos submundos es siempre el más astuto y el más brutal.
No obstante, la destrucción de la política por medio de la destrucción del lenguaje político, cumple una función objetiva que el dictador –animal de poder- capta muy bien. Mediante el insulto y el agravio, se borran los límites entre los enemigos y los adversarios, distinción que es consustancial a toda práctica política.
El arte de la política consiste en convertir a los enemigos en adversarios. El arte del dictador consiste en convertir a los adversarios en enemigos.
Ya que la dictadura es una institución bélica, no hay lugar para los adversarios políticos. De este modo el dictador traza una línea horizontal a lo largo de la nación: “quienes no están conmigo, son mis enemigos”. Así se explica por qué el dictador trata a todos sus adversarios como enemigos de guerra a los que hay que enjuiciar y si los medios se tienen: ajusticiar. Suele ocurrir que amenacen, persigan, torturen y hasta asesinen a los políticos más democráticos, y no a los más radicales, lo que no debe extrañar porque la democracia y no el radicalismo político es la realidad que más amenaza a las dictaduras. Muchas veces, en su locura antidemocrática, los dictadores terminan convirtiendo a los líderes perseguidos, encarcelados y asesinados, en símbolos de la resistencia política nacional. Así ocurrió con el asesinado Padre Jerzy Popiluschko en la Polonia comunista. Así ocurrió con el asesinato de Benigno Aquino durante la dictadura de Ferdinand Marcos en Filipinas. Así ocurrió con el encarcelamiento de Hubert Matos en la Cuba de los Castro. Así ocurrió con el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador. Así ocurrió con el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en la Nicaragua somozista. Y así ocurre hoy con Ernesto Cardenal, perseguido y acosado en la Nicaragua orteguista.
Imponiendo la lógica de la guerra interna el dictador, además, concita el apoyo irrestricto de los estamentos militares quienes ocupan gran parte de las instituciones sociales y públicas. La militarización del Estado es el paso previo a la militarización de la nación.
La lógica de la guerra es la que también impera en el partido único dictatorial. Mientras que en una sociedad política manifestar una opinión contraria al jefe de gobierno que uno apoya es lo más normal del mundo, en un orden dictatorial el hecho de disentir se convierte en causa de alta traición, así como la formación de fracciones o el seguimiento de corrientes de opinión, en un crimen. Y es obvio: en un estado de guerra, deliberar está prohibido y disentir es traicionar. Por esa razón el dictador suele ser más cruel con sus propios disidentes que con los enemigos que él intenta “pulverizar”. No extraña entonces que los sujetos más cercanos al dictador, sobre todo los llamados ministros, dan la impresión de ser verdaderos zombis, personajes sin ideas propias cuya única tarea es repetir incansablemente la última ocurrencia del dictador. Con ese tipo de gentes es imposible polemizar ya que además, viven muertos de miedo, miedo que intentan disimular con descargas de odio en contra de quienes amenazan la continuidad dictatorial. Han vendido su alma al diablo, y saben que sin el diablo sólo les espera el infierno. O la cárcel.
Destruido el lenguaje político, el dictador, conocedor instintivo del valor de los símbolos, pasará a la fase más militar de su gobierno: la de la militarización de las masas a las que convertirá, simbólicamente, en tropas de combate, las que por ser tropas, no deben pensar. Y como el dictador odia a la democracia, odia a la diversidad, pues sin diversidad no hay democracia, ni tampoco pensamiento. La masa dictatorial no puede ser, por lo tanto, masa multiforme. La masa, como toda masa, deberá ser uni-forme. Esa es la razón que explica por qué la mayoría de los dictadores uni-forman a las masas, disfrazándolas bajo un sólo color, color que puede ser verde-oliva, negro, pardo, rojo. Y, dato curioso: los dictadores de tendencias fascistas tienen una extraña predilección por las camisas.
