martes, 6 de octubre de 2009

¿ LA ATIPICA HONDURAS …?


Desde que a mi país Costa Rica llega el ex presidente Zelaya en la madrugada de un día de junio han ocurrido hechos atípicos que uno puede llevar hacia atrás a la historia secular de Golpes de Estado en Honduras ,que poco se diferencian de similares hechos en el pasado en otros países centroamericanos y latinoamericanos.
O bien es posible examinar la situacion centrándose exclusivamente en los hechos actuales.
No pretendo hacer una historia de Honduras, tan solo agregar en este espacio dos sesudos comentarios actuales sobre Honduras y la OEA , al parecer los dos entes protagonistas de las noticias mas relevantes, haciendo a un lado la patética y atípica presencia del ex presidente Zelaya en la legación del Brasil , o la igualmente atípica presión del Presidente Chávez de Venezuela hacia la OEA y la atipica "sordera" de Obama hacia acontecimientos que ocurren en el tradicional "patio trasero" del Imperio.

No llama la atención un golpe de Estado en América Latina ,porque si uno se atiene a su rigurosa definición universalmente aceptada requiere de la intervención armada "manu militari" o mas atipicamente y postmoderna de la toma del poder para no soltarlo mediante cambios en la constitución de un país.Y como lo segundo no es lo tipico,sino lo atipico, pues aun ese concepto de "golpe de estado" no entra en las definiciones del diccionario político que nos rige.

Llama la atención si, que la impúdica doncella OEA ,que tipicamente actuara como un instrumento de la política exterior norteamericana pase ahora a ser un instrumento de la política exterior de los que atipicamente cambiaron la constitución de sus países (Cuba y Venezuela,para ser mas concretos)a objeto de expandir el reemplazo del "imperialismo norteamericano capitalista decadente" por el aun no explicado y bajado del Olimpo , el atipico " socialismo del siglo XXI" .

Dentro de esas atipicidades en que se mueve ahora la política en muchas regiones del mundo ,Honduras ,tal parece es el ejemplo típico de la atipicidad y como aun Ripley no colecciona estas rarezas, al menos hay que dar cuenta de ellas en algún sitio para los coleccionistas de cosas extrañas.

Damos entonces la palabra a dos columnistas que relatan la atipicidad de lo que ocurre en estos momentos en torno a Honduras
J.P.

A.- PREGUNTAS BASICAS PARA LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

Fuente: Margarita M. Montes , http://lahondurasposible.blogspot.com/

Desde el estallido de la crisis política hondureña el pasado 28 de junio, y en su nueva etapa de exacerbación con el retorno de José Manuel Zelaya Rosales al país el 21 de septiembre, la comunidad internacional ha exigido a Honduras que restituya en el poder al depuesto presidente.

Estas exigencias han sido unánimes por parte de 192 países representados en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), por 33 países miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y por el Presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, mediador del conflicto hondureño, a través de los Acuerdos de San José.

Sin embargo, también ha sido unánime el silencio de la comunidad internacional sobre aspectos críticos de la crisis que habría que manejar, tanto en el diálogo como en la práctica, para restablecer a Zelaya Rosales en la presidencia de Honduras. Ni la ONU, ni la OEA, ni los Acuerdos de San José han sabido lidiar con los temas fundamentales del conflicto. Se han limitado a exigir el regreso al status quo previo al 28 de junio. A lo sumo, Arias Sánchez ha planteado algunas condiciones para Zelaya Rosales en caso que recupere la presidencia, tales como la no convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, manzana de la discordia de toda esta crisis.

Pero aún así, nadie, absolutamente nadie en la comunidad internacional, ni a nivel bilateral ni multilateral, ha siquiera sugerido las respuestas para las preguntas clave de todo este embrollo, las cuáles son esencialmente dos:
1. Cómo sugiere la comunidad internacional que se armonice el retorno de Zelaya Rosales al poder con lo estipulado en la Constitución Política de la República de Honduras? Y con las disposiciones de la Corte Suprema de Justicia? Cómo hacer para que ambos sean compatibles y no excluyentes?

Cómo sugiere la comunidad internacional que maneje el pueblo y los tribunales de Honduras los cargos por delitos comunes, especialmente por corrupción, que hay contra Zelaya Rosales, y varios de sus colaboradores cercanos, en caso que el presidente depuesto regrese al poder? Hay que ignorarlos? Hay que desestimarlos? Hay que aplazarlos para cuando salga de la presidencia?

La capacidad de responder estas dos preguntas, conforme a los intereses de AMBAS PARTES, es la condición sine qua non para la solución de esta crisis.

