domingo, 26 de mayo de 2013

RELATO DE UNA CRISIS.
La cruda realidad.
Mis amigos no venezolanos radicados en el exterior me preguntan sobre la realidad del desabastecimiento. Algunos de ellos vivieron un tiempo con nosotros y conocieron el país de la llamada IV República y  unos años de la de la V. No pocos consideran que las noticias sobre el desabastecimiento responden  a una interesada campaña perversa por parte de sectores mediáticos opositores, ocultando que la burguesía criolla especula y acapara. 
Aunque en el relato anterior informamos de la situación, ahora tratamos de presentar una visión mas completa de ese problema en específico, pero  ubicado en el marco del contexto general del país. Consciente del riesgo de ser aburrido, estos relatos con los comentarios personales, tienen como objetivo también formar parte de la “memoria histórica”. Tal vez interesen en el futuro.

Al margen de las causas, los efectos y los remedios, desde hace aproximadamente tres meses, los ciudadanos sufrimos un brutal problema de desabastecimiento que comenzó por los artículos de la llamada “cesta básica alimentaria”, integrada por alimentos cuyos precios están regulados por el gobierno.  Ahora  el desabastecimiento se ha extendido a una innumerable lista de artículos como  los repuestos para autos, enseres domésticos, medicinas y muchos otros rubros. 
En estos días fue noticia en prácticamente la mayor parte de los principales diarios nacionales y en el exterior,  la carencia de papel higiénico y el anuncio de funcionarios gubernamentales de importar 50 millones de rollos de ese tipo de papel. La Asamblea Nacional aprobó de emergencia un crédito adicional por 591 millones de Bls  para importar: papel higiénico, toallas sanitarias y jabón para el baño. Ahora  a las ausencias en los llamados artículos para el cuidado personal, se les agregan   las hojillas de afeitar y los desodorantes.  Seguramente, aprobarán otro crédito de emergencia y desaparecerán nuevos productos. Infernal circulo vicioso.

 El desabastecimiento  se presenta con mayor o menor intensidad, según la zona del país. Caracas es privilegiada, pero no impide que también se formen largas colas ( filas ) de ciudadanos esperando lograr obtener algún producto, pues de ninguna forma los encontrará todos. En el interior del país la situación es mucho mas grave. Normalmente, los ciudadanos son marcados en las filas con un número en sus brazos El promedio de tiempo para adquirir alguno de los productos es entre una a dos horas en Caracas. En el interior del país, las personas comienzan a formar filas desde la madrugada y no siempre logran adquirir el producto buscado.

Complementariamente, además de los  aumentos autorizados  de un 20 por ciento en los productos regulados: carne, pollo, leche y los quesos nacionales, en los productos no regulados los aumentos han sido geométricos  El Banco Central de Venezuela (BCV) nos informa que la inflación en el primer cuatrimestre del año fue del 12.5 y en mayo fue de 4.3 por ciento. Cifras no comprensibles para el ciudadano común, pues en sus bolsillos golpean aumentos de precios superiores al 100 por ciento en una muy amplia variedad de productos no solamente alimenticios.

Las versiones oficiales.
Frente a un hecho evidente el gobierno ha tenido fundamentalmente tres versiones.
a)      
LLa tesis  del aumento en el consumo la sostiene Elias Eljuri, Presidente del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, quien asegura que el 95 por ciento de los  venezolanos  comemos tres o cuatro veces al día. Esa enorme capacidad de consumo desborda toda posibilidad de abastecimiento. En conclusión, suponemos que debemos comer menos porque ni siquiera importando miles de millones de dólares en alimentos, podremos obtener los alimentos necesarios. Además, necesitaremos utilizar menos papel higiénico.
b)      La tesis de los ministros de la llamada “área económica”, afirmando que los ciudadanos además de consumir mucho, motivados por una mal intencionada campaña de los medios de comunicación opositores, realizan innecesarias “compras nerviosas”.
c)      
LLa tesis de Nicolás Maduro  de acusar a los  empresarios  de reducir su producción y recurrir al acaparamiento, en el marco de una política desestabilizadora impulsada por el imperialismo. Públicamente acusó  de esas prácticas a Lorenzo Mendoza, Presidente del consorcio alimenticio Polar, convocándole para una reunión en la sede de la  vicepresidencia de la República.  Polar es la principal productora de  la harina pre cocida con la cual se elaboran  las arepas, el denominado pan criollo. 
EEl Señor Mendoza, ubicado por la Revista Forbes ocupando el número 328 entre los millonarios del planeta y quien siempre ha mantenido un muy bajo perfil, sorpresivamente realizó una conferencia de prensa afirmando: a) Hemos aumentado en un 10 por ciento nuestra producción, b) solamente cubrimos el 48 por ciento del mercado, c) hay otras 11 marcas de ese producto en el mercado, dos de las principales expropiadas por el gobierno se encuentran cerradas. Propone alquilarlas o comprarlas para aumentar la producción. d) Agentes del gobierno supervisan las plantas de producción y elaboran las guías para la distribución del producto, privilegiando a MERCAL en todo el país,  y a los supermercados privados de Caracas. ( incluyendo la llamada zona metropolitana)

Ante la firma respuesta, Maduro le acusó de político, amenazándole con decirle  cuatro verdades en la reunión que sostendrían en pocas horas.  El empresario bien informado fue a la reunión para decirle mas de cuatro verdades a Maduro. Además de lo afirmado en su Conferencia de Prensa,  le recordó al mandatario que CADIVI les debe 140 millones de dólares, agregó que toda la harina que utilizan es de su propia cosecha. Recordó que Venezuela tenía hasta el 2006 un superávit en la producción  de harina anualmente y ahora debe importar 400,00 toneladas cada año. Importación que controla el gobierno.

Conclusión, al finalizar  la reunión Mendoza declaró sonriente: “fue un encuentro extremadamente cordial”. Maduro por su parte dos días mas tarde dio su versión: “Tú has dicho lo que tenías que decir y yo también. Ahora, tu produces y yo gobierno”. Todo indica que  Maduro ignoraba la verdadera situación del problema alimentario y Mendoza lo ubicó en la realidad. En consecuencia, Maduro tuvo que además de aceptar sus argumentos, prometerle cancelar la deuda y facilitarle los insumos. Sobre el alquiler o venta de las plantas procesadoras de harina, el gobierno decidió ubicarlas en el Ministerio de Economía. Sencillamente continuarán sin producir.

El comportamiento de los ciudadanos.
El sistema de vida diaria ha cambiado para una gran parte de la población, especialmente las amas de casa y los ciudadanos de las zonas mas pobres.  Tomando como ejemplo lo que constato en la zona donde vivo la situación es la siguiente. Los tres pequeños  establecimientos de MERCAL están totalmente desabastecidos, pues el gobierno opta por realizar los llamados “mercados abiertos” en plazas públicas,  pero esos mercados no se realizan en nuestra comunidad. Por supuesto,  los pequeños abastos y supermercados no son abastecidos quedando por decisión gubernamental, como únicos distribuidores de los productos básicos, las dos grandes cadenas de supermercados privados: MADEIRENSE Y UNICASA.

A  esos supermercados llegan en forma irregular los tan buscados productos de la cesta básica. Por ello, lo normal es que un sector de la población que nunca realizó sus compras en esos lugares, depende ahora de adquirir en ellos algún artículo de la cesta básica en cantidades limitadas.  Ante esa situación hay un buen grupo de personas que TODOS los días temprano van a esos establecimientos  para ver que hay.  Por ejemplo, el viernes llegaron al MADEIRENSE, carne regulada y aceite de maíz. Según me contaba un señor ese día, una amiga que forma parte del grupo que  TODOS los días visita  en la mañana el supermercado, obteniendo la información sobre el producto que se pondrá en venta, le avisó que había llegado carne de precio regulado. Utilizando fundamentalmente los teléfonos móviles, los ciudadanos hacen correr la noticia. 

He venido siguiendo la situación  visitando el supermercado tres o cuatro veces en la semana, aunque no necesariamente adquiero algún artículo. Ese día llegué al supermercado  a las 9.45 y me tome el trabajo de contar las personas que se encontraban en una de las colas: 43. Para no especular sobre  el tiempo necesario para cancelar la compra me ubique en esa cola.  Durante la hora y 40 minutos que permanecí en la cola una persona al ver que yo  no había comprado aceite,  me solicitó que por favor utilizara mi cupo de dos botellas porque su familia era numerosa. Una joven me solicitó igual servicio entregándome dos paquetes de café, producto también limitada su compra.   Todas las personas en la fila compraron  las dos botellas de aceite para su consumo o como en mi caso, para favorecer a otra persona. Pocos en esa fila  compraron carne, dado que  la cola para la compra de ese producto era enorme.

