miércoles, 21 de marzo de 2012

EL LÍDER RELIGIOSO




 
Extracto del ensayo de Rafael Quiñones titulado:
“De líderes religiosos y de sentimientos morales”
           
La destrucción de la institucionalidad democrática, primero por la erosión pre-Chávez y luego su destrucción sistemática en la era chavista, no dejó otro modo de autoridad en Venezuela sino la basada en el carisma del líder.
La multitud en que se ha convertido la mayor parte de la sociedad venezolana (tanto desde el chavismo como de la oposición) funcionan con base a la incapacidad de separar la realidad de su representación. Al no poder hacer esta discriminación la multitud proyecta hacia el exterior sus ideas-imágenes interiores y necesita de un líder que a través de su discurso le ordene para crear coherencia en la realidad en que viven. No importa que las ideas para construir esa coherencia de la realidad sean lógicas, sólo que se cree un mundo común para todos.
El conductor de masas convierte la multitud en movimiento colectivo con base a la creencia, la fe, como en la religión. El líder como el clérigo es quien canaliza la fe como religión en la multitud. Las ideas gobiernan las masas pero no se gobiernan a las masas con ideas, al contrario del individuo racional agrupado en colectividades organizadas. Para llevar a buen término estas ideas, en una pasión unánime de las personas, convirtiendo las ideas en materia. Estos conductores de la multitud convierten las ideas en pasión y la evaluación objetiva de lo que se dice pasa a un segundo plano. Por eso al igual que cualquier líder religioso, el líder carismático como en el caso venezolano es un hombre de fe hasta sus excesos, porque todo líder carismático es un fanático y su fanatismo se comunica a las masas. “El hombre religioso no piensa más que en sí mismo” Nietzche.
El líder religioso no tiene que ser inteligente, porque el mundo de la multitud es de las pasiones, no de las reflexiones, por eso no negocia, no puede dejar dudas en sus afirmaciones, aunque las cambie radicalmente de un día para otro sin ninguna justificación. El líder de masas perfecto llega a la cima sacrificando lo que un simple mortal ama, ya que una ambición superior no tiene poder si no se le añade fe a sus creencias. El líder religioso tiene que ser más valiente que inteligente, porque el valor moviliza a las masas, mientras que la inteligencia desarma voluntades. Convierte las ideas en realidades para la masa, el debatirlas por la inteligencia desintegra las ilusiones compartidas entre los sujetos.
El líder religioso es un seductor de la multitud, lo transporta de un universo de razón a un universo de imaginación, donde las ideas y sentimientos encadenan a las personas las unas con las otras por encima de la realidad objetiva. Es por eso que el líder es espontáneo, porque tiene que salir de su pensamiento para entrar en el del público. Se emociona con la multitud con el objetivo de persuadirla de manera más contundente, experimentando con ellas sus mismas pasiones, creando el mecanismo con que la multitud galvaniza su lealtad al líder: La identificación. La multitud siente que el líder están reflejados ellos, que el comparte lo que ellos sienten, que otro líder más racional y práctico jamás comprenderá. No importa que el líder viva en condiciones distintas a las de sus seguidores, por medio de su discurso crea la identificación entre su persona y la multitud que la sigue.
Los seguidores del Presidente lo juzgan por sus sentimientos y buenas intenciones porque simplemente son los sentimientos y buenas intenciones de ellos mismos, condenarlos sería condenarse ellos mismos cosa que obviamente no quieren hacer. Evaluar su gestión con base a la realidad es doloroso, por eso se dice que lo bueno que se está construyendo está “en otra parte” lejos de donde vive su cotidianidad. Quienes agradecen más las Misiones no son quienes son beneficiarios de ellas, porque la realidad termina a la final creando insatisfacciones para quien la experimenta, sino quien sólo sabe de ellas por el discurso, porque la imaginación llena todo con relación al tema. Allí no existe incompetencia, corrupción o malversación. Si algo malo sucede no es culpa del líder sino de sus colaboradores que no saben concretarlo en la realidad. El líder te ama, pero son otros los que hacen que se amor no se concrete como tu quisieras.
Esto nos lleva tema de porque sus seguidores, después de trece años de promesas incumplidas, mala administración de un barril petrolero por encima de los 100$ y todo el poder del Estado en sus manos, aún creen en él y hasta pueden tener fe de que necesita más tiempo para concretarlo a futuro. Es que para cuestionarlo deberían cuestionarse ellos mismos y eso es doloroso, la identificación multitud-líder es fuerte, el Presidente encarna supuestamente los ideales de los pobres, no importa que nunca los vaya concretar. Condenarlo es condenarse a uno mismo, es como a un creyente le tuvieran que pedir que dijera que “Dios es malo”. Atacar al Presidente es una blasfemia cívica, porque nadie quiere oponerse a lo cree moralmente bueno y eso es lo que es el Presidente Chávez. Es mejor vivir en el mundo de la imaginación y de las buenas intenciones que en la cruel realidad de que uno está siendo manipulado.
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