Desde Hitler, pasando por Perón (los descamisados), hasta llegar a nuestros días, la camisa ha sido uno de los símbolos preferidos de la uniformidad. El color único es evidentemente el símbolo del pensamiento único, que a la vez es la representación del “pensamiento” del dictador. Y la uniformidad es el símbolo de la pérdida de la individualidad y de la diferencia. Encamisada la masa uniforme, la camisa, como en los manicomios, se convierte en una camisa de fuerza. Desde ese momento, la individualidad -uno de los bienes más preciados de la condición humana- es adsorbida por un colectivo puesto al servicio de la voluntad del dictador.
En la masa, sus miembros ya no se pertenecen a sí mismos. Pasan, definitivamente, a ser propiedad del dictador quien posee a la masa sin compasión ni tregua.
Vestidas las multitudes con un mismo color, creen quienes las forman que todos son iguales entre sí: ricos y pobres; negros y blancos; mujeres y hombres; flacos y gordos, todos unidos en un sólo color, que es el color de la dictadura. En el delirio que invade a las muchedumbres cuando aúllan frente al macho furioso que las domina y violenta, imaginan ser guerreros prestos a inmolarse: carne de cañón de la historia patria. En la falsa igualdad de las camisas –obsceno simulacro de una igualdad social que no existe en ninguna parte- asistimos a la capitulación del ciudadano frente a la barbarie; al de la razón frente a la locura: el triunfo glorioso del principio de la muerte por sobre el de la vida: la muerte del Eros y el triunfo de Thanatos.
De ahí que las llamadas concentraciones políticas a las que convoca el dictador, son todo, menos políticas. Habiendo sido cerrado el espacio de la política mediante la prohibición real y simbólica de la diversidad, las concentraciones de masas devienen en verdaderas ceremonias seudo-religiosas destinadas a aclamar la presencia omnímoda del dictador. El dictador aparece entonces frente a “sus” masas como si aquello que tuviera lugar fuera la llegada del Mesías en gloria y majestad.
La masa delirante se realiza frente a la presencia del dictador vociferante, al mismo tiempo que el dictador hunde su –casi siempre- gordo cuerpo en el océano uniforme de la masa. En ese momento apoteósico y delirante, la muchedumbre grita cada vez que el dictador grita. La manada regresa a su momento originario; toda palabra pierde sentido; sólo los sonidos son significantes. Y en medio del estruendo infernal de la catarsis colectiva, suele suceder que el dictador, sobre todo si se trata de un dictador electoralista, caiga en un estado de espasmódico orgasmo retórico. Ya sin límites, comienza a gritar que él es el pueblo; que el pueblo está en él, y todo se confunde en un sólo caos; la locura se apodera de las camisas uniformadas, mientras el dictador, el único, ya no habla con su voz. A través de la estridencia de su boca coprófaga, hablan los antepasados, los “padres de la patria” de quienes el dictador quiere aparecer como un enviado de ultratumba El climax del orgasmo colectivo es alcanzado cuando el dictador, ya fuera de sí, ofrece su vida a las masas que aúllan sin ton ni son frente a ese carnaval orgiástico y pre-histórico, simulacro de inmolaciones y sacrificios colectivos, de sangres imaginariamente derramadas, y de batallas que nunca existieron ni jamás existirán.
9.
Quiénes, ajenos a la locura miran el ominoso espectáculo, son los mismos que saben que la farsa deberá alguna vez –quizás muy pronto- terminar. Y, como humanos que son, sólo desean que, Dios mediante, eso no termine tan mal como todo indica que así ha de suceder
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El discurso del mal, triste verdad...?

