martes, 27 de agosto de 2013

DEMOCRACIA VS. PRIMAVERA ARABE......Dos puntos de vista




Primer articulo: 

Por que la primavera árabe es incompatible con la democracia....

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Durante los días de las movilizaciones que acabaron con el régimen laico  del ex presidente Hosni Mubarak, escuchamos a muchos analistas occidentales desgranar halagos en referencia a la pacífica y civilizada revolución egipcia.

Lo grave es que muchos eran académicos de cursos universitarios que educan jóvenes que una vez graduados, se incorporan a organismos internacionales.


Era notorio que no tenían idea del daño desinformativo que estaban ocasionando a la opinión pública. Hasta llegaron a decirnos que todo era un gran movimiento liderado por una generación joven y pujante que se erigió en el paladín de la calle árabe desde la mítica plaza Al-Tahrir.
Ahora deberían explicarnos: ¿qué fue de esa generación joven y revolucionaria? ¿De qué revolución hablaron? ¿Dónde está en los hechos esa revolución? ¿Está en las Iglesias incendiadas y devastadas? ¿En las tumbas de los cristianos coptos y de los servidores del orden recientemente asesinados por la hermandad musulmana? La respuesta, aunque estos académicos, opinólogos y periodistas de la militancia ya no aparezcan en los medios de prensa, no parece estar por allí, sencillamente porquenunca ha tenido lugar ninguna primavera árabe como lo indiqué por dos años en varios escritos, conferencias y entrevistas.
De ninguna manera resultaba complejo percibir con claridad las derivaciones de “la primavera egipcia”. No puedo decir que me he sentido sorprendido ni decepcionado por el Consejo Militar que asumió el poder luego del derrocamiento de Mubarak, ni por el mismo Consejo Militar que destituyo recientemente al presidente islamista Mohamed Mursi. Todo era muy básico de interpretar; las prácticas inhumanas y despreciables de regímenes egipcios anteriores se potenciaron con la hermandad musulmana en el poder. La discriminación, la injusticia, la persecución y los crímenes sobre los cristianos coptos es el claro ejemplo de esta conducta maligna e impropia cuando se habla de democracia y revolución.
La mala utilización del término “democracia” ha servido como puerta de acceso de dictaduras que han aniquilado derechos y libertades de las personas a lo largo de la historia en todo el mundo árabe. Esto es así porque en algún punto de su proceso, la democracia no está exenta de ser el equivalente representativo de masas o el gobierno de las mayorías. Y generalmente la historia nos ha demostrado que en un gobierno dominado por la voluntad de las mayorías, los derechos de las minorías no están garantizados, por el contrario, suelen ser descuidados y a menudo violentados por quienes detentan el poder.
La historia política universal ha mostrado claramente que la democracia ha naufragado no pocas veces a manos de la masa entusiasmada, pero carente de ideas democráticas, ello ha dado paso a la anarquía y eventualmente a las dictaduras. Eso lo que ha ocurrido de forma constante en los países árabes. De allí que los voluntariosos académicos, periodistas y opinólogos occidentales deberían comenzar a considerar estas pautas cuando incursionan en asuntos árabes islámicos.
Cuando los occidentales hablan de democracia, asumen ingenuamente que significa lo mismo para todos los pueblos en todas partes. La tesis que sostienen es que el poder popular va de la mano con la libertad y la tolerancia a las minorías en todos los lugares del mundo. Ello es una suposición absurda y no fundada sobre historia o razón alguna para ser aplicada en el mundo árabe, y configura nada más que una mera ilusión del pensamiento occidental. En Oriente Medio y otras partes del mundo donde capea el integrismo, la ideología yihadista funciona como “una tiranía teocrática siempre’” y esto no cambiara hasta que la mezquita sea separada del Estado.
En casos como el egipcio, la injerencia de ideologías salafistas o wahabíes, portadoras siempre de segundas intenciones y dirigidas al establecimiento de un nuevo sistema de gobierno cercano al ‘’califato universal’’, era una obviedad que dispararía al caos actual. Esta situación llegó a pasar con casi todos los eventos en el mundo árabe. Desde Túnez a Egipto desde Libia al Yemen. Era claro que este escenario era lo que sobrevendría, pero no fue comprendido por las potencias occidentales ni por los opiniólogos que han analizado y hasta celebrando tal dislate en su momento. Aunque curiosamente se han llamado a silencio o han cambiado sus posiciones hoy.
En Egipto, dos facciones avanzan decididamente hacia la toma del poder, incluso de cara a las próximas elecciones libres y democráticas -si es que tienen lugar-, estos polos de poder son el Consejo Supremo de las fuerzas armadas (el ejército egipcio) y el grupo de la hermandad musulmana. Esta organización, que se sitúa en el epicentro del fundamentalismo radical, es un grupo que actúa como punto focal y espiritual de organizaciones yihadistas en todo el mundo.
La hermandad musulmana es la facción mejor organizada dentro del pueblo egipcio. De hecho, gran parte del pueblo egipcio está más cercano a la hermandad musulmana que a los militares, a quienes aun no ha declarado abierta hostilidad porque espera que faciliten y garanticen las próximas elecciones, pero este no será el caso si la hermandad declara una guerra abierta a las fuerzas armadas para que el destituido presidente Mursi sea repuesto en el poder.
Lo concreto es que dos años después del inicio de la revolución egipcia “hay que reconocer que la calificación de primavera ha sido meramente una expresión de deseo occidental y todo ha pasado a ser un invierno islamista de destrucción y violencia” donde ya no se escuchan los análisis eufóricos que alababan “la revolución egipcia”. Ahora que los salafistas están quemando iglesias, asesinando cristianos y miembros de la fuerzas de seguridad obligando al ejercito a responder con la violencia que se ve estos días todo es muy claro, y les guste a no a los deformadores de la realidad, el escenario actual viene a confirmar que: ni antes ni ahora ha habido tal cosa a la que llamar primavera egipcia.


 


Fuente:  Infobae Opinion, Primavera Egipcia. Por George Chaya
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Segundo  articulo: 

Europa, 1848 y la primavera árabe
 
Por Gabriele Crescente* 
 
Cuando se inició la “primavera árabe”, muchos observadores europeos compararon los levantamientos contra los regímenes autoritarios de África del Norte y de Oriente Próximo con los que provocaron el hundimiento de los regímenes comunistas europeos en 1989. Esperaban que se produjera una oleada de democratización y de desarrollo fomentada por una nueva generación de jóvenes que se inspirarían en los valores occidentales.
 
Tal y como señaló la directora general adjunta egipcia del FMI Nemat Shafik en mayo de 2012, la diferencia es que en 1989, “la economía mundial se encontraba en plena expansión, la Unión Europea estaba dispuesta a acoger entre sus miembros a países en transición y era fácil obtener financiaciones externas”. La transición de los países árabes se ha producido en un contexto mucho más difícil. Según Shafik, sin una “primavera económica” que acompañe a la renovación política, la primavera árabe estará condenada al fracaso, pero el peso de las profundas reformas necesarias ejercerá una gran presión sobre las arcas ya vacías de estos países inestables.
 
Tras el regreso sangriento del ejército en Egipto, todo el mundo es consciente del fracaso. Y la situación actual parece que puede compararse más bien con otro gran ciclo revolucionario que fracasó, la “primavera de los pueblos” de 1848, como destacan Robert D. Kaplan y Jonathan Steinberg.
 
Sin embargo, entre los puntos comunes notables entre los dos grandes acontecimientos, existe uno que pasa desapercibido: en los dos casos, se trata de la explosión producida tras un largo proceso de reequilibrio entre los sistemas económicos, políticos y sociales antiguos y nuevos. En 1848, el capitalismo burgués imperante intentaba acabar con el sistema feudal y asentar un modelo basado en la democracia parlamentaria y el liberalismo. En 2011, la crisis económica estallaba tras una larga fase de deterioro y de obsolescencia de estos regímenes autoritarios que databan de la Guerra Fría. Pero la clase media que tendría que haber apoyado la adopción de un modelo de tipo occidental era demasiado escasa y demasiado débil debido a su propia crisis. Entonces, el proceso pasó a manos de los islamistas, que en lugar de sufrir dificultades económicas, salieron reforzados de la situación.
 
Al igual que a mediados del siglo XIX, nuestra época aún no ha madurado y los movimientos islamistas regresan a la clandestinidad ante la actual oleada de protestas. Los países del Golfo, que han intentado aprovecharse del movimiento, se han dado cuenta de su magnitud real y han decidido sustituir a Europa y a Estados Unidos en la función de padrino de los policías autoritarios del orden regional. De este modo, ante los 12.000 millones de dólares que han ofrecido a los generales egipcios, las escasas ayudas bloqueadas por la Unión Europea como “fuerte respuesta simbólica” demuestran, de un modo casi ridículo, hasta qué punto la función de Europa en la otra orilla del Mediterráneo es irrisoria.
 
Para cosechar los frutos de una primavera de democracia y de desarrollo, Europa tendría que haber sembrado las semillas cuando el tiempo era favorable y apoyar a los principales actores del movimiento, en lugar de dividirse por ciertas complicidades con los regímenes dictatoriales corruptos y de emprender iniciativas vanas como la Unión para el Mediterráneo. Ahora ya es demasiado tarde. Quizás la primavera árabe esté llegando a su fin, pero, al igual que sucedió después de 1849, la dinámica histórica que la hizo nacer seguirá su curso. El dinero de los jeques no bastará para resolver las dificultades estructurales de los países árabes y el momento de pedir cuentas a los movimientos islamistas tan sólo se retrasará. Pero los europeos pueden estar tranquilos: en esta historia ya no tenemos ninguna función que desempeñar.(Presseurop)
 
*Periodista italiano. Trabaja desde 2006 en el semanario Internazionale. Responsable de la edición italiana de Presseurop.

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