Placeres Egoístas
Placeres Egoístas
Ana Priscilla R. Goyenaga
Estudiante de Relaciones Internacionales
Universidad Latina de Costa Rica
Todos somos esclavos. Sí querido lector, así
como lo escuchas; citando a Rousseau “el Hombre ha nacido libre y por doquier
se encuentra sujeto con cadenas”.
- En los próximos renglones intentaré justificarme de la mejor manera posible, siguiendo una serie de hilos de pensamiento.
- ¿A quién le importa que se pueda erradicar a nivel mundial la hambruna, con el dinero que se invierte en armamentos militares y bélicos, si usted sigue sin objetar que usos se le dan a sus propios impuestos?
- ¿A quién le importa la corrupción de su respectivo Gobierno, con tal de que no afecte directamente su estatus quo e ingresos mensuales, para poder comprar ese último celular de moda?
- ¿A quién le importa que muchos aborígenes se queden sin un hogar, con tal de tener una nueva carretera y llegar mucho más rápido al hotel de playa?
- ¿A quién le importa el origen de las extracciones de petróleo, sin mencionar cuántas vidas se pueden perder en el proceso, con tal de poder seguir llenando el tanque del automóvil del año de origen europeo?
- De esta manera podría seguir hasta llenar incontables páginas, pero creo que ya se llegó a plantar la idea original del problema. Ahora bien, ¿sabe usted porque sucedieron y siguen sucediendo todos estos fenómenos?
Muy fácil, el ser humano es egoísta y el bien colectivo se encuentra en el peldaño olvidado en su pirámide de necesidades, o aún peor, de prioridades.
Al llegar la globalización, lo cual trae
consigo la interdependencia, viéndolo desde una perspectiva positivista, una
esperaría que estas nuevas relaciones intentaran elevar la dignidad del ser
humano; pero tristemente ocurre exactamente lo contrario.
Se ha llegado a cuantificar
la vida humana, con temas tales como el aborto, eutanasia o fertilización in
vitro; estas bajo las excusas de proteger el principio pro homine, cuando en
realidad, lo que se está protegiendo es el principio de llegar a un fin, sin
tener en cuenta las aberraciones naturales que se toman para llegar a una
recompensa monetaria.
Los derechos individuales, lejos de acabar donde inician
los de los otros, deberían coexistir y fusionarse con los de sus semejantes.
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