En la década de los 60 Pablo VI en Puebla y Medellin en alocuciones al publico que le escuchaba repite: "Quitaos los anillos de los dedos,antes de que os arranquen las manos". La miseria de América Latina en aquella época y la actual poco han cambiado . Cierto es que ahora nos comunicamos con celulares de ultima generación ,pero muchas  personas no alcanzan a ingerir una sola comida en todo el día.
En esta entrevista que muchos creyeron real,pero es falsa se incide-de nuevo - en el tema,desde una perspectiva mas dramática aun. Para algunos parecerá un relato de ciencia ficción,para otros una obra de tipo "macondiano",pero para las personas con conciencia social lo que se narra- y la forma de hacerlo tiene mucho de dolorosa  realidad. La pregunta que cabe es : Y cual es la solución...? .  Si me contesto ubicado en el contexto de Costa Rica no veo ninguna,salvo que los partiditos electorales que tenemos cada cuatro años y los tradicionales que arrastran mucha cola no precisamente pefumada,logren hacer un pacto transideologico,transpartidista para poner orden en un país que blasonaba de mucho y hoy comienza a cojear seriamente...J.P.

El “erudito” discurso del mal, la falsa entrevista a Marcola

04/11/2010
By Hunnapuh

marcola
Circula por internet una supuesta entrevista realizada por el periódico O’Globo de Brasil a Marcos Willians Herbas Camacho, conocido en el hampa brasileña como “Marcola”,  líder de la organización criminal Primeiro Comando da Capital. (PCC) que se actualmente, se encuentra preso en una cárcel en el estado de São Paulo.
Titulada como "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno" o «Escalofriante entrevista de la cadena televisiva brasileña O Globo al conocido capo "Marcola"», la supuesta entrevista hace un viaje socio-económico-politico por toda la problemática de pobreza, exclusión y crimen que azota a Brasil y a Latinoamérica, presentando al susodicho Marcola como el catalizador del terror e impotencias ciudadanas ante el embate del crimen organizado, el narcotráfico, etc, esta entrevista fué negada por el propio “Marcola” según se puede leer en la noticia relacionada.
Sin embargo el mensaje que deja es universal para nuestro caso y muchas de las “realidades” que Marcola expone son válidas y están vigentes incluso aquí en El Salvador, la “tierra del cambio”, que viaja a lomos de caracol.
Rodolfo_Terragno Rodolfo H. Terragno, político y empresario de medios argentino, publica un interesante artículo que titula “Lasciate ogni speranza” en alusión a la famosa frase que adorna la entrada al infierno de Dante, en el que analiza el montaje que se hizo del “discurso” de Marcola a la sociedad en algo parecido a lo que vivieron nuestros abuelos con la emisión radial de “La Guerra de los Mundos” de H.G. Well, montada por el actor Orson Welles a principios del siglo pasado o similar a lo que vimos en la película V de Venganza basada en el famoso Comic de Alan Moore, que utilizan un inteligente pero cruel discurso para exponer la realidad de la incapacidad del gobierno ante el crimen y resaltar el miedo que esto causa en la población.