El resultado práctico es que aunque los artículos se venden en forma limitada, el volumen de clientes es tan grande que en pocas horas el producto desaparece. Sin duda hay compras nerviosas, pues los ciudadanos aunque no necesiten el producto para consumo inmediato, proceden a lo que se denomina acaparamiento, aunque en pequeñas cantidades, pero en el total es un amplio volumen de productos que quedan fuera del mercado. Situación muy injusta porque no todos los ciudadanos cuentan con recursos para acumular productos.

Los otros abastos y pequeños supermercados de la zona permanecen vacíos, pues carecen de los artículos que demandan los ciudadanos, al no ser favorecidos en la distribución que establece el gobierno.
Esa situación es similar en  toda el área metropolitana,  pero más grave en los denominados barrios, donde los pequeños abastos no reciben alimentos de la canasta básica.  Lo peor es que se han producido asaltos a ciudadanos que llevan los tan buscados productos. Ya hemos expresado que en el interior del país la situación es mucho más dramática, dado que en general llegan los productos aunque en menor cantidad, a las capitales de los Estados. En las ciudades más pequeñas los ciudadanos deben desplazarse a la capital del Estado o recurrir al mercado “negro”.

El mercado “negro”.
Obviamente ante esa situación, los ciudadanos, especialmente los de mayores recursos, recurren a comprar los productos en un atípico mercado “negro”. Resulta que en la calle ante  los ojos de las autoridades y en muchos casos, frente a los supermercados,  los llamados “buhoneros”, vendedores de la llamada economía informal, tienen algunos de esos productos a 3, 4 o 5 veces el precio regulado. Tomando el ejemplo de la harina pan y las declaraciones de Mendoza, no desmentidas por el gobierno, ese producto está bajo estricto control de las autoridades desde el momento en que se produce hasta que llega al punto de distribución.  

Supuestamente, el grupo Polar no correrá el riesgo de desviar el producto para hacerlo llegar a otro precio a los buhoneros. Es muy poco probable que los gerentes de los supermercados privados se arriesguen a venderle productos regulados en grandes cantidades a los buhoneros, aunque posiblemente se produzca alguna filtración. Por ello, la principal vía que tienen los buhoneros para adquirir esos productos, son los centros de distribución de MERCAL. Es posible que también se produzcan hechos de corrupción por parte de algún transportista de empresas Polar y la Guardia Nacional, pero no es una cantidad significativa.

Lo evidente es que ese producto y prácticamente todos los regulados se pueden adquirir en la calle o en Cúcuta, donde el contrabando es de miles de toneladas, supuestamente “organizado” por los miembros de la Guardia Nacional que “custodian” nuestra frontera. Lo pintoresco  es que en las fronteras, esa Guardia Nacional, somete a un registro minucioso a los  ciudadanos, decomisándoles  las pequeñas cantidades de productos de la cesta básica que han adquirido en Venezuela.  A pocos metros de la frontera, en territorio colombiano, se encuentran por miles esos productos a la venta en pesos colombianos.

Las “soluciones”.
Es muy claro que no existen soluciones a corto plazo. En el mejor de los casos y vía importaciones, el gobierno podrá abastecer en forma irregular la llamada canasta alimentaria con productos subsidiados. El problema de fondo en cuanto al autoabastecimiento que logre la tan cacareada “soberanía alimentaria”, la cual supuestamente ya habíamos logrado, requerirá de tiempo, pero fundamentalmente de un cambio de políticas.

En el caso de las importaciones, tomando en cuenta que no se cuentan con dólares suficientes, tendrán que establecerse  prioridades, pues no solamente se importan productos de la canasta básica, se necesitan medicinas, maquinarias, piezas de repuesto y un largo etcétera. Pero sobre todo, tendrán que controlar la corrupción. Según las propias autoridades, se han escapado más de 20 mil millones de dólares  mediante el corrupto sistema de sobrefacturar  los  productos  o sencillamente fueron importaciones realizadas por empresas de “maletín”, las cuales  nunca llegaron al país. Tardío descubrimiento, sin que haya ningún indiciado ante la justicia. Además de los productos que llegaron y se pudrieron en las muelles o terminaron en Colombia. Mientras esa cadena de irregularidades no se quiebre, el problema del abastecimiento se mantendrá en condiciones críticas.

En cuanto a la producción nacional de alimentos y  de productos primarios o procesados, es muy claro que el gobierno ha demostrado su total incapacidad para hacer producir las miles de hectáreas intervenidas y el gran número de empresas confiscadas o compradas al sector privado. No solo en el sector alimentario es su fracaso.  Basta con el drama de las empresas de Guayana. Según la información oficial, todas las empresas siderúrgicas producen perdidas, han reducido su producción en un promedio de un 40 por ciento y ahora el país importa cabillas. El listado de esos fracasos sería interminable., El propio Maduro ha reconocido que el denominado control obrero sobre las empresas, “no es control, ni es obrero”.  

El difícil dilema

La caótica situación económica no se reduce solamente al problema del profundo desabastecimiento y la geométrica inflación, dado que hay un crecimiento en el desempleo, mientras que a nivel macroeconómico, crece la deuda interna y externa, aumentando  el circulante mediante la impresión de dinero inorgánico que le agrega gasolina a la inflación. También  parece evidente la reducción en la producción y en consecuencia la venta de petróleo, mientras aumenta  la importación de productos refinados derivados del petróleo.  

Pero esa crisis económica se produce en el marco de una clara crisis política, lo cual le dificulta al grupo gobernante tomar decisiones de cambio en las políticas económicas que se han venido implementando con grandes fracasos, en el marco del llamado “Socialismo del Siglo XXI”.

El cuestionamiento a los gobernantes por parte de una gran parte de la población y sobre todo, su profunda ineficacia e ineficiencia para encarar los problemas concretos, tratando de refugiarse en un gastado discurso ideológico, van debilitando las bases de su sostenimiento.
Es evidente  aunque traten de negarlo con abrazos y fotos, que no existe una coherencia en el pensamiento del grupo en el poder. Al margen de las declaraciones para la galería, hay una lucha por el poder que no se hace pública en el aquí y en el ahora, porque pondría en peligro la sobrevivencia del régimen.  Esa incoherencia y luchas intestinas, complican la toma de decisiones.

En los últimos días, Nicolás Maduro ha dado algunos pasos de acercamiento con el sector privado, lo cual le  ha causado  críticas de los llamados  chavistas “duros”. Algunos analistas afirman que Maduro se encamina hacia un “giro a la derecha” en el plano económico, pero manteniendo sus duras posiciones en el plano político.  Un camino “chino” a la criolla.

Otros analistas señalan que Maduro optará por el camino “brasileño”, procediendo a un cambio en sus políticas económicas y también en el plano político.  Consideran que sencillamente es el camino “realista” para poder sobrevivir, dado que se ha reducido en forma importante su apoyo popular. El vacío dejado por Chávez no ha podido ser llenado ni siquiera parcialmente por Maduro,  ni por el denominado equipo “cívico militar” que dicen conduce el país. Y es evidente que el descontento con la situación nacional es creciente. A la crisis económica se le agrega el drama de la violencia delincuencial y la criminalización de todo acto opositor. Es un coctel explosivo.

En cualquier caso los pronósticos apuntan a un progresivo entierro del “Socialismo del Siglo XXI” y a un manto de olvido al “legado” y a la figura del  denominado “gigante”.
Por supuesto que está pendiente el resultado de las impugnaciones a las elecciones realizadas el 14 de abril. El Tribunal Supremo Electoral  deberá mas temprano que tarde pronunciarse. Pero en el aquí y en el ahora, parece claro que esa no es la principal preocupación de los ciudadanos, agobiados por la sobrevivencia en el día a día. 

Sin embargo, en algún momento se producirá la decisión del TSJ, probablemente desconociendo la validez de esas impugnaciones, por lo cual se entrará en otra etapa para la vida de los opositores y del país. Pero es otro tema para un análisis particular. Situación que en cualquier caso no ayudará la estabilidad de un régimen muy cuestionado por su origen y por su forma de gobernar.
En poco tiempo tendremos una respuesta. Mientras, todo indica que se aumentarán las dificultades a un gobierno atrapado en su incompetencia y en sus  propias contradicciones.

Venezuela, mayo 2013. carlosmoris@cantv.net.


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martes, 21 de mayo de 2013


¿Ha llegado la hora de un Gobierno mundial?

Publicado: 20 may 2013 | 4:47 GMT Última actualización: 20 may 2013 | 4:47 GMT
El mundo necesita una institución global que pueda deshacer el "nudo gordiano" del mercado económico y financiero mundial, ya que los políticos actuales actúan como "niñatos", según una columnista alemana.
En su artículo para el periódico 'WirtschaftsWoche Heute', la columnista Bettina Röhl lamenta que ni la ONU ni los líderes del G8 o G20 puedan resolver la crisis financiera debido a su inexperiencia y 'egoísmo' nacional.

"El doctor principal [Barack] Obama y sus colegas de menor rango de Pekín, Nueva Delhi, París, Londres, Berlín o Tokio están recentando medicamentos a un paciente llamado 'mundo en la época de globalización'" pero "no tienen ni idea" del efecto que tendrán sus remedios, asegura la autora del artículo. 

El mercado mundial -saturado de un número infinito de jugadores incontrolables– se parece a un "casino" en el que un "papel muy importante lo tienen los políticos". Por otro lado, allí operan también "tiburones del capitalismo como [George] Soros y [Warren] Buffet". 

Pero los líderes mundiales y los grandes economistas actúan como "niñatos que no tienen otra opción que hablar con falso optimismo sobre un cercano final de la crisis". Es decir, "todos simplemente esperan que los problemas se resuelvan por si solos tarde o temprano", concluye Röhl. 

En esta situación, ni los gobiernos conservadores ni la oposición "verdirroja" (las fuerzas izquierdistas y ecologistas) encuentran ninguna manera de resolver la crisis. Por eso "el mundo necesita un Gobierno global e imparcial (cuya aparición es imposible) que actuaría más rígidamente". Así los políticos abandonarían sus "falsas ambiciones" y las crisis económicas dejarían de "politizarse".



http://actualidad.rt.com/actualidad/view/94959-crisis-gobierno-mundial?utm_source=Email-Message&utm_medium=Email&utm_campaign=Email_weekly
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lunes, 20 de mayo de 2013


Papa Francisco  pide a responsables políticos valor para afrontar  reforma financiera ética



El papa Francisco ha pronunciado hoy ante los embajadores que acudieron al Vaticano a presentar sus cartas credenciales un trascendental discurso en el que ha pedido a los responsables políticos que tengan valor para afrontar una reforma financiera ética. Los nuevos embajadores ante la Santa Sede proceden de Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo y Botswana.
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Señores Embajadores
Me alegra acogerlos con ocasión de la presentación de las Cartas que los acreditan como Embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de sus respectivos países ante la Santa Sede: Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo y Botswana. Las amables palabras que me han dirigido y que agradezco profundamente, testimonian que los Jefes de Estado de sus países tienen el anhelo de desarrollar las relaciones de estima y de cooperación con la Santa Sede. Les agradezco que ustedes quieran transmitirles mis sentimientos de gratitud y respeto, asegurando mis oraciones por ellos y por sus conciudadanos.

Señores Embajadores, nuestra humanidad está viviendo en la actualidad como un momento álgido de su propia historia, teniendo en cuenta los avances registrados en diversos campos. Debemos alabar los logros positivos que contribuyen al auténtico bienestar de la humanidad, como por ejemplo en los ámbitos de la salud, de la educación y de la comunicación.

 Sin embargo, también hay que reconocer que la mayoría de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo en precariedad cotidiana, con consecuencias funestas. Algunas patologías aumentan, con sus consecuencias psicológicas, el miedo y la desesperación se apoderan de los corazones de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos; la alegría de vivir va disminuyendo; la indecencia y la violencia aumentan; la pobreza se vuelve cada vez más impactante.

 Se tiene que luchar para vivir, y, a menudo, para vivir sin dignidad. Una de las causas de esta situación, en mi opinión, se encuentra en nuestra relación con el dinero y en nuestra aceptación de su imperio y dominio en nuestro ser y en nuestras sociedades. 

De este modo, la crisis financiera que estamos viviendo, nos hace olvidar que su primer origen se encuentra en una profunda crisis antropológica ¡en la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano.

La crisis mundial que afecta las finanzas y la economía parece poner de relieve sus deformidades, y, sobre todo, la grave falta de su orientación antropológica, que reduce al hombre a una sola de sus necesidades: el consumo. Y peor aún, el ser humano es considerado hoy como un bien en sí que se puede utilizar y luego desechar. 

Esta deriva se verifica a nivel individual y social. Y además ¡es promovida! En este contexto, la solidaridad, que es el tesoro de los pobres, se considera a menudo contraproducente, contraria a la racionalidad financiera y económica

Al tiempo que los ingresos de una minoría van creciendo de manera exponencial, los de la mayoría van disminuyendo. Este desequilibrio proviene de ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando de este modo el derecho de control de los Estados, aun estando encargados de velar por el bien común.

 Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone de forma unilateral y sin remedio posible, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y el crédito alejan a los Países de su economía real y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade, una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de poseer se ha vuelto sin límites.

Detrás de esta actitud se encuentra el rechazo de la ética, el rechazo de Dios. ¡Igual como la solidaridad, la ética molesta! Se considera contraproducente; demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; se ve como una amenaza, porque rechaza la manipulación y el sometimiento de la persona. Porque la ética lleva hacia Dios, que está fuera de las categorías del mercado. 

Dios es considerado por estos financieros, economistas y políticos, como no manejable, incluso peligroso, ya que llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética -una ética no ideológica, naturalmente - permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social más humano. 

En este sentido, animo a los expertos financieros y a los líderes gubernamentales de sus países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: "No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles sus vidas. No son nuestros los bienes que poseemos, sino suyos" (Homélie sur Lazare, 1, 6: PG 48, 992D).

Queridos Embajadores, sería conveniente realizar una reforma financiera que fuera ética y, a su vez que comportara una reforma económica saludable para todos. Sin embargo, esto requeriría un cambio audaz de actitud de los dirigentes políticos. Les exhorto a que afronten este reto, con determinación y visión de futuro, por supuesto, teniendo en cuenta la naturaleza específica de sus contextos.

¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promoverlos. El Papa insta a la solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera.

La Iglesia, por su parte, siempre trabaja para el desarrollo integral de cada persona. En este sentido, ella recuerda que el bien común no debe ser una simple suma, un simple esquema conceptual, de calidad inferior, añadido a la agenda política. La Iglesia anima a los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien común de sus pueblos. Exhorta a los dirigentes de las realidades financieras a tomar en consideración la ética y la solidaridad.

 ¿Y por qué no acudir a Dios para inspirar los propios diseños? Se formará una nueva mentalidad política y económica que ayudará a transformar la dicotomía absoluta entre lo económico y lo social en una sana convivencia.

Por último, saludo con afecto, a través de ustedes, a los Pastores y los fieles de las comunidades católicas en sus países. Les insto a continuar su testimonio valiente y gozoso de la fe y del amor fraternal enseñados por Cristo. ¡No tengan miedo de ofrecer su contribución al desarrollo de sus países a través de iniciativas y actitudes inspiradas en las Sagradas Escrituras!

Y en el momento en que comienzan su misión, les ofrezco, señores Embajadores, mis mejores deseos, asegurando la cooperación de la Curia Romana para el cumplimiento de su función. Con este fin, de buen grado, invoco sobre ustedes y sus familias y sus colaboradores, la abundancia de las bendiciones divinas.

Texto traducido del original por Radio Vaticana: http://es.radiovaticana.va.

Tomado de:
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La filosofía del hitlerismo
Emmanuel Lévinas


Este artículo de Emmanuel Lévinas apareció por primera vez en la revista Esprit,_ n" 26, 1934, pp. 27-41, bajo el título "Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo", y publicado con posterioridad en el volumen colectivo Emmanuel Lévinas, Paris, Éditions de l'Herne, 1991, pp. 154-160, así como en E. Lévinas,Les imprévus de l'histoire, Montpellier, Faca Morgana. 

SE INCLUYE UNA EXCELENTE NOTA INTRODUCTORA DEL TRADUCTOR AL ESPAÑOL DEL ENSAYO DE LÉVINAS, EL BUEN AMIGO, LAMENTABLEMENTE DESAPARECIDO, CARLOS CASTILLO PERAZA (Yucatán, 1947- Bonn, 2000), INTELECTUAL, PERIODISTA Y DIRIGENTE DEMOCRISTIANO MEXICANO...



HE COLOCADO EN NEGRILLAS EL TEXTO DE LÉVINAS, QUE SIGUE A LA INTRODUCCIÓN.

Marcos Villasmil. 

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Fecha: 01/05/1998
La filosofía del hitlerismo
Emmanuel Lévinas
INTRODUCCIÓN DE CARLOS CASTILLO PERAZA

Este ensayo de Emmanuel Lévinas, —filósofo francés de origen judío-lituano— es también una revisión crítica del pensamiento filosófico y político occidental. El original del texto se publicó en la revista francesa Esprit en 1934 con el título de "Algunas reflexiones acerca de la filosofía del hitlerismo". Los análisis de Levinas en relación con el etnicismo y la limpieza racial, subyacentes a la barbarie política y bélica del nazismo, no han perdido actualidad. La traducción del artículo al castellano fue encargada a Carlos Castillo Peraza, quien elaboró una introducción que permite ubicar al desaparecido pensador en su contexto histórico y filosófico. Los subtítulos y las notas son también suyos.

Lévinas: Rigor intelectual y claridad política

En 1934, poco tiempo después de que Hitler ascendió al poder en Alemania, un filósofo de 29 años de edad y de origen judío-lituano publicó en la revista Esprit que fundó en París Emmanuel Mounier, un texto tan iluminador como sorprendente. La familia del autor había emigrado forzadamente a Rusia en 1915. pero el antisemitismo que se desató a partir de la revolución de octubre de 1917 la obligó a regresar a su natal Kovno, Lituania, de donde el hijo viajó hacia Estrasburgo, Francia. Allí comenzó en 1923 sus estudios de filosofía. Se llamaba Emmanuel Lévinas.

Con Husserl y Heidegger

En 1928, el joven estudiante se dirigió al Friburgo de Brisgovia, Alemania, y se convirtió en discípulo de Edmund Husserl, quien por aquellos días era el promotor y sumo sacerdote de la fenomenología. Esta fue un esfuerzo racional por liberar a la filosofía de juicios previos y presuposiciones. Sus propósitos eran dar al pensamiento un ancla en las cosas mismas y en los datos concretos de la experiencia, fundamentar así las ciencias y establecer un método para filosofar.
El seguidor más brillante de Husserl fue Martin Heidegger, independientemente de los desvarios políticos en que incurrió bajo el régimen de Hitler. Lévinas recibió también las enseñanzas directas de Heidegger, a quien reconoció siempre su magisterio racional y fenomenológico —raíz de los existencialismos ulteriores—, a la vez que lo criticó duramente por sus complicidades con el nacional-socialismo.

Después del Friburgo alemán  Lévinas enseñaría en el Friburgo de Suiza, donde el joven estudiante logró obtener su grado de doctor en 1930. De allí pasó a la capital de Francia donde participó en los encuentros filosóficos que promovía el existencialista católico Gabriel Marcel y entabló relaciones académicas y de amistad con Jacques Maritain —el renovador del tomismo— y con Jean-Paul Sartre, el más célebre de los existencialistas ateos. Este, por cierto, reconoció que fue la tesis de Lévinas en torno del pensamiento de Husserl la que lo llevó a descubrir la fenomenología, clave indudable de la obra sartreana. Ese mismo año Lévinas solicitó y consiguió la nacionalidad francesa.

De la guerra a la cátedra

En 1939 el nuevo ciudadano de Francia fue llamado a filas y en 1940 cayó prisionero en combate. Tuvo que pasar el resto de la guerra en un campo-prisión alemán, pero el uniforme francés lo salvó de la muerte: casi toda su familia fue masacrada por los nazis en Lituania bajo el monstruoso pretexto de la purificación racial.

Terminada la guerra, Lévinas consagró su existencia al estudio y la enseñanza de la filosofía y de la tradición teológica y sapiencial judía. Ejerció su trascendente y dialogal magisterio en las universidades francesas de Poitiers, Nanterre, París-lV-Sorbonne y Estrasburgo, así como en la suizas de Friburgo y Ginebra. Sus obras más conocidas son Descubriendo la existencia con Husserl y Heidegger, De la existencia al existente. Difícil libertad. Totalidad e infinito, Más allá de la esencia, De Dios que viene a la idea, Trascendencia e inteligibilidad y Entre nosotros.

Publicó además numerosos ensayos y artículos acerca del Talmud, recopilados en libros como De lo sagrado a lo santo, Más allá del versículo, A la hora de las naciones, Disertaciones talmúdicas y Nuevas lecturas talmúdicas. Emmanuel Lévinas falleció el 24 de diciembre de 1995, fecha en que, simultáneamente, se celebran la Navidad cristiana y el Hanuká o Fiesta de las Luminarias judía.

Sorpresa y luz

El texto que ofrece Nexos es, señalábamos al principio, iluminador y sorprendente. En efecto, sorprende porque fue escrito cuando el ascenso de Hitler era visto como una realidad simultáneamente fascinante y amenazadora; —era un nacionalismo —con el que se consideraba necesario pactar o transigir. Aunque hubo voces que se elevaron para denunciar el peligro, como —la del teólogo católico suizo Charles Journet, por ejemplo (1—), el artículo de Lévinas resultó ser algo parecido a la mosca en un vaso de leche o a una isla de juicio anticipador en un mar de complacencias inmediatistas, temerosas y miopes. Ilumina porque plantea el problema de las modas políticas y facciosas en que suelen verse atrapadas y bien servidas algunas élites de la inteligencia y del poder. Ilumina y sorprende, además, porque muestra cómo una cabeza que piensa con base en la realidad y en un marco bien armado con observaciones de los sucesos, categorías racionales y éticas, es capaz de elaborar y expresar denuncias de tipo político que, por su rigurosa fundamentación intelectual, resultan válidas no sólo en el momento en que se formulan y para los hechos a que se refieren, sino para el futuro y para otras circunstancias.

Lévinas demuestra que una doctrina y una práctica políticas cuyo eje central es la noción de raza pura, de etnia incontaminada o de consanguinidad, son incompatibles con el pensamiento liberal, con las convicciones religiosas en general y cristianas en particular, con la democracia y con el parlamentarismo, sencillamente porque niegan "la humanidad del hombre", negación que abre la posibilidad a la presencia y a la acción históricas del "mal elemental". Los pactos con el hitlerismo cuajados en las cancillerías británica, francesa y soviética; los concordatos con la iglesia católica y los acuerdos con la protestante, explícitos o tácitos, exhibirían más adelante su fragilidad: la lectura del ensayo de Lévinas quizá hubiera hecho comprender a tiempo lo endeble de las bases filosóficas de tales entendimientos y generado decisiones políticas distintas. No fue así, triste, lamentable y hasta trágicamente. Pero el llamado racional de alerta fue lanzado antes de que los documentos firmados tan pusilánime como ingenua e insensantemente, así como los acuerdos políticos que de éstos se siguieron, quedaran disueltos en pólvora y sangre.

Ojos con bifocales

Lévinas, antes y más lejos que Daladier, Neville Chamberlain y Molotov. Su penetrante mirada de filósofo descubrió en las ideas subyacentes del hitlerismo la dinámica que impulsaría al canciller y caudillo de los alemanes a traicionar los tratos, a violar los pactos, a desprenderse implacable y criminalmente de los aliados tácticos: lo que crece a partir del concepto de raza produce esclavos o muertos; la lógica política etnicista es la de la expansión física; la del universalismo es la de la libertad. El racismo es una especie criminal del ecologismo aplicada a la humanidad: así como para los "verdes" hay aguas limpias y aguas contaminadas, para aquél hay sangres y razas puras e impuras. El campo de concentración no es más que el aislante y procesador de lo que es tóxico: el judío, el cristiano, el homosexual, el gitano. El fuego del horno crematorio es llama de purificación. Etnica, pero purificación.

Demasiado tarde lo entendieron quienes pensaron que el hitlerismo era la reivindicación soñada y deseada por los alemanes después de la humillación de 1918, quienes creyeron que representaba los intereses de los trabajadores frente a los del capitalismo nacional e internacional, quienes supusieron que era el escudo contra el comunismo ateo, quienes votaron por los nazis con la esperanza de que pondrían freno a la descomposición moral de la Alemania libertina. Lévinas va al fondo: una libertad que sólo es libertad de dudar, que es sólo escepticismo sin compromiso intelectual ni responsabilidad moral produce un vacío mental y anímico que sólo se llena apelando a fantasmas de sangre incontaminada, a "potencias primitivas", a "fuerzas y sentimientos elementales" que produzcan certezas y adhesiones primarias, incontestables, dogmáticas o forzadas, sostenidas por una filosofía subyacente que es preciso desentrañar para poder criticar. Este es el propósito del ensayo que sigue a estas notas.

Comprensiones tardías

En especial, más allá de mitos culpabilizantes y falacias ideológicas, muy tarde comprendieron los cimientos del sistema nazi los millones de luteranos que, organizados desde 1933 en el Movimiento de los Cristianos Alemanes, bajo el programa intitulado "Nación, Raza, Führer", le consiguieron a Hitler el 75% de los sufragios de los protestantes de Alemania. Luego vendría la rectificación, encabezada por el talentoso teólogo Karl Barth y su secuela de persecución y muerte.

En lo que toca a los católicos alemanes, es preciso señalar que Hitler nunca obtuvo mayoría de votos en los lánder donde aquéllos eran mayoría. Es más, el 11 de marzo de 1937, fue leída en las 11,500 parroquias del Reich la encíclica de Pío XI titulada Mit brennender Sorge ("Con la mayor preocupación"), en la que el Papa desenmascaraba el carácter anticristiano del nazismo, incluidas sus teorías de la raza superior, su neopaganismo y su anticristianismo. Se supo entonces que el texto básico de este importante documento había sido redactado por el entonces cardenal-arzobispo de Munich, monseñor Michel Faulhaber.

Vale la pena recordar, empero, que el texto papal corregía el error del Centro Católico Alemán, antiguo partido político que, en 1933, apoyó el decreto que daba a Hitler poderes excepcionales y propició la firma subsecuente del concordato entre Berlín y la Santa Sede. En julio de ese mismo año, Hitler disolvió a la fuerza el Centro. Una vez difundida y conocida la encíclica, Goebbels escribió en su diario: "Ahora los curas tendrán que aprender a conocer nuestra dureza, nuestro rigor y nuestra inflexibilidad". También para los católicos comenzó entonces la vía de las catacumbas y el martirio.

Tarde asimismo entendieron lo que sucedía en Alemania incluso algunos judíos que pensaron que sus fortunas y talentos los salvarían del racismo expansivo hitleriano, e incluso algunas organizaciones sionistas que pactaron con el gobierno nazi la emigración de sus afiliados a Palestina, con el apoyo de agrupaciones norteamericanas e inglesas que patrocinaban la idea de crear el "hogar nacional judío" o la "patria judía".(2)

El ensayo de Lévinas se ubica cronológicamente entre el concordato y la encíclica, es decir, entre el error de los católicos y su corrección, y cinco años antes del pacto germano-soviético (Von Ribbentrop-Molotov) que dio a Hitler la garantía comunista de no intervención en favor de la Polonia invadida y dividida en 1939. Se dio asimismo entre los errores y las rectificaciones luteranas y en el marco cronológico de los intentos de algunos grupos judíos de entenderse con el régimen nazi.

Lo anterior nos muestra que, a diferencia de tantos, Lévinas vio a tiempo y vio bien; escribió a tiempo y escribió bien; decidió a tiempo y decidió bien. Como ciudadano y como filósofo. En él coincidieron los dos tipos de hombre de los que hablara Michele Federico Sciacca: el "miope" o político que sólo ve de cerca, y el "présbite" o filósofo que sólo ve de lejos. Podría decirse, extendiendo la metáfora del pensador italiano, que Emmanuel Lévinas fue un par de ojos dotado de lentes bifocales. Desde las raíces étnicas más profundas, las de un hombre de raza judía, descubrió a qué barbarie tendría que conducir una filosofía centrada en lo étnico, en lo racial, en lo consanguíneo: a la de la guerra expansionista que impone como verdad universal la biología particular. No está de más releerlo ahora que, en México, discutimos en torno de la vinculación posible entre nuestras particularidades nacionales indígenas y nuestra realidad de nación.

Una paciencia lúcida

Durante medio siglo, Lévinas acumuló lecturas y reflexiones con paciencia y prudencia ejemplares. Escritor complejo y difícil, fue empero un maestro sencillo y claro en sus exposiciones, deslumbrantes para quienes tuvimos la fortuna de seguirlas en el aula. Sus temas predilectos fueron: el ser; el rostro del hombre y en especial el del hombre que sufre, como lugar donde se revela Dios y se decide el compromiso filosófico, ético y político; Dios mismo; el hombre; el otro; la muerte y el amor.

De sí mismo. Emmanuel Lévinas dijo que era, más que "un pensador judío", "un judío que piensa". Definió la moral como "la sabiduría del amor". Dos precisiones que bastarían para hacer de este hombre y su obra tema y motivo de estudio. Tal vez con entender la una y la otra avanzaríamos mucho en claridad mental y en seriedad política. (C. C. P.)

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LA FILOSOFÍA DEL HITLERISMO 
Emmanuel Lévinas

La intuición original (3)

La filosofía de Hitler es primaria. Sin embargo, las potencias primitivas que en ella se coagulan hacen resplandecer su fraseología miserable gracias al impulso de una fuerza elemental. Despiertan la nostalgia secreta del alma alemana. Más que un contagio o una locura, el hitlerismo es un despertar de sentimientos elementales.

A partir de aquí, si bien terroríficamente peligrosa, se vuelve filosóficamente interesante porque los sentimientos elementales encubren una filosofía; expresan la actitud primera de un alma ante el conjunto de lo real y de su propio destino; predeterminan o prefiguran el sentido de la aventura que el alma correrá en el mundo.

La filosofía del hitlerismo desborda por tanto la filosofía de los hitlerianos y pone en tela de juicio los principios mismos de una civilización. El conflicto no se juega solamente entre el liberalismo y el hitlerismo. Incluso el cristianismo se ve amenazado por éste, a pesar de las deferencias o de los concordatos de que se beneficiaron las iglesias cristianas al inicio de ese régimen.

Pero no es suficiente distinguir —como lo hacen ciertos periodistas— el universalismo cristiano del particularismo racista: una contradicción lógica no basta para juzgar un acontecimiento concreto. El significado de una contradicción lógica que opone dos corrientes de ideas no se manifiesta plenamente más que si se remonta a su fuente, esto es a la intuición, a la decisión original que las hace posibles. En tal espíritu expondremos estas pocas reflexiones.

Libertad e historia

Para la civilización europea, las libertades políticas no agotan el contenido del espíritu de libertad que caracteriza a su concepción del destino humano. Esta se distingue por el sentimiento de libertad absoluta en relación con el mundo y respecto de las posibilidades que solicitan su acción. El hombre se renueva eternamente frente al universo. Hablando en términos absolutos, para tal libertad no hay historia.

No la hay porque la historia es la limitación más profunda, la limitación fundamental. En efecto, el tiempo, condición de la existencia humana, es sobre todo condición de lo irreparable. El hecho consumado, portado por un presente que huye, escapa para siempre del dominio del hombre pero gravita sobre su destino. Detrás de la melancolía del eterno fluir de las cosas, del presente ilusorio de Heráclito, está la tragedia de la inamovilidad de un pasado imborrable que condena a cualquier iniciativa a no ser más que continuación. La verdadera libertad, el verdadero comienzo, exigiría un verdadero presente que, siempre en el apogeo de un destino, permitiera recomenzar eternamente.

Judaismo, helenismo, cristianismo

El judaismo aporta a la civilización europea ese magnífico mensaje. El remordimiento —-expresión dolorosa de la impotencia radical para reparar lo irreparable-— anuncia el arrepentimiento generador del perdón que repara. El hombre encuentra en el presente con qué modificar, con qué borrar el pasado. El tiempo pierde su irreversibilidad; se desvanece enervado como una bestia herida a los pies del hombre, y así lo libera.

El sentimiento punzante de la natural impotencia del hombre ante el tiempo constituye lo trágico de la moira (4) griega, lo agudo de la idea de pecado y la grandeza de la revuelta del cristianismo. A los átridas que se debaten constreñidos por el pasado, extraño y brutal como una maldición, el cristianismo opone un drama místico. La cruz manumite, libera; por la eucaristía —que triunfa sobre el tiempo— esa liberación es cotidiana. La salvación que el cristianismo quiere aportar vale por la promesa de recomenzar lo definitivo, promesa que se cumple en el fluir de los instantes; vale por la promesa de superar la contradicción absoluta de un pasado subordinado al presente; vale por la promesa de un pasado siempre en tela de juicio, siempre vuelto a poner en cuestión.

Así, el cristianismo proclama la libertad y la hace posible en toda su plenitud. No solamente es libre la elección de destino: la opción asumida no se convierte en cadena. El hombre conserva la posibilidad —sobrenatural, es cierto, pero asible, concreta— de rescindir cualquier contrato por el cual se hubiese comprometido libremente. Puede recuperar en cada momento su desnudez de los primeros días de la creación. La reconquista no es fácil. Puede fracasar. No es efecto del caprichoso decreto de una voluntad ubicada en un mundo arbitrario. Sin embargo, la profundidad del esfuerzo que esto exige nos muestra el tamaño del obstáculo y subraya la originalidad del nuevo orden prometido y realizado, que triunfa desgarrando las franjas profundas de la existencia natural.

Esta libertad infinita respecto de toda atadura y por la cual, en suma, ningún vínculo es definitivo, está en las bases de la noción cristiana de alma. Esta, permaneciendo como la realidad supremamente concreta, expresando el fondo último del individuo, tiene la austera pureza de un soplo trascendente. A través de las vicisitudes de la historia real del mundo, el poder de renovación concede al alma algo así como una naturaleza noumenal, al abrigo de los acosos de un mundo en el que, sin embargo, el hombre concreto está instalado. La paradoja sólo es aparente. El desapego del alma no es una abstracción sino un poder concreto y positivo de distanciarse, de abstraerse. La dignidad igual de todas las almas, independiente de la condición material o social de las personas, no procede de una teoría que afirma una analogía de "constitución psicológica" bajo las diferencias individuales. Se debe, sí, al poder conferido al alma de liberarse de lo que ha sido, de todo lo que la ha vinculado, de todo lo que la ha comprometido, para recuperar su virginidad primera.

Liberalismo y materialismo

Si el liberalismo de los últimos siglos escamotea el aspecto dramático de esta liberación, conserva empero de ésta un elemento esencial bajo la forma de libertad soberana de la razón. Todo el pensamiento filosófico y político de los tiempos modernos tiende a ubicar el espíritu humano en un plano superior al de lo real y cava un abismo entre el hombre y el mundo. Al volver imposible la aplicación de las categorías del mundo físico a la espiritualidad de la razón, pone el fondo último del espíritu fuera del mundo brutal y de la historia implacable de la existencia concreta. Sustituye el mundo ciego del sentido común con el mundo reconstruido por la filosofía idealista bañado por la razón y sometido a ésta. Pone la autonomía de la razón en el lugar que el cristianismo ubicaba la liberación por medio de la gracia. Sin embargo, el leit-motiv judeocristiano de la libertad penetra en esa autonomía.

Al exorcizar la materia física, psicológica y social, los escritores franceses del siglo XVIII, precursores de la ideología democrática y de la Declaración de los Derechos del Hombre confesaron, a pesar de su materialismo, el sentimiento de que en aquélla habita una razón. La luz de la razón bastaba para disolver las sombras de lo irracional. ¿Qué queda del materialismo cuando la materia está toda penetrada por la razón?

El hombre del mundo liberal no escoge su destino bajo el peso de una Historia. No percibe sus posibilidades como poderes inquietos que bullen en él y que lo orientan hacia un camino determinado. Aquéllas no son para él más que posibilidades lógicas que se ofrecen a una serena razón que elige, sí. pero manteniendo eternamente su distancia de la Historia.

II

Marxismo y libertad

El  marxismo, por primera vez en la historia occidental, puso en cuestión esta concepción del hombre. Al marxismo ya no le aparece el espíritu humano como la pura libertad, como alma por encima de toda atadura: para el marxismo, el espíritu no es la pura razón que forma parte de un reino de los fines. Ese espíritu es presa de las necesidades materiales; está a la merced de una materia y de una sociedad que ya no obedecen a la varita mágica de la razón; la existencia humana, concreta y avasallada, tiene más importancia, más peso que la razón impotente. La lucha, que preexiste a la inteligencia, le impone decisiones que ésta no habría tomado: "el ser determina a la conciencia". La ciencia, la moral, la estética ya no son moral, ciencia y estética en sí: traducen en cada momento la oposición fundamental entre las civilizaciones burguesa y proletaria.

El espíritu de la concepción tradicional pierde así aquel poder de desatar lazos, del que el hombre siempre estuvo tan orgulloso. Topa con montañas que ninguna fe por sí misma podría mover. La libertad absoluta, la que realiza milagros, queda por primera vez expulsada de la constitución del espíritu. De este modo, el marxismo no se opone solamente al cristianismo sino a todo el liberalismo idealista para el cual "el ser no determina la conciencia", sino son la conciencia o la razón las que determinan al ser.

Así, el marxismo resulta el contrapié de la cultura europea o, cuando menos, quiebra la curva armoniosa de su desarrollo.

III

¿Ruptura radical?

Sin embargo, la ruptura del marxismo con el liberalismo no es definitiva. El marxismo tiene conciencia de continuar, en cierto sentido, las tradiciones de 1789 y el jacobinisno parece inspirar en gran medida a los revolucionarios marxistas. Pero, sobre todo, si la intuición fundamental del marxismo consiste en percibir al espíritu en una relación inevitable con una situación determinada, este encadenamiento nada tiene de radical. La conciencia individual determinada por el ser no es tan impotente como para no conservar, al menos en principio, el poder de sacudirse el maleficio social que aparece de entrada como extranjero a su esencia. Tomar conciencia de la situación social es, de acuerdo con el mismo Marx, liberarse del fatalismo que tal situación comporta.

Una concepción verdaderamente opuesta a la noción europea del hombre no sería posible más que si una situación a la que éste llegara no fuese un añadido, sino se convirtiera en parte esencial de su ser, exigencia paradójica que la experiencia de nuestro propio cuerpo parece concretar.

"Tener un cuerpo" •

¿Qué es, de acuerdo con la interpretación tradicional, eso de "tener un cuerpo"? Es soportarlo como si fuera un objeto del mundo exterior. El cuerpo le pesa a Sócrates como las cadenas con que el filósofo se ve cargado en la prisión de Atenas; el cuerpo lo encierra como la tumba misma que le espera. (6) El cuerpo es obstáculo porque rompe el empuje libre del espíritu, lo rebaja a condiciones terrestres. Sin embargo, precisamente porque representa un escollo está allí para saltarlo.

Lo que ha alimentado al cristianismo y al liberalismo es el sentimiento de la eterna extranjería del cuerpo en relación con nosotros. Es ese sentimiento el que ha persistido a través de todas las variaciones de la ética y a pesar de la declinación sufrida por el ideal ascético a partir del Renacimiento. Si los materialistas confundieron el yo con el cuerpo, fue al precio de una negación pura y simple del espíritu. Ubicaron al cuerpo en la naturaleza, porque no le concedían rango excepcional en el universo.

Ahora bien, el cuerpo no es solamente el eterno extranjero. La interpretación clásica relega a un nivel inferior y considera una etapa a superar ese sentimiento de identidad entre nuestro cuerpo y nosotros mismos, que ciertas circunstancias vuelven especialmente agudo. El cuerpo no nos es solamente más próximo y más familiar que el resto del mundo, no rige únicamente nuestra vida psicológica, nuestro humor y nuestra actividad. Más allá de estas consideraciones triviales, está el sentimiento de identidad. ¿No nos afirmamos en este calor único de nuestro cuerpo antes de la expansión del Yo que tratará de distinguirse de él? ¿No resisten toda prueba esos vínculos que la sangre establece mucho antes de la eclosión de la inteligencia? En una empresa deportiva peligrosa, en un ejercicio arriesgado en que los gestos adquieren una perfección casi abstracta ante el soplo de la muerte, todo dualismo entre el yo y el cuerpo debe desaparecer. Y, en el impasse del dolor físico, ¿no experimenta el enfermo la simplicidad indivisible de su ser cuando gira sobre su lecho del dolor para encontrar una posición de paz?

Podría decirse que ese análisis del dolor revela que en éste se da la oposición del espíritu al dolor mismo; que en el seno mismo del sufrimiento corporal se da una rebelión, un rechazo a permanecer en esa oposición y, por tanto, un intento de superarla. Pero esta tentativa ¿no está de entrada bajo el signo de la desesperación? El espíritu que se rebela ¿no queda ineluctablemente preso del dolor? Y ¿no es esa desesperación la que constituye el fondo mismo del dolor?

Junto a la interpretación dada por el pensamiento tradicional de Occidente a esos hechos que llama brutos o groseros, y que sabe reducir, puede también subsistir el sentimiento de que tales hechos gozan de una originalidad irreductible y persistir el deseo de mantenerlos en tal pureza. Habría así en el dolor físico una posición absoluta.

El cuerpo —desde esta perspectiva— no es solamente un accidente feliz o infeliz que nos pone en relación con el mundo implacable de la materia —su adherencia al Yo vale por sí misma—. Esta adherencia a la que no escapamos y que ninguna metáfora podría hacer confundir con la presencia de un objeto exterior, es una unión cuyo sabor trágico de lo definitivo nada sería capaz de alterar.

Este sentimiento de identidad entre el yo y el cuerpo —que, por supuesto, nada tiene en común con el materialismo vulgar— no permitiría nunca, a quienes quisieran zafarse, encontrar en el fondo de esa unidad la dualidad de un espíritu libre debatiéndose con el cuerpo al que estaría encadenado. Al contrario: para ellos toda la esencia del espíritu consiste en ese encadenamiento al cuerpo. Separarlo de las formas concretas en que se encuentra comprometido sería traicionar la originalidad del sentimiento mismo del que conviene alejarse.

La importancia atribuida al sentimiento del cuerpo, con la cual el espíritu occidental jamás ha querido contentarse, está en la base de una nueva concepción del hombre. Lo biológico, con todo lo que conlleva de fatalidad, se convierte en algo más que un objeto de la vida espiritual: se vuelve el corazón de ésta. Las misteriosas voces de la sangre, los llamados de la herencia y del pasado a los cuales el cuerpo sirve de enigmático vehículo, pierden su naturaleza de problemas sometidos a las soluciones de un Yo soberanamente libre. Para resolverlos el Yo sólo aporta las incógnitas; está constituido por éstas. La esencia del hombre ya no radica en la libertad sino en una especie de encadenamiento. Ser verdaderamente uno mismo no es volar por encima de las contingencias siempre extranjeras a la libertad del Yo; al contrario, es tomar conciencia del encadenamiento original insuperable, único; es sobre todo aceptar tal encadenamiento.

Inventar la raza

A partir de aquí, toda estructura social que anuncie una liberación respecto del cuerpo y que no lo incluya se volverá sospechosa como una renegación, como una traición. Las formas de la sociedad moderna fundada sobre el acuerdo de las voluntades libres no sólo aparecerán como frágiles e inconsistentes, sino como falsas y mentirosas. La asimilación de los espíritus a los cuerpos perderá la grandeza del triunfo del espíritu sobre el cuerpo. Tal grandeza devendrá obra de falsificadores. De esta concretización del espíritu se seguirá inmediatamente una sociedad con base consanguínea. Entonces, si la raza no existe, ¡hay que inventarla!

Este ideal del hombre y de la sociedad viene acompañado de un nuevo ideal de pensamiento y de verdad.

Como lo hemos subrayado, lo que caracteriza a la estructura del pensamiento y de la verdad en el mundo occidental es la distancia que separa inicialmente al hombre y al mundo de las ideas donde éste escogerá su verdad. Es libre y está solo ante ese mundo. Es libre hasta el punto que puede no franquear tal distancia, puede no efectuar la opción. El escepticismo es una posibilidad fundamental del espíritu occidental. Sin embargo, una vez dado el paso y aprehendida la verdad, el hombre no queda menos libre. El hombre puede volver sobre sus pasos. En toda afirmación habita una negación futura. Esta libertad constituye toda la dignidad del pensamiento, pero en ella se esconde un peligro: el de que en el intervalo que separa al hombre de la idea se cuele la mentira.

Cuando tal cosa sucede, el pensamiento se vuelve juego. El hombre se complace en su libertad y no se compromete definitivamente con verdad alguna. Transforma su poder de dudar en falta de convicción. No vincularse con una verdad se vuelve para él un no comprometer su persona en la creación de valores espirituales. La sinceridad, vuelta imposible, pone fin a todo heroísmo. La civilización se ve invadida por todo lo que no es auténtico, por los sucedáneos puestos al servicio de los intereses y de la moda.

Raza y fuerza

Es a una sociedad que pierde el contacto viviente con su verdadero ideal de libertad, para aceptar las formas degeneradas de ésta, y que no viendo lo que ese ideal exige de esfuerzo se goza sobre todo en lo que le aporta de comodidad; es a una sociedad en tal estado, a la que el ideal germánico de hombre le aparece como una promesa de sinceridad y autenticidad. El hombre ya no se encuentra ante un mundo de ideas donde puede escoger por decisión soberana de su razón libre la que será su verdad; él se encuentra ya ligado por nacimiento con todos los que son de su sangre. El ya no puede jugar con la idea porque, salida de su ser concreto, anclada en su carne y en su sangre, conserva lo serio de aquél.

Encadenado a su cuerpo, el hombre se ve privado del poder de escapar de sí mismo. La verdad ya no es para él la contemplación de un espectáculo extranjero, sino que consiste en un drama del cual el hombre mismo es el actor. Es bajo el peso de toda su existencia —que incluye datos sobre los cuales no hay que volver— que el hombre dirá su sí o su no.

Pero ¿a qué obliga tal sinceridad? Para un pensamiento como el descrito, toda asimilación racional o comunión mística entre espíritus que no se apoye en una comunidad de sangre es sospechosa. Pero, aún así, el nuevo tipo de verdad no podría renunciar a la naturaleza formal de la verdad y dejar de ser universal. Bien puede la verdad ser mi verdad en el sentido más fuerte de este posesivo: ella tiene que tender a la creación de un mundo nuevo. Zaratustra no se contenta con su propia transfiguración: desciende de la montaña y trae un evangelio. ¿Cómo es compatible la universalidad con el racismo? Habrá que ejecutar —y está en la lógica de la primera inspiración del racismo— una modificación fundamental de la idea misma de universalidad. La idea de universalidad debe ceder su lugar a la idea de expansión: la expansión de una fuerza, que tiene una estructura totalmente distinta de la de la propagación de una idea.

Expansión y guerra

La idea que se propaga se desprende esencialmente de su punto de partida. Se vuelve, a pesar del acento único que le comunica su creador, patrimonio común. Es radicalmente anónima. Quien la acepta se vuelve su amo como lo es quien la propone. La propagación de una idea crea de este modo una comunidad de "amos", es un proceso de igualación. Convertir o persuadir es crearse pares. La universalidad de un orden en la sociedad occidental refleja siempre esta universalidad de la verdad.

Pero la fuerza se caracteriza por otro tipo de propagación. El que la ejerce no se aleja de ella. La fuerza no se pierde entre quienes la padecen. Está vinculada a la personalidad o a la sociedad que la ejerce y la amplía subordinándole todo lo demás. Aquí el orden universal no se establece como corolario de la expansión ideológica: es esa misma expansión la que constituye la unidad de un mundo de amos y de esclavos. La voluntad de poder de Nietzsche que la Alemania moderna reencuentra y glorifica no es sólo un nuevo ideal; es un ideal que aporta al mismo tiempo su forma propia de universalización: la guerra, la conquista.

Contra la humanidad

Pero aquí volvemos a verdades bien sabidas. Hemos tratado de vincularlas a un principio fundamental. Tal vez hemos logrado mostrar que el racismo no se opone solamente a tal o cual punto de la cultura cristiana y liberal; que no pone en tela de juicio tal o cual dogma de la democracia, del parlamentarismo, del régimen dictatorial o de la política religiosa, sino a la humanidad misma del hombre.    

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Introducción, traducción y notas de Carlos Castillo Peraza

1 Al respecto, puede consultarse la obra de Joumet Exigences chretiennes en politique (Egloff. París, 1945), que es una recopilación de los artículos publicados por aquél entre 1935 y 1945. entre los que destaca uno titulado Antisémitisme. Asimismo, ya en 1933, el poeta y diplomático católico francés Paul Claudel, anotaba: "Con el nacionalsocialismo se ha creado en el corazón de Europa una especie de islamismo. Una comunidad de fanáticos que hace de la conquista un deber religioso".

2 Rainer Zitelmann, con base en documentos de estas organizaciones, publicó un libro titulado Hitler, editado en italiano por Laterza, en el que prueba la colaboración nazi-sionista, —Gestapo incluida,— encaminada a impulsar esa emigración. Según este historiador —citado por Vittorio Messori en Le cose de la vita, Edit. San Paolo, Milano, 1995, pp. 153-155—, el acuerdo logró la salida de Alemania de 130,000 personas de origen judío, de las cuales 35,000 "encontraron refugio en la nueva patria palestina", entre 1933 y 1937. La operación fue tan bien ejecutada que, según Zitelmann. en los últimos días del último de los años mencionados, la Delegación Nacional de los Hebreos Alemanes lanzó un "llamado a los hebreos de Alemania", a "no dejarse llevar por injustificados sentimientos de pánico" en relación con el gobierno hitleriano. Además, todavía en 1941 y por medio de la embajada alemana en Ankara. Turquía, al menos una parte del movimiento sionista propuso a Berlín un acuerdo entre "el Tercer Reich y la, en vías de creación. República de Israel, para el dominio del Medio Oriente" (op. cit.). Zitelmann no niega el holocausto, ni la barbarie ni el racismo hitlerianos. Sencillamente, aporta datos que son del dominio público para evitar los maniqueísmos históricos.

3 Los subtítulos y las notas de pie de página son del traductor.

4 Se trata del destino ineluctable, de la fatalidad propia de la tragedia griega.

5 Noumenal se refiere a noúmeno, término que introdujo Kant para indicar el objeto del conocimiento intelectual puro, diferente del objeto del conocimiento sensible que sería fenómeno. El noumeno es un objeto que no contiene más que lo que se puede conocer únicamente con la inteligencia.

6 En efecto, para Platón —quien nos transmite la enseñanza oral de Sócrates— "cuerpo" es equivalente de "tumba" o "prisión" del alma. Así lo indica en el Fedón, 66b, ss.

Fuente: Comunicacion personal de Marcos Villasmil

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domingo, 19 de mayo de 2013


Decálogo del populismo

Enrique Krauze
El populismo en Iberoamérica ha adoptado una desconcertante amalgama de posturas ideológicas. Izquierdas y derechas podrían reivindicar para sí la paternidad del populismo, todas al conjuro de la palabra mágica “pueblo”.
Populista quintaesencial fue el general Juan Domingo Perón, quien había atestiguado directamente el ascenso del fascismo italiano y admiraba a Mussolini al grado de querer “erigirle un monumento en cada esquina”.
Populista posmoderno fue el comandante Hugo Chávez, quien veneraba a Castro hasta buscar convertir a Venezuela en una colonia experimental del “nuevo socialismo”.
Los extremos se tocan, son cara y cruz de un mismo fenómeno político cuya caracterización, por tanto, no debe intentarse por la vía de su contenido ideológico sino de su funcionamiento.
Propongo diez rasgos específicos.
1.- El populismo exalta al líder carismático. No hay populismo sin la figura del hombre providencial que resolverá, de una buena vez y para siempre, los problemas del pueblo. “La entrega al carisma del profeta, del caudillo en la guerra o del gran demagogo ­-recuerda Max Weber-­ no ocurre porque lo mande la costumbre o la norma legal, sino porque los hombres creen en él. Y él mismo, si no es un mezquino advenedizo efímero y presuntuoso, `vive para su obra’. Pero es a su persona y a sus cualidades a las que se entrega el discipulado, el séquito, el partido“.
2.- El populista no sólo usa y abusa de la palabra: se apodera de ella. La palabra es el vehículo específico de su carisma. El populista se siente el intérprete supremo de la verdad general y también la agencia de noticias del pueblo. Habla con el público de manera constante, atiza sus pasiones, “alumbra el camino”, y hace todo ello sin limitaciones ni intermediarios.
Weber apunta que el caudillaje político surge primero en las ciudades-Estado del Mediterráneo en la figura del “demagogo”.
Aristóteles (Política, V) sostiene que la demagogia es la causa principal de “las revoluciones en las democracias”, y advierte una convergencia entre el poder militar y el poder de la retórica que parece una prefiguración de Perón y Chávez: “En los tiempos antiguos, cuando el demagogo era también general, la democracia se transformaba en tiranía; la mayoría de los antiguos tiranos fueron demagogos”. Más tarde se desarrolló la habilidad retórica y llegó la hora de los demagogos puros: “Ahora quienes dirigen al pueblo son los que saben hablar”.
Hace 25 siglos esa distorsión de la verdad pública (tan lejana de la democracia como la sofística de la filosofía) se desplegaba en el ágora real; en el siglo XX lo hace en el ágora virtual de las ondas sonoras y visuales: de Mussolini (y de Goebbels), Perón aprendió la importancia política de la radio, que Evita y él utilizarían para hipnotizar a las masas.
Chávez, por su parte,  superó a su mentor Castro en utilizar hasta el paroxismo la oratoria televisiva.
3.- El populismo fabrica la verdad. Los populistas llevan hasta sus últimas consecuencias el proverbio latino “Vox populi, vox dei”.
Pero como Dios no se manifiesta todos los días y el pueblo no tiene una sola voz, el gobierno “popular” interpreta la voz del pueblo, eleva esa versión al rango de verdad oficial, y sueña con decretar la verdad única. Como es natural, los populistas abominan de la libertad de expresión.
Confunden la crítica con la enemistad militante, por eso buscan desprestigiarla, controlarla, acallarla.
En la Argentina peronista, los diarios oficiales y nacionalistas ­incluido un órgano nazi­ contaban con generosas franquicias, pero la prensa libre estuvo a un paso de desaparecer.
La situación venezolana, con la “ley mordaza” pendiendo como una espada sobre la libertad de expresión, apunta en el mismo sentido; terminará aplastándola.
4.- El populista utiliza de modo discrecional los fondos públicos. No tiene paciencia con las sutilezas de la economía y las finanzas. El erario es su patrimonio privado, que puede utilizar para enriquecerse o para embarcarse en proyectos que considere importantes o gloriosos, o para ambas cosas, sin tomar en cuenta los costos.
El populista tiene un concepto mágico de la economía: para él, todo gasto es inversión. La ignorancia o incomprensión de los gobiernos populistas en materia económica se ha traducido en desastres descomunales de los que los países tardan decenios en recobrarse.
5.- El populista reparte directamente la riqueza. Lo cual no es criticable en sí mismo (sobre todo en países pobres, donde hay argumentos sumamente serios para repartir en efectivo una parte del ingreso, al margen de las costosas burocracias estatales y previniendo efectos inflacionarios), pero el populista no reparte gratis: focaliza su ayuda, la cobra en obediencia. “¡Ustedes tienen el deber de pedir!”, exclamaba Evita a sus beneficiarios.
Se creó así una idea ficticia de la realidad económica y se entronizó una mentalidad becaria. Y al final, ¿quién pagaba la cuenta?. No la propia Evita (que cobró sus servicios con creces y resguardó en Suiza sus cuentas multimillonarias), sino las reservas acumuladas en décadas, los propios obreros con sus donaciones “voluntarias” y, sobre todo, la posteridad endeudada, devorada por la inflación.
En cuanto a Venezuela (cuyo caudillo parte y reparte los beneficios del petróleo), hasta las estadísticas oficiales admiten que la pobreza se ha incrementado, pero la improductividad del asistencialismo (tal como Chávez lo practica) sólo se sentirá en el futuro, cuando los precios se desplomen o el régimen lleve hasta sus últimas consecuencias su designio dictatorial.
6.- El populista alienta el odio de clases. “Las revoluciones en las democracias ­-explica Aristóteles, citando `multitud de casos’-­ son causadas sobre todo por la intemperancia de los demagogos“.
El contenido de esa “intemperancia” fue el odio contra los ricos; “unas veces por su política de delaciones… y otras atacándolos como clase, (los demagogos) concitan contra ellos al pueblo“.
Los populistas latinoamericanos corresponden a la definición clásica, con un matiz: hostigan a “los ricos” (a quienes acusan a menudo de ser “antinacionales”), pero atraen a los “empresarios patrióticos” que apoyan al régimen.
El populista no busca por fuerza abolir el mercado: supedita a sus agentes y los manipula a su favor.
7.- El populista moviliza permanentemente a los grupos sociales. El populismo apela, organiza, enardece a las masas. La plaza pública es un teatro donde aparece “su Majestad el Pueblo” para demostrar su fuerza y escuchar las invectivas contra “los malos” de dentro y fuera.
“El pueblo”, claro, no es la suma de voluntades individuales expresadas en un voto y representadas por un parlamento; ni siquiera la encarnación de la “voluntad general” de Rousseau, sino una masa selectiva y vociferante que caracterizó otro clásico (Marx, no Carlos sino Groucho):“El poder para los que gritan `¡el poder para el pueblo!”.
8.- El populismo fustiga por sistema al “enemigo exterior”. Inmune a la crítica y alérgico a la autocrítica, necesitado de señalar chivos expiatorios para los fracasos, el régimen populista (más nacionalista que patriota) requiere desviar la atención interna hacia el adversario de fuera.
La Argentina peronista reavivó las viejas (y explicables) pasiones antiestadounidenses que hervían en Iberoamérica desde la Guerra del 98, pero Castro convirtió esa pasión en la esencia de su régimen: un triste régimen definido por lo que odia, no por lo que ama, aspira o logra.
Por su parte, Chávez llevó la retórica antiestadounidense a expresiones de bajeza que aun Castro consideraría (tal vez) de mal gusto. Al mismo tiempo hace representar en las calles de Caracas simulacros de defensa contra una invasión que sólo existe en su imaginación, pero que un sector importante de la población venezolana (adversa, en general, al modelo cubano) termina por creer.
9.- El populismo desprecia el orden legal. Hay en la cultura política iberoamericana un apego atávico a la “ley natural” y una desconfianza a las leyes hechas por el hombre. Por eso, una vez en el poder (como Chávez), el caudillo tiende a apoderarse del Congreso e inducir la “justicia directa” (“popular”, “bolivariana”), remedo de una Fuenteovejuna que, para los efectos prácticos, es la justicia que el propio líder decreta.
Hoy por hoy, el Congreso y la judicatura son un apéndice de Chávez, igual que en Argentina lo eran de Perón y Evita, quienes suprimieron la inmunidad parlamentaria y depuraron, a su conveniencia, el Poder Judicial.
10.- El populismo mina, domina y, en último término, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal. El populismo abomina de los límites a su poder, los considera aristocráticos, oligárquicos, contrarios a la “voluntad popular”. En el límite de su carrera, Evita buscó la candidatura a la Vicepresidencia de la República.
Perón se negó a apoyarla. De haber sobrevivido, ¿es impensable imaginarla tramando el derrocamiento de su marido? No por casualidad, en sus aciagos tiempos de actriz radiofónica, había representado a Catalina la Grande. En cuanto a Chávez, declaró que su horizonte mínimo es el año 2020.
¿Por qué renace una y otra vez en Iberoamérica la mala hierba del populismo?. Las razones son diversas y complejas, pero apunto dos.
En primer lugar, porque sus raíces se hunden en una noción muy antigua de “soberanía popular” que los neoescolásticos del siglo XVI y XVII propagaron en los dominios españoles, y que tuvo una influencia decisiva en las guerras de independencia desde Buenos Aires hasta México.
El populismo tiene, por añadidura, una naturaleza perversamente “moderada” o “provisional”: no termina por ser plenamente dictatorial ni totalitario; por eso alimenta sin cesar la engañosa ilusión de un futuro mejor, enmascara los desastres que provoca, posterga el examen objetivo de sus actos, doblega la crítica, adultera la verdad, adormece, corrompe y degrada el espíritu público.
Desde los griegos hasta el siglo XXI, pasando por el aterrador siglo XX, la lección es clara: el inevitable efecto de la demagogia es “subvertir la democracia”.

Fuente: Sala de Opinion  
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