A su vez, para encontrar la respuesta a estas interrogantes, hay que contestar otras que se desprenden de ambas, y que son igualmente claves para la resolución pacífica del conflicto:

-Qué parte del proceso legal de la crisis hondureña no acepta la comunidad internacional: reconoce las disposiciones de las instituciones jurídicas del Estado de Honduras, incluyendo la Corte Suprema de Justicia, previo al 28 de junio? Reconoce la existencia de una Corte Suprema de Justicia independiente previo al 28 de junio? Reconoce su independencia posterior al 28 de junio? O en ninguno de los dos momentos? Reconoce la comunidad internacional la facultad y jurisdicción de la Corte Suprema de Justicia de Honduras para declarar inconstitucional la “encuesta popular” que realizaría Zelaya Rosales el 28 de junio? Tiene o no validez jurídica la orden de captura girada contra Zelaya Rosales por la Corte Suprema de Justicia el 26 de junio?

La condena de la comunidad internacional para Honduras se basa únicamente en lo ocurrido el 28 de junio, es decir en la expulsión ilegal del territorio hondureño de Zelaya Rosales por parte de las Fuerzas Armadas? O su condena se basa también en todo el proceso legal contra el Presidente que venía ocurriendo antes del 28 y que incluía a diversas instituciones como la Fiscalía, la Procuraduría General y el Tribunal Supremo Electoral? Cuál de ellos actuó contra la ley? Cuál de ellos actuó conforme a ley?

Conocen los antecedentes de impunidad que han prevalecido en Honduras desde su retorno a la democracia en 1982? Conocen las necesidad y clamor del pueblo y las instituciones hondureñas por ponerle fin a esa impunidad? Comprenden el papel que desempeña el caso de Zelaya Rosales en la demanda del pueblo hondureño para que finalmente se siente un precedente de respeto a la ley en el país? Entienden lo que en la patología política hondureña significaría que se le diera amnistía a Zelaya Rosales por las violaciones constitucionales de las cuales se le acusa? Han analizado la trascendencia que tiene el caso Zelaya Rosales en el cambio de la cultura política hondureña?

Conocen y entienden las investigaciones por actos de corrupción del gobierno de Zelaya Rosales que ha venido llevando a cabo el Tribunal Superior de Cuentas de la República de Honduras? Reconocen la legalidad de dicho tribunal previo al 28 de junio? Después del 28 de junio? O consideran más bien que el Tribunal Superior de Cuentas está actuando al margen de la ley y en base a intereses políticos? Saben cuáles son los cargos por delitos comunes contra Manuel Zelaya? Saben cuántos y cuáles funcionarios del gobierno de Zelaya Rosales tienen juicios pendientes con la ley hondureña por actos de corrupción? Saben quiénes de ellos tienen órdenes de captura emitidas por la justicia hondureña y hasta, en algunos casos, por Interpol? Saben de cuántos millones malversados de lempiras o su equivalente en dólares está hablando el Tribunal Superior de Cuentas? Si se restituye a Zelaya Rosales, se le permitiría a estos funcionarios retomar sus cargos ?

Si la comunidad internacional no tiene la voluntad política ni la capacidad técnica de superar el enfoque simplista, y hasta ingenuo, con el que ha venido abordando esta crisis -restitución de Zelaya Rosales y punto- y no desmenuza todos sus componentes, no habrá una solución pacífica para este problema. Si bien este caso ha sido, desde un inicio, un asunto interno del Estado de Honduras, a estas alturas es claro que, atípicamente, su solución deberá pasar por la aprobación de la comunidad internacional.

Pero mientras ésta no aborde el conflicto de forma integral, descomponiendo y fraccionando el problema en todas sus partes, no podrá restablecer a Zelaya Rosales en Casa Presidencial, no al menos por la vía diplomática. Únicamente quedaría la opción del ejercicio de la fuerza, que si bien es improbable, no es descabellada, como no lo ha sido casi nada en todo en este episodio de la vida política hondureña. Esta alternativa, sin embargo, dejaría servida la mesa para una grave convulsión social o hasta una guerra civil en Honduras. Y esa, al menos aquí en Honduras, nadie la quiere.

B.- Honduras, ¿Waterloo de la OEA?

Fuente: Asdrúbal Aguiar , correoaustral@gmail.com

Quien sabe si Honduras termine siendo hasta la sepultura de José Miguel Insulza
La regla de oro del sistema internacional que nace en 1945 y trasiega al sistema interamericano en 1948, es la solución pacífica de las controversias. La negociación, la mediación, los buenos oficios y la conciliación, son medios y métodos diplomáticos por excelencia, inexcusables para los Estados ante sus diferencias más graves y hasta ominosas. Las medidas coactivas no caben, porque el uso de la fuerza, armada o no, económica o no, proscrita desde la Segunda Gran Guerra, constituye un hecho internacionalmente ilícito.

Sólo los órganos de seguridad colectiva universal o regional, según los casos, pueden adoptar medidas que impliquen acciones de "policía" preventiva o represiva, pero en los supuestos en que se encuentre en peligro la paz y la seguridad internacionales.

No por azar, a propósito de las reglas sobre la democracia contenidas en la Carta Democrática Interamericana, ésta dispone que cuando en un Estado miembro ha lugar a la "ruptura del orden democrático" cabe como medida suspenderlo en su participación dentro de la OEA. Empero, adoptada la decisión, como la que ahora afecta a Honduras con independencia del juicio que merezca, sólo caben las "gestiones diplomáticas" para el restablecimiento de la democracia. Y nada más.

Que Hugo Chávez adopte a sus anchas la decisión unilateral de jugárselas, primero interviniendo en el proceso electoral hondureño y luego forzando la presencia del depuesto Mel Zelaya en su país, sin que la OEA se inmute, muestra, entonces, que ésta ni respeta sus reglas ni es ya capaz de hacerlas valer.

Que Lula Da Silva le encargue a sus emisarios realizar la tarea que no ejecuta Chávez, llevando a Zelaya por su cuenta hasta la sede diplomática del Brasil en Tegucigalpa, para desde allí, a riesgo de ocasionar una guerra civil, darle un giro a la situación política de Honduras, y que la OEA nada diga en contra de tal proceder, revela que no es, si acaso, más que una entelequia notarial para las tragedias.

Ocurrida la intervención colombiana en Ecuador, en ejercicio de su legítima defensa frente a la narcoguerrilla que protegen el gobernante ecuatoriano y su par venezolano, la OEA se rasga las vestiduras. Nada señala, empero, cuando el último mueve a sus soldados hacia Bolivia, envía dineros para influir en la vida política argentina y uruguaya, o convence al mismo Zelaya de cargarse la Constitución para imponer en su patria el socialismo del siglo XXI.

El silencio de la OEA y también el de la ONU es por lo demás patético ante la iniciativa de Chávez de ofrecer a los rusos su territorio para el establecimiento de una base militar, o de comprarles armamentos que arriesgan la paz y la seguridad regionales. Nada opinan, por lo demás, a propósito del suministro de armas que hace a las FARC y del que se quejan noruegos y colombianos. Menos se dan por enterados dichos organismos de la denuncia que dice sobre el cobijo en Venezuela de terroristas islámicos y de quienes manejan el negocio trasnacional de las drogas. Y si se trata de la relación del propio Chávez con Irán o con dictadores perseguidos por la Corte Penal Internacional, ni una ni otra se dan por enteradas.

Volviendo a Honduras, cabe decir con el ex canciller Simón Alberto Consalvi, que no tiene dolientes. Se trata, sin embargo, de un país pequeño y económicamente desvalido pero con mucha dignidad y coraje. Intenta hacer valer al Estado de Derecho y a sus instituciones a contrapelo de una mayoría de gobernantes y de la burocracia internacional que las desprecian y hasta usan de las formas de la democracia para vaciarlas de contenido.

Quien sabe, pues, si por esas casualidades de la misma historia, termine siendo Honduras el Waterloo de sus agresores neoimperiales y hasta la sepultura de José Miguel Insulza.

Por lo pronto, si el 11 de septiembre de 2001 marca el término de la sociedad mundial de los Estados con el derrumbe de las torres gemelas de Nueva York a manos del terrorismo deslocalizado, es probable que el caso de Honduras y la prostitución del lenguaje político a que da lugar haga evidente la agonía y el fin del sistema de los Estados americanos.

De no otra manera no se explica que los Castro sean demócratas y no Micheletti, electo unánimemente por un parlamento democrático. O que Chávez, golpista contumaz y militar de la discordia, tache de golpistas a sus adversarios civiles y demócratas. O que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, todavía más, realice visitas al cuestionado Micheletti con su autorización, en tanto que Chávez no le permite, siquiera, acercar sus narices hasta Caracas, para dar cuenta de los presos políticos y de la huelga de hambre de los estudiantes, cruelmente agredidos por la Guardia Nacional.

COROLARIO:
Siempre se ha dicho que la excepción confirma la regla. Ahora bien,cual es la regla que la atípica Honduras confirma ahora...?
Sencillo: La regla muy genérica de que que en política cualquier cosa puede pasar,como bien advertía Jesucristo a sus discípulos ,pues con toda la inteligencia les decía: ¡A Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar ¡ ..es decir que nada , absolutamente nada tenia que ver la Justicia Divina con la harapienta justicia humana.

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