Lasciate ogni speranza (Extracto). Rodolfo H. Terragno

worls_war Eran grandes como osos, y sus babeantes tentáculos no dejaban de moverse.  Habían llegado en un enorme objeto flamígero, que quedó estacionado en Grover´s Mill, New Jersey. Desde allí, los conquistadores emprendieron un raid fatal: a su paso, fueron destruyendo puentes, volando ferrocarriles y esparciendo gases venenosos.
La población siguió las alternativas de aquella invasión extraterrena mediante la radio. Pocos advirtieron que se trataba de una adaptación de La Guerra de los Mundos. Capcioso, Orson Welles había convertido la novela de H.G.Wells en  flashes “informativos”, con los cuales interrumpía las transmisiones de la CBS. 
            Ocurrió 68 años atrás, en vísperas de Halloween. Los medios de comunicación –se probó entonces— pueden esfumar los límites entre ficción y realidad.
arnaldo_jabor Un cineasta y periodista brasileño, Arnaldo Jabor, acaba de hacer su propia demostración.(de la efectividad del mensaje de Orson Welles En este caso, la radio fue substituida por Internet.
            Autor de libros como Sandwiches de Realidade o Invasão das Salchichas Gigantes, Jabor  hizo una entrevista apócrifa pero verosímil a Marcos Williams Herbas Camacho, Marcola: el jefe máximo de una temible banda (Primeiro Comando da Capital, PCC), que dirige el narcotráfico y el crimen organizado desde la cárcel de San Pablo.
            Aprovechando una leyenda, según la cual Marcola lleva leídos 3.000 libros, Jabot lo hizo elaborar un discurso erudito.  Su propósito era mostrar que los poderes públicos, en manos de una dirigencia incompetente o corrupta, han destruido (en Brasil como en otras partes) las bases de la convivencia social.
           El supuesto discurso de Marcola es éste:
•            “Ustedes nunca se ocuparon de la pobreza cuando era fácil resolverla”.
•            “Nosotros éramos noticia, solamente, cuando había derrumbes en los morros”.
•          “Ahora nosotros somos ricos gracias a la droga, y ustedes están muertos de miedo”.
•          “Con 40 millones de dólares, en la cárcel se manda. Con ese dinero, la prisión es un hotel. ¿Qué policía va a destruir esta mina de oro?”.
•            “Ustedes no pueden venir a matarme en la cárcel. En cambio, yo puedo mandar a matarlos allí afuera”.
•          “En las favelas hay cien mil hombres-bombas”.
•          “Ya no existen los proletarios explotados. Ahora hay una masa cultivada en el barro, que se ha educado en el más absoluto analfabetismo y está diplomándose en las cárceles”.
•          “Es la post-miseria, que genera una cultura asesina, asistida por la nueva tecnología: satélites, celulares, Internet, armas modernas”.
•          “Es ahora cuando ustedes empiezan a tener conciencia social. Pero ya es tarde”.
•          “¿No vieron el tamaño de las 560 favelas de Río?  ¿No sobrevolaron nunca en helicóptero la periferia de San Pablo?”.
•          “No tienen solución. Necesitarían muchos miles de millones de dólares, y ni eso alcanzaría, sin un profundo cambio psico-social en la estructura del país. Es imposible”.

Desafiante y apocalíptica, la marioneta de Jabor detallas las diferencias entre el establishment y el narcotráfico:  
“Nosotros somos una empresa moderna. Si un miembro flaquea, es despedido y   puesto en el microondas. Ustedes tienen un Estado en quiebra, dominado por incompetentes.
“Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos y burocráticos.
“Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en territorio ajeno.
“Nosotros no le tememos a la muerte. Ustedes están en pánico.
“Nosotros vamos al ataque. Ustedes están  a la defensiva.
“Nosotros somos no tenemos reparos en ser crueles. Ustedes tienen la manía del humanismo.
“Ustedes nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos a ustedes de payasos.
“A ustedes la gente los odia. A nosotros, sea por miedo o por amor,  nos ayuda”.

            
El falso Marcola evoca La Divina Comedia  y, recordando la frase inscripta en el portal del Infierno dantesco ("Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate") alerta a los dueños del poder político: “Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".
            La entrevista apócrifa –en portugués y en una magra traducción al castellano—trepó a diversos blogs, fue reproducida a través de incontables cadenas de e-mail y  alimentó diversos foros electrónicos.
            Muchos se sintieron amenazados por esa “cultura asesina” contra la cual –al parecer–  ya nada puede hacerse. Como Orson Wells con sus “noticias” sobre los aliens, Jabor estremeció con su “entrevista” a Marcola.
           Hay, sin embargo, diferencias.
           Los narcotraficantes son seres reales, no  imaginarios.
           Al poner ciertas verdades en la boca del capomafia  Jabor ayuda a comprender que la marginalidad es un subproducto de la desigualdad social.
           Llama la atención, por lo demás, sobre un hecho que a menudo se olvida: algunos problemas que pueden resolverse con relativa facilidad, se tornan insolubles con la acción prolongada.
          El diagnóstico del falso Marcola es correcto y su predicción –aunque dramatizada—sirve de alerta.
          Es lastimoso que, después de haber hecho tal servicio, Jabor no extraiga las conclusiones acertadas.  
          El periodista omite toda referencia a las causas últimas de la pobreza.
          No sospecha que el orden económico mundial tenga algo que ver.
          No advierte que el credo neoliberal –al cual adhirió años ha–  alejó las soluciones posibles.
          No distingue entre políticas que reducen la inequidad social y otras que la agravan.
          Tampoco entre aquellas que favorecen el desarrollo económico y otras que pueden frenarlo.

Prefiere proclamar la existencia de una “crisis institucional”, provocada por la “incompetência evidente” de los políticos; y hace que Marcola sugiera –como único modo de aliviar la situación—una  “tiranía esclarecida”.
Es una manifestación de racismo antipolítico. El mensaje es claro: si la sociedad sigue en manos de esa “raza”, lasciate ogne speranza.

Dante, por cierto, coloca a los violentos y a los corruptos en el Infierno; pero también reserva un castigo para los “oportunistas”: aquellos que en vida no hicieron nada, ni para bien ni para mal.  Los confina a las riveras del Acheron –río situado en el conurbano infernal–  y nos informa que serán eternamente atacados por avispas y gusanos.

Si el averno es aquel que –guiado por Virgilio— Dante exploró el Viernes Santo de 1300, conviene no aceptar el convite a la resignación.
Tampoco es útil, para la vida mundanal, aceptar que ya estamos todos (junto a Marcola) en el infierno.
(Rodolfo H. Terragno)


Aclarados los puntos respecto a la supuesta entrevista a Marcola ahora pueden leerla a continuación sin el velo de la mitificación.

“Escalofriante «entrevista» de la cadena televisiva brasileña O Globo al conocido capo "Marcola"

marcola2 El 23 de mayo del año 2008, el diario O Globo de Brasil en su Editorial Segundo Cuaderno, publicó una entrevista a Marcola del PCC. Él es Marcos Camacho, jefe de la banda carcelaria de San Pablo denominada Primer Comando de la Capital (PCC), que durante este año ha provocado numerosos actos de vandalismo en esa ciudad y alrededores.

La siguiente es la traducción textual del reportaje.

¿Usted es del PCC?


-Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía.
¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre "la belleza de esas montañas al amanecer", esas cosas. Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga.
Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social ¿Vio? Yo soy culto. Leo al Dante en la prisión.

Pero la solución sería…


-¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de "solución" ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río?
favela ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una "tiranía esclarecida" que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice.
¿O usted cree que los chupasangres (sanguessugas) no van a actuar? Si se descuida van a robar hasta al PCC. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta "conference calls" entre presidiarios.) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país.
O sea: es imposible. No hay solución.

¿Usted no tiene miedo de morir?


-Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva "especie", ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.
favela2 La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja.!
Yo leo mucho leí 3000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje.
¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas "con autorización" de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.

¿Qué cambió en las periferias?


-Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio. ¿Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila es despedido y "colocado en el microondas". Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos.
favela0 Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en super stars" del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos "globales". Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros "clientes". Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.

¿Pero, qué debemos hacer?


-Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a "los barones del polvo" (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. Pero, ¿quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tienen dinero ni para comida de los reclutas. El país está quebrado, sustentando un estado muerto con intereses del 20 % al año, y Lula todavía aumenta los gastos públicos, empleando 40 mil sinvergüenzas.

¿El ejército irá a luchar contra el PCC?

Estoy leyendo Klausewitz Sobre la Guerra. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stingers [1]. Para acabar con nosotros, solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?

Pero. ¿No habrá una solución?


-Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la "normalidad". No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral.
Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".

singers [1] El FIM-92 Stinger es un misil perseguidor infrarrojo tierra-aire diseñado en los Estados Unidos de América, en servicio desde 1981, que derriba naves. Puede ser lanzado desde el hombro de un soldado, que ataca objetivos a unos cuatro o cinco kilómetros de distancia. El arma lanza misiles mediante un motor de eyección.


Fuente: http://hunna.org/el-erudito-discurso-del-mal-la-falsa-entrevista-a-marcola/
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