Papa Francisco pide a responsables
políticos valor para afrontar reforma financiera ética
El papa Francisco ha pronunciado hoy ante los embajadores que
acudieron al Vaticano a presentar sus cartas credenciales un trascendental
discurso en el que ha pedido a los responsables políticos que tengan valor para
afrontar una reforma financiera ética. Los nuevos embajadores ante la Santa
Sede proceden de Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo y
Botswana.
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Señores Embajadores
Me alegra acogerlos con ocasión de la presentación de las Cartas que
los acreditan como Embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de sus
respectivos países ante la Santa Sede: Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran
Ducado de Luxemburgo y Botswana. Las amables palabras que me han dirigido y que
agradezco profundamente, testimonian que los Jefes de Estado de sus países
tienen el anhelo de desarrollar las relaciones de estima y de cooperación con
la Santa Sede. Les agradezco que ustedes quieran transmitirles mis sentimientos
de gratitud y respeto, asegurando mis oraciones por ellos y por sus conciudadanos.
Señores Embajadores, nuestra humanidad está viviendo en la actualidad como un momento álgido
de su propia historia, teniendo en cuenta los avances registrados en diversos
campos. Debemos alabar
los logros positivos que contribuyen al auténtico bienestar de la humanidad,
como por ejemplo en los ámbitos de la salud, de la educación y de la comunicación.
Sin
embargo, también hay que
reconocer que la mayoría de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo
siguen viviendo en precariedad cotidiana, con consecuencias funestas.
Algunas patologías aumentan, con sus consecuencias psicológicas, el miedo y la
desesperación se apoderan de los corazones de numerosas personas, incluso en
los llamados países ricos; la
alegría de vivir va disminuyendo; la indecencia y la violencia aumentan; la
pobreza se vuelve cada vez más impactante.
Se tiene que luchar para vivir, y, a menudo,
para vivir sin dignidad. Una de las causas de esta situación, en mi
opinión, se encuentra en nuestra relación con el dinero y en nuestra aceptación
de su imperio y dominio en nuestro ser y en nuestras sociedades.
De este modo, la crisis financiera que estamos
viviendo, nos hace olvidar que su primer origen se encuentra en una profunda
crisis antropológica ¡en la negación de la primacía del hombre! Hemos creado
nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha
encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la
dictadura de la economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano.
La crisis mundial que afecta las finanzas y la economía parece poner
de relieve sus deformidades, y, sobre todo, la grave falta de su orientación antropológica, que
reduce al hombre a una sola de sus necesidades: el consumo. Y peor aún,
el ser humano es considerado hoy como un bien en sí que se puede utilizar y
luego desechar.
Esta deriva se verifica a nivel individual y social. Y además
¡es promovida! En este
contexto, la solidaridad, que es el tesoro de los pobres, se considera a menudo
contraproducente, contraria a la racionalidad financiera y económica.
Al tiempo que los ingresos de
una minoría van creciendo de manera exponencial, los de la mayoría van
disminuyendo. Este
desequilibrio proviene de ideologías que promueven la autonomía absoluta de los
mercados y la especulación financiera, negando de este modo el derecho de
control de los Estados, aun estando encargados de velar por el bien común.
Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone de forma
unilateral y sin remedio posible, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y el
crédito alejan a los Países de su economía real y a los ciudadanos de su poder
adquisitivo real. A todo ello se añade, una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta,
que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de poseer se ha
vuelto sin límites.
Detrás de esta actitud se encuentra el rechazo de la ética, el
rechazo de Dios. ¡Igual como la solidaridad, la ética molesta! Se considera contraproducente;
demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; se ve como una
amenaza, porque rechaza la manipulación y el sometimiento de la persona.
Porque la ética lleva hacia
Dios, que está fuera de las categorías del mercado.
Dios es considerado
por estos financieros, economistas y políticos, como no manejable, incluso
peligroso, ya que llama al hombre a su plena realización y a la independencia
de cualquier tipo de esclavitud. La ética -una ética no ideológica,
naturalmente - permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social
más humano.
En este sentido, animo a los expertos financieros y a los líderes
gubernamentales de sus países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo:
"No compartir con los
pobres los propios bienes es robarles y quitarles sus vidas. No son nuestros
los bienes que poseemos, sino suyos" (Homélie sur Lazare, 1, 6: PG
48, 992D).
Queridos Embajadores, sería conveniente realizar una reforma financiera que fuera ética y, a
su vez que comportara una reforma económica saludable para todos. Sin
embargo, esto requeriría un cambio audaz de actitud de los dirigentes
políticos. Les exhorto a que afronten este reto, con determinación y visión de
futuro, por supuesto, teniendo en cuenta la naturaleza específica de sus
contextos.
¡El dinero debe
servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa
tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres,
respetarlos, promoverlos. El Papa insta a la solidaridad desinteresada y a un
retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera.
La Iglesia, por su
parte, siempre trabaja para el desarrollo integral de cada persona. En este sentido, ella recuerda que el bien común no debe ser una
simple suma, un simple esquema conceptual, de calidad inferior, añadido a la
agenda política. La
Iglesia anima a los gobernantes a estar verdaderamente al servicio del bien
común de sus pueblos. Exhorta a los dirigentes de las realidades
financieras a tomar en consideración
la ética y la solidaridad.
¿Y por qué no acudir a Dios para inspirar los
propios diseños? Se formará una nueva mentalidad política y económica que
ayudará a transformar la dicotomía absoluta entre lo económico y lo social en
una sana convivencia.
Por último, saludo con afecto, a través de ustedes, a los Pastores y
los fieles de las comunidades católicas en sus países. Les insto a continuar su
testimonio valiente y gozoso de la fe y del amor fraternal enseñados por
Cristo. ¡No tengan miedo de ofrecer su contribución al desarrollo de sus países
a través de iniciativas y actitudes inspiradas en las Sagradas Escrituras!
Y en el momento en que comienzan su misión, les ofrezco, señores
Embajadores, mis mejores deseos, asegurando la cooperación de la Curia Romana
para el cumplimiento de su función. Con este fin, de buen grado, invoco sobre
ustedes y sus familias y sus colaboradores, la abundancia de las bendiciones
divinas.
Texto traducido del original por Radio Vaticana:
http://es.radiovaticana.va.
Tomado